Ya habían pasado cuatro días desde que hable por última vez con Eva; ese día ella estaba tan furiosa y adolorida que tenía ganas de ponerla más adolorida.
No quería llamarla porque Miranda me dijo que no lo hiciera por tres razones:
Una, Eva me había humillado.
Dos, yo no había hecho nada para que ella me tratara así.
Tres, debían tener dignidad.La rubia sinceramente no había sido la mejor amiga y creo que yo tampoco. Creo que ni con ella ni con Nicholas.
Seguro ellos dos estarán mejor sin mí, porque viéndome bien, creo que soy una persona algo toxica y problemática; o eso fue lo que leí del artículo que me pasó Miranda.
“Primer rasgo de una persona toxica:
Son personas egocéntricas, que solo hablan de sí misma y que desean ser el centro de atención. - creo que en este caso no aplico-
Son personas pesimistas; que solo se pasan quejando de todo. Nunca se sienten bien con nada. Y se quejan hasta porque es de noche tan rápido o porque no hay comida rica en casa y para ellos todo saldrá mal, incluso hasta ir al baño.
Son personas que les encanta hacerse las victimas, son las que por nada o para chantajear lloran o se sienten mal para conseguir lo que quieren. Y si le dices la verdad se sentirán heridas, aun sabiendo que son mentirosas. Les encanta que las vean débiles.
Les falta empatía; nunca comprenden el dolor ajeno porque solo ellos pueden sufrir.
Envidiosas y nunca están alegres por los logros de los demás.”
¡Demonios! Cerré la revista al terminar de leer el último párrafo. En serio era una persona toxica. Y eso es ¡Odioso! Yo no puedo ser así.
Me levanté de la cama furiosa conmigo misma, por mi falta de consideración hacia los demás. Oh, pero esperen ¿Quién tiene consideración de la gorda? Nadie, correcto. Por eso nadie lo merece de mi parte.
Caminé hacia el espejo que tenia una manta negra cubriéndolo por completo,¿Ya les había dicho que casi no me gusta ver mi reflejo?
Ojos grandes y color café, cabello ondulado y largo, labios delgados y dientes pequeños.
“¡Aug! Por qué no eres bonita, Tara!” Pensé antes de irme a dar una ducha. Coloqué un poco de Imagine Dragons para inspirarme con la sexy voz de Dan.
Terminé de alistarme y bajé a buscar que había de comida en la refrigeradora.
“Que no este Emilia, que no este Emilia.” Suplicaba cada grada que baja.
Llegué y sí, ahí estaba la mujer de cabello corto usando su celular. Ella me miró con recelo y apartó la mirada sin preguntar cómo me sentía.
Pasé enfrente de la mujer sin corazón para agarrar un poco de jugo, pero no había, opte por buscar leche y tampoco había, busque algún fresco natural y solo había una onza. “¡Es en serio!”
—¿En serio no hay nada que beber? —pregunté, dando un portazo a la refrigeradora.
—No, porque al parecer tu perfecto papá no ha querido depositar la pensión. —Oh no, aquí viene su cantaleta de cada mes. —Más bien usted debería de hablar con ese señor y preguntarle para cuanto va a depositar ese dinero. Que se acuerde de que tiene una hija. —Dejó su celular a un lado y se quitó sus lentes para verme.
Me crucé de brazos, no quería hablar con esa mujer a cuál creo que siempre le he caído mal.—Ni me vea, así Tara. ¿Acaso estás enojada conmigo? ¿Te enojas conmigo por qué te pegue y castigue solo porque me faltaste el respeto? —Mire hacia otro lado de la cocina. —Recuerda que yo soy tu mamá; que yo fui la que te parí y no tú a mí.
—¡Aja! ¿Y ahora si ya quieres ser mi mamá? ¿Y cuándo he sentido ganas de morirme donde has estado tú?
¿Alguna vez les ha pasado qué dicen una cosa y que a los segundos dicen “mierda” para qué lo hice? Bueno, pues eso me acaba de pasar. Nunca había dicho eso en voz alta. Nunca le había contado a alguien que a veces me sentía tan inútil que deseaba irme a otro lado o solo dejar de estar.
Mamá abrió sus ojos cafés y alarmada se levantó de su silla. Sus orbes parecían ponerse más brillantes como si hubiese quebrado el corazón.
No quería verla así, por eso agarré el bolso que dejé sobre la mesa y me marche de la cocina lo más rápido que pude.
Abrí la puerta de la casa y saqué el móvil para marcarle a alguien, necesitaba hablar con una persona que no fuera mi madre. Mire la lista de contactos y solo tenia personas con las que nunca hablaría.
Miranda: Oye chica, ¿nos vemos hoy en mi casa? Es que no puedo ir al parque porque mi abuelita no quiere dejarme salir.
Sentí ganas de lloriquear al ver el mensaje de la pelinegra alegrar mi celular y rápidamente le contesté un sí.
Tome el primer taxi que pasó hasta llegar a la casa de Miranda. Toque su puerta y justo a la persona que menos quería ver estaba sentada en las piernas de Francis jugando play.
#lagordafracansandodesdetiemposinmemorables.
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No Me Llames Gorda
Teen Fiction"Ser adolescente es una mierda, porque eres demasiado niño para opinar pero demasiado mayor como para no hacerlo. Entonces es ahí donde queremos mandar al adulto para la mierda. "¿Vergüenza? Vergüenza es lo que deberían de tener ellos, que una vez...