Cap 7.

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Se acercó a mi como un león hacia su presa, su rostro era eufórico y daba bastante miedo.

Yo realmente no me podía ni mover del terror, hasta que sentí como el me cogió del cabello levantándome de la cama, oí como la raíz de mi cabello se arrancaba del cuero cabelludo.

Me empujo hacia la pared haciendo de mi espalda un destrozo, agarro de mi cuello y comenzó a pegar puñetazos en mi rostro.

Con mis manos intentaba llegar a su cara para defenderme, pero era imposible...pensé en mis piernas, comencé a pegarle patadas en las piernas...de los nervios solo las movía sin saber a donde apuntaban.

— ¡no te muevas zorra! — gritó.

Me tiro al suelo y comenzó a dar patadas en mis piernas, mi vientre y todas las partes de mi cuerpo.

Intentaba moverme pero al recibir los golpes volvía a rendirme...en mi rostro sentía sangre y no veía nada, solo borroso.

Paro de golpearme.

— a la segunda vez que me vengan a  quejar de ti, será peor —

Se fue.

Mi cuerpo tirado en el suelo no reaccionaba a moverse.

No tenía fuerzas.

Después de concentrarme en respirar me levanté con dificultad, sentí un mareo muy fuerte y ande hacia mi cama para caer ahí.

Todo se volvió negro después de caer en la cama bocabajo.

[...]

Desperté al oír la puerta, mis ojos se abrieron con mucha dificultad.

De repente sentí como llego a mi Marta.

— ¡Dios mío! ¡¿Que te paso?! — preguntó desesperada.

No podía y ni tenía ganas de pronunciar una palabra.

— ¡Alice! — ella gritó llorando.

Pude omitir un sonido y mover mi mano.

— ¡por favor reacciona! — gritó de nuevo.

Escupí lentamente la sangre que había acumulada en la boca y solté un suspiro profundo.

Ella me dio la vuelta y me ayudó a sentarme lentamente.

Se dirigió rápidamente al baño y me trajo un vaso de agua del grifo, lo único que había.

Me lo bebí en menos de un segundo y la miré.

— estás muy mal... — susurro acariciando mi espalda.

— fue Walter... — susurre.

Ella tapó sus ojos con una mano y negó.

— el sábado por la noche...estuve con un hombre violento...solo me escapé...y Walter me hizo pagar la queja que recibió de ese hombre... —

— ¡algún día nos matará! — gritó ella.

Asentí.

— solo tenemos que obedecer — pause — y nada nos pasará... —

Me abrazo y comenzamos a llorar.

[...]

Ella trajo un cubo de agua tibia y me desnudé para que pasara un trapo por encima de mi para limpiar la sangre y relajar los dolores.

Sus ojos estaban llorosos mientras miraba mi cuerpo...era un desastre, todo lleno de hematomas, heridas...

– nunca dejes que te pase esto...— dije — pase toda mi vida aquí y aún sigo siendo la niña miedosa —

Viviendo En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora