a bolt from the blue | romanogers.²

Capítulo veintiocho.

Eventualmente sucedió, unos días después. Cuando estaban en el ascensor, subiendo para la sesión informativa de la mañana, Natasha interrumpió el silencio.

—Aquí es donde me hablaste por última vez —murmuró en voz baja, pensativa. Él arqueó una ceja y se volteo para mirarla—. Era tarde en la noche, estaba saliendo del ascensor; estabas interviniendo —declaró al mismo ritmo que el tren de sus pensamientos—. Y te dije 'Nos vemos mañana'. Esa fue la última vez, ¿no?

La miró con atención, esperanzado pero temiendo ceder a la alegría interior demasiado pronto.

—Sí —susurró— ¿Te acuerdas?

Natasha frunció el ceño, mordiéndose el labio inferior mientras parecía pasar por un escaneo de memoria. 

—Creo que si. —Ella lo miró y sonrió, luciendo tan esperanzada como él.

Por lo que dijo, la imagen completa todavía estaba borrosa, pero algunos recuerdos específicos comenzaban a emerger en detalles, como una ola que se arrastra sobre la orilla repetidamente, con movimientos lentos pero consistentes, dejando una huella más profunda en la arena cada vez. Y escucharla referirse a Natasha como ella misma fue el mayor paso adelante que pudo dar toda la situación. Si comenzó a identificarse a sí misma como la moderna Natasha, significaba que sus dos conciencias se fusionaban en una.

Pronto, Natalie y Natasha se convertirían completamente en lo mismo y en una sola persona.

—Ya que eres demasiado noble para preguntarme, entonces te lo diré. —murmuró una noche mientras ambos yacían en la cama, mirándose el uno al otro. Los días apenas eran lo suficientemente largos para saciar la saciedad del otro; la mayoría de las noches hablaban hasta que el sueño se apoderaba de ellos.

—¿Decirme qué? —dijo suavemente mientras le cepillaba un mechón de cabello a un lado de la cara.

—Lo que yo... lo que Natasha sintió por ti antes de que nos fusionáramos. —dijo. Su corazón dio un vuelco. Había tenido miedo de obtener una respuesta que no podía soportar escuchar. Y, con el paso de los días desde que Natasha había recuperado por completo los recuerdos de su yo actual y aún no había respondido a su pregunta candente, la certeza de que ella podría no haber sentido nada más que amistad por él también había crecido.

Ella sonrió. 

»—Ella te amaba —dijo simplemente pero con una voz ligeramente temblorosa. Sus pupilas temblaron cuando pareció mirarlo a los ojos y sentirse desbordada por una ola de recuerdos—. Tan vívidamente. Mucho más claro de lo que era antes de usar el dispositivo de Thor.

Un sonido sordo se escapó de sus labios y se acercó para tomar su rostro y mirar a la Natasha que había conocido hasta un par de semanas antes. Ella descansó su mano sobre la de él.

»—Solo tenía miedo de seguir siendo para siempre la segunda mujer, aquella a quien cualquier amor o afecto que pudieras sentir por ella siempre estaría condenada a ser menor. Pero sí, ella te amaba.

Ella sonrió para sí misma y continuó. 

»—Es gracioso. Pensé que nunca podría amarte más de lo que ya lo hago. Pero ahora, agregando el de ella, es más de lo que sabía humanamente posible.

Él le devolvió la sonrisa. 

—Conozco el sentimiento. —dijo suavemente.

Mientras una felicidad indescriptible y un alivio se apoderaban de él, se inclinó hacia ella y, por primera vez desde ese momento en la escalera mecánica un año antes, cuando estaban huyendo de HYDRA, besó a su Natasha. Y su Natasha le devolvió el beso.