No eres tú, es tu mejor amiga

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El delicioso olor a frijoles recién hechos, el tomate con cilantro y el agonizante olor a chicharrones crujientes; hacían que mis papilas gustativas se activaran y que mi estómago rugiera como un león furioso.

Yo no había querido pedir nada, no porque no quisiera o porque le estuviera haciendo caso a Millan. Únicamente es que me daba vergüenza...

"¿Pero por qué vergüenza, Tara? Si comer es normal"  comer me resulta ser una tortura para alguien como yo.

—¿En serio tu amiga no quiere comer nada? —susurró Francis a Eva que limpiaba sus labios delineados con la servilleta.

Ella negó con la cabeza y tomó la mano del chico para darle un beso en esta.

—Ella se pone así, porque no le gusta comer delante de los demás. —el suave murmuro de la rubia me hace ponerme alerta y darle una patada por debajo de la mesa.

Eva se queja y se agacha para tocar su recién rodilla golpeada. Me mira seria y me hace mala cara.

Yo amo mucho a mi mejor amiga, ella es dulce y muy inteligente, pero a veces puede ser muy hiriente con sus comentarios.

Sin embargo, no solo por eso tiene que burlarse de mi a mis espaldas o decir que yo soy una manipuladora. Además de besar a Nicholas cuando teníamos 13 años, aun sabiendo que él todavía me gustaba.

—No es eso, Francis. Es solo que no tengo hambre. —mentí.

—Si quieres te puedo dar un pedacito de estos chicharrones. En serio están riquísimos. —el chico de ojos verdes me sonríe y me pasa la tasa que aún tenía varios trocitos de carne.

Se me hace agua la boca, pero niego una vez más. El guacamole resulta ser más extravagante cuando no puedes comerlo. Creo que así son las relaciones de los amantes.

Entre más comprometido este la persona, resulta más exquisito comérselo a escondidas, aunque después vengan las consecuencias.

El sonido de mi celular vibrar interrumpe mi pequeña conversación con el muchacho de tez blanca. Desbloqueó el móvil y veo el mensaje que no quería ver en nunca en mi vida.

Culo: ¡Ey! Tenemos que vernos. Creo que Alexandra sabe de lo nuestro.

Mi corazón deja de latir por dos segundos. ¡Dios! Me quiero morir.

Me levantó rápido de la mesa y salgó inmediatamente del restaurante.

No han pasado ni tres minutos de haber leído ese mensaje, y ya siento que me quiero vomitar. Mi cabeza da vueltas y mi pulso está como si hubiese hecho un triatlón en cinco minutos.

Miró nuevamente el móvil para verificar que en serio es un mensaje de Eduardo... Oh, esperen. Les tengo que explicar que Eduardo está casado y me lleva once años, y lo tengo agregado como "culo" porque es amigo de mi tía Megan. Ok, ahora que ya saben quién es "Culo"

Me duele el estómago y siente temblor en mis piernas ¿Su esposa sabe que soy su amante? ¿Ira a la cárcel por mi culpa? ¡Qué idiota soy!

Mis dedos están helados y me cuesta el doble teclear:

1. Tengo mis dedos muy gordos.
2. Estoy nerviosa.
3. No puedo estar bajo presión porque me pongo tonta y sudo mucho.

Ty: ¿Cómo sabes? Ella te dijo algo. ¡Qué coño te dijo! ¿¿¿¿Le has dicho algo????

Envió el mensaje de texto, cuando en un abrir y cerrar de ojos siento la mano de Eva en mi hombro. Me jala hacia ella, sin decir nada me abraza con fuerza.

No quiero llorar, no quiero ponerme loca como la última vez en que me di cuenta de que mi madre le fue infiel a mi padre.

Eva no me pregunta nada y solo me susurra.

No Me Llames GordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora