Hogar

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El brillo de las estrellas parecía haberse apagado, pero pese a todo, la luna llena se alzaba en el cielo nocturno tal como la luz en medio de la oscuridad. Allí, siempre en lo alto y sin faltar nunca a su cita, ella robaba los rayos del sol para entregárselos a aquellos que no disponían de nada más para combatir las tinieblas. Nadie lo sabía ni lo sabría nunca, pero esa noche seis pares de ojos idénticos se posaron en el magnífico astro con un pensamiento compartido.

– ¿Y si... –rosa.

– En este momento... –azul.

– Ellos también... –amarillo.

– No, todos nosotros... –morado.

– Estamos ahora... –verde.

– Mirando la luna? –rojo.

Los seis colores sentían que así era, porque por muy larga que fuera la distancia que les separaba seguían vagando bajo el mismo cie... ¡Crash!

– ¡Chicos, escuchad!

Qué más da...

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La noche después de que Osomatsu les anunciara su participación en la invitacional y se mudaran de nuevo a casa de sus padres con una rapidez sorprendente, los sextillizos fueron a celebrarlo al puesto de Chibita. Todos parecían estar borrachos y divirtiéndose, excepto Karamatsu que hacía rato que se había quedo dormido sobre la barra.

– Hey, Todomatsu, ¿sabes qué? –preguntó Osomatsu con las mejillas rojas por la bebida mientras le atraía hacia él por la cintura.

– ¿Qué? –respondió él sin oponerse aunque sus caras habían quedado más cerca de lo aconsejable.

Ai guil ol'wes lofu jyu! (I will always love you!) –canturreó el mayor a pleno pulmón.

– ¡Iugh! Te apesta el aliento, niisan –se quejó él apartando su cara con la mano para poco después empezar a reír juntos.

– ¡Otra! ¡Otra! –animó Jyushimatsu sin poder estarse quieto como de costumbre.

– Otra... –le secundó Ichimatsu algo más alto de lo que le había gustado a su yo sobrio.

– ¡Idiotas! ¡¿Cómo podéis reconciliaros tan rápido?! ¡Eso sólo lo hacen los idiotas! ¡Idiotas! –les regañó Choromatsu pisoteando el suelo con furia.

Ante esta escena, Chibita simplemente observó a Karamatsu mientras limpiaba un vaso con una sonrisa enternecida.

– ¿Seguro que sólo estáis celebrando que os han escogido?

– ¡Por supuesto que sí/no! –le respondieron para su sorpresa.

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A la mañana siguiente, Todomi despertó a altas horas de la madrugada, cosa que seguramente se debía al desajuste de su horario de sueño desde que se mudó. Su mirada deambuló por la habitación; sin embargo, antes de que pudiera preguntarse por qué se veía tan diferente, el sonido de una respiración muy cerca de ella hizo que se tensara. Por reflejo, intentó saltar de su cama, tan sólo logrando notar que ésta también era diferente.

Pero estaba bien.

Aun si no podía recordar la noche anterior y empezaba a notar los efectos de la resaca, fue capaz de reconocer el lugar y a las personas a su alrededor, lo cual hizo que se relajara y se reacomodara en su lugar; o algo así, ya que parecía que aquella era una de esas noches en las que el caos les parecía la mejor forma de dormir. Sin embargo, en ese caos había algo de orden: Osomatsu, el mayor quien, conscientemente o no, tenía contacto con cada uno de ellos, uniéndoles como si del hilo rojo se tratara.

La historia de Todomi (Osomatsu-san fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora