No insistas, Jyushimatsu

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No podía dejar de pensar en ella. Su sonrisa, su mirada inocente, sus preguntas dignas de una niña pequeña... La extrañaba demasiado... ¡Y pensar que al principio se enfadó con sus hermanos por forzarle a cuidar de ella!

Su nombre era Roboko, su novia robot a la que ya sólo podía ver como la hermana pequeña que nunca tuvo. Su adorada hermanita a la que no supo cuidar. ¡¿En qué estaba pensando?! ¡Él era el hermano menor! Él no tenía ese instinto que los otros sí para saber cuando algo andaba mal con sus hermanos menores (¡aunque tenían la misma edad!).

No debieron dejarla a su cargo, pero debía reconocer que nada habría pasado si no fuera por su desesperación por encontrar pareja. Era sólo que... su futuro se veía tan negro. Su reputación estaba arruinada y tal parecía que nunca volvería a ser un hombre.

Poco a poco, "Todomatsu" estaba desapareciendo, no, ya lo había hecho y "Todomi" había tomado su lugar.

Empezaba a creer que Ichimatsu estaba en lo cierto, pero ella no podía dejarles saberlo.

– ¡Totty-chan!

Él sonrió. Para ser alguien tan alegre, Jyushimatsu parecía tener un detector de tristeza. No se sorprendió cuando la abrazó y empezó a rodar por el suelo con ella hasta detenerse de lado.

– ¡Hey! ¿Te gustaría que yo estuviera triste? –le preguntó el de amarillo con un tono alegre.

Eso sí que la había sorprendido. De todas las preguntas aleatorias que podían ocurrírsele, ¿por qué algo así? Si fuera cualquiera de los otros se ofendería, sabiendo que era una forma velada de llamarla monstruo sin corazón, pero él...

– ¡Claro que no! Creo que todos golpearíamos a quien fuera que te hiciera sentir así.

– No te estoy preguntando sobre los otros. Te estoy preguntando sobre ti –rió frotando su mejilla con la de la menor.

¿Sobre él? ¿O sobre ella? La respuesta era la misma, pero la forma de decirlo...

– Tendría que ser un verdadero monstruo para querer eso –respondió en un tono agudo con el ceño fruncido antes de cambiar a un tono más bajo–. ¿De verdad crees que soy tan cruel?

Su hermano rápidamente negó y empezó a repartir besos por su rostro sin razón aparente. Bueno, al menos las cosquillas que eso le producía la hacían reír. Quizá era por eso que lo estaba haciendo.

– ¿De verdad crees que Roboko-chan es tan cruel? –le preguntó el mayor separándose para mirarla a los ojos.

Todomatsu abrió los ojos al darse cuenta de lo que el quinto hermano quería hacerle entender. Él, ella, era la única hermana menor de Jyushimatsu, al igual que Roboko lo era para Todomatsu. Por mucho que a los mayores les doliera perderles, los menores no eran tan crueles como para querer que estuvieran tristes. Ellos querían que se recuperaran rápido y siguieran con sus vidas.

– Ya veo –murmuró con una tímida sonrisa y su respuesta fue que Jyushimatsu frotara su nariz con la suya y después apoyara la cabeza sobre su pecho.

Pesaba, pero era reconfortante tenerle allí. Al fin y al cabo era la única persona que podía entender casi al cien por cien lo que era una pérdida así.

– Eres más listo de lo que aparentas, niisan –reflexionó en voz alta, ganándose una risilla por parte de él.

– Yo sólo quiero mucho a mis hermanos –declaró sin pena alguna, mas después puso su cara pensativa–. ¿Oh?

– ¿Qué ocurre? –cuestionó ella acariciando suavemente su cabeza, pues esa mirada le daba escalofríos.

– Escucho tu corazón.

La historia de Todomi (Osomatsu-san fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora