No te preocupes, Ichimatsu

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Todomi había despertado mientras aún era cargada por su hermano, pero no hizo ningún movimiento para bajarse. El mayor asumió que estaba aprovechando para ser consentida o simplemente estaba muy cansada de su llanto. No era como si fuera a quejarse, pues tenerla tan cerca le hacía sentir que no tenía que estar tan alerta como su instinto de hermano mayor le pedía.

Las calles estaban vacías, pero la luz del ambiente hacía que Totty no sintiera miedo. ¡Además de estar con su oniichan, por supuesto!

– ¿Quién es? Me suena mucho –dijo Todomi de pronto echando la vista hacia atrás.

– ¿Quié...?

Lo que sea que iba a decir se le olvidó cuando vio a la persona a la que se refería su hermana. Tan pronto como lo hizo, sus sentidos volvieron a dispararse y empezó a correr asegurándose de sujetar bien a la menor. Lo último que quería en ese momento era soltarla.

Porque era él, no había duda.

Era su peor pesadilla.

Era Tougou.

Aunque quisiera, nunca podría olvidar aquel rostro. Ni cómo sus piernas temblaron ante los recuerdos. Haciéndole caer. Permitiendo que él le arrebatara una parte de sí.

La había perdido.

Les había fallado.

Osomatsu estaba completamente paralizado, por mucho que notara su cuerpo sacudirse en el suelo no era capaz de moverse. Oía la voz de Totty llamándole, pero sonaba muy lejana. De sólo pensar en lo asustada que debía de estar, se le encogía el corazón.

¡Haz algo!

¡Lo que sea!

¡Sálvala, maldita sea!

¡Tienes que salvarla!

¡No hay nadie más aquí!

¡Estás solo!

¡Nadie va a ayudarte!

Se gritó todo lo que se le ocurría, pero no funcionaba. Su mirada estaba clavada en un punto fijo, o más bien en un objeto afilado, hasta que sus ojos se cerraron. La voz de su tormento se coló en sus oídos en el último momento junto con la de alguien más.

– Elige.

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Cuando despertó, Todomi estaba frente a él, arrodillada y seguramente a mitad de decir algo, pero no la dejó terminar. La abrazó tan fuerte que la oyó quejarse, mientras las palabras se amontonaban en sus labios. Quería decirle que todo estaría bien; que, sin importar donde les hubiera llevado ese tipo, la sacaría de allí; que no permitiría que le pusiese una mano encima; que la quería; que lo sentía; que...

– Osomatsu-niisan, ¿qué te ha dado? ¿Te has levantado de buen humor o qué?

– Estamos en casa... –murmuró al mirar alrededor al fin.

Tal parece que las pesadillas habían vuelto, pero mientras que no fueran realidad todo estaba bien. No había por qué preocuparles.

– Ah~ Toddy es como un peluche, podría abrazarla siempre.

– ¿Oh? ¡Yo también! –gritó Jyushimatsu abrazándola por la espalda.

– ¡¿Queréis soltarme los dos?! –protestó ella, a pesar de que el mayor podía notar sus brazos rodeándole también.

Sin embargo, le apartó de un empujón al oír a Karamatsu reírse por la ternura de la escena y después empezó a removerse hasta que logró zafarse de su hermano mayor inmediato. Sabía que era sumamente adorable, ¡pero no era un bebé! ¡Mucho menos una muñeca! No tendría que darles ternura sólo ver a otro abrazándola.

La historia de Todomi (Osomatsu-san fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora