Saco la mano por la ventanilla, sintiendo el viento enredarse entre mis dedos, rizado como cabello largo y sedoso.
"Quiero ver el mar" esa fue la respuesta que le di a Sam. Y él me cumple, al menos lo más parecido que se puede conseguir aquí, a mitad del mapa, con ambas costas lo suficientemente lejos como para no visitarlas más que en vacaciones.
Me lleva a "la isla". No es una isla de esas grandes, sino sólo un pequeño pedazo de tierra donde sólo cabe el hotel con un inmenso jardín. Pero el lago que lo rodea es hermoso y se puede pescara y pasear en lancha. Sam me llevó ahí poco después de la muerte de mi padre. Yo estaba inconsolable y creí que nada podría reconfortarme. Entonces llegamos a este lugar y fue como si todos mis miedos y preocupaciones desaparecieran sin más. Fue... mágico.
Desde entonces sólo hemos ido dos veces: cuando cumplí 15 y luego de que terminara con Xavier. Este lugar es especial para ambos y no importa cuantas veces venga, siempre parecerá mágico.
Sam estaciona entre la terraceria y bajamos. Caminamos el corto trayecto hasta el borde, donde el agua cristalina de la isla choca contra la tierra polvorienta. Es hasta entonces que caigo en la cuenta de que venimos de la escuela, con el soso uniforme azul, nada de trajes de baño, y sin ningún peso encima. ¿Cómo vamos a rentar una lancha? Tendremos que conformarnos con meter los pies en el agua fresca. Lástima, internarse en el lago es algo fantástico, sobre todo porque es una intersección entre tres estados, cosa que raramente pasa.
Sam también parece percatarse de este hecho, lo noto cuando se queda congelado a medio paso, con una mueca distorsionando su tez bronceada.
-Siempre podemos nadar- le sonrío, tratando de tranquilizarlo. Sabiendo como es Sam, de seguro se hecha la culpa por haber olvidado esos detalles. Como si no hubiese sido yo quien sugirió esta loca idea en medio de un día de clases normal.
Una sonrisa traviesa toma forma en los labios de mi mejor amigo.
-No- digo con la boca repentinamente seca. No lo hará.
-Estoy bromeando, Violet.
Tomo una larga bocada de aire, sintiendo como mi pulso regresa a su normalidad.
-Tengo una caña, podríamos pescar.
Así que nos pasamos casi todo el día pescando, sin atrapar nada, sólo dejando el hilo viejo y alargado de la antigua caña de Sam. Cuando era niño, su padre solía llevarlo a pescar muy seguido, pero esos tiempos han pasado y ahora la caña es una verdadera reliquia. Me sorprende que no este rota.
De regreso pasamos al autoMac y pedimos una cajita feliz para los dos.
-¿Carrito o muñeca?- inquiere Sam, observando los juguetes.
-Carrito, la muñeca se ve diabólica.
-Entonces el carrito será.
Seguimos hablando mientras devoramos las papas y llenamos los nuggets de catsup. Algo que me encanta de nuestra amistad es que siempre tenemos de que hablar. Los silencios incómodos no existen entre nosotros. No puedo dejar de pensar y agradecer por la suerte de tenerlo a mi lado.
-Ya hemos retrasado lo verdaderamente importante, ¿no crees?
-¿De que hablas?- frunzo el ceño, sin saber que pensar.
-¡Loan! El chico por el que estas loquita.
-Ah- admito que si pensé un poco en él mientras observaba el hilo de la caña sumergirse en el agua y el sol caer conforme el día iba cediendo terreno a la luna y sus estrellas, pero no tanto-. No creo que haya mucho que decir. No hemos hablado casi nada.
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CPS(Comento Para Saber)
RomanceVi siempre ha pensado que la preparatoria es un buen lugar para enamorarse, ¿por qué no? Y sobretodo es un buen momento para olvidarse de su psicópata ex novio. Sin embargo, Loan, un enigmático chico lector, no se encuentra en su instituto, de hech...