Editora de capítulo @VaniSisters
Gracias por estar aquí.
-Alma Libre
-La infidelidad es una de las acciones menos nobles que puedes hacer a una persona.
-Soren Kierkegaard
Eso era lo que pensaba de mi mamá, ella no era noble, nunca había sido noble. Recuerdo que cuando era niña, papá siempre hacía lo posible para llegar a casa temprano y cenar con nosotras… y Emilia le pagó de la peor manera.
No quise decir nada, estaba harta de hablar o de quejarme y nunca ser escuchada. Eso es lo malo de vivir en una casa que no sientes que es tu casa.
Mamá me volvió a mirar y esperó ansiosa que fuera a darle un beso o que le gritara alguna grosería, sin embargo, no lo hice. Solo me devolví a mi cuarto: en silencio, con el corazón roto y cansada de vivir.
—Tara… —habló Emilia—. Al menos ten la decencia de sonreír y no darnos la espalda. —La oí hablar con Federico, pero no entendí del todo—Es igualita a su padre.
Creo que si muriera nadie notaría mi ausencia. No les quiero mentir, pero en ocasiones he deseado irme a otro planeta, irme a otro país y comenzar una vida nueva, pero eso solo pasa en películas de ciencia ficción y esas cosas.
Entré a mi habitación, no sabía si llorar o solo intentar dormir. Revisé el móvil, pero Miranda me había dejado en visto. Seguro debía de estar ocupada o en alguna reunión de chicas emprendedoras como decía ella.
¿Por qué? ¿por qué tener 18 años y no haber hecho nada emocionante? Comparo mi vida con las demás personas y cada día me doy cuenta de que mi vida, MI VIDA es una jodida porquería.
Los días continuaron y salía muy poco de mi habitación. No tenía hambre y hoy a cuatro días de Navidad solo quería irme. El día era aburrido, pero las noches eran peores.
Me recosté en la puerta y junté mis piernas para abrazarme a mí misma, no quería discutir conmigo esta noche como lo había hecho las veces pasadas. Estaba enojada y mis ansias se hacían más fuertes conforme iban pasando los días. Quería salirme de casa y huir.
Tome mis cosas: un abrigo, un gorro, un bolso con algo de dinero que me había dado papá antes de volver a Costa Rica con su nueva familia. De todos modos, si me iba nadie me lloraría.
Salí por la ventana de mi cuarto, con cuidado de no lastimarme. Me puse los audífonos a todo volumen para no escuchar mis malditos pensamientos que me decía que mejor me matara.
La canción de Fun – We are Young, me llenó la adrenalina. Eran ya las diez de la noche y seguro encontraría alguna discoteca abierta. Tomé el primer taxi que estaba a dos cuadras de mi casa. Hoy no tenía destino. Hoy dejaría de ser la gorda insegura.
*****
Pov Francis
No podía creer que ella estuviera embarazada. No podía entender por qué me haría algo así, si todo este tiempo que llevamos conociéndonos siempre le di lo que se merecía. Quise ir hablar con sus padres…pero ella nunca quiso, creo que ahora entiendo el porqué, y me sentía estúpido.
El silencio de la noche lo detestaba, odiaba sentirme como hace años atrás.
—Prometo que siempre estaremos juntos, Francis. No me importa que William o Ignacio se nieguen a esto. —Recordé a mi primer novia con su vestido menta mientras me abrazaba en sus suaves brazos.
—No creo que tu hermano y tu mejor amigo me odien tanto. Además, creo que a William tu hermano le estoy empezando a caer bien. —Le guiñe con aires de seductor. Ella rió haciendo que su pequeña nariz me matara de ternura.
—Si un día me llegase a morir antes que tú, quiero que te hagas el mejor amigo de mi hermano gemelo. Creo que William y yo nos parecemos en sentimientos; quizá te sientas cerca de mí siempre —susurró unos minutos antes de que aquella pandilla nos cayera balazos en la colina.
Por una maldita bala perdida la perdí a ella.
***
Mi hermana ya se había quedado dormida, desde que Julián le dijo que se iría, ella no había querido comer o dormir sola. Por eso cuando cayó en sus sueños, yo salía al balcón a fumarme un cigarrillo solo para relajarme y no llorar para no sentirme peor conmigo mismo. Eva no contestaba mis llamadas y tampoco mis mensajes por Facebook.
No quería quedarme en casa, no quería volver a sentirme desamparado. Por eso bajé hasta el garaje. Tomé la motocicleta y me fui directo al lugar donde siempre me hacía sentir libre y mejor. Y qué mejor paisaje que en el Cerro del mundo.
*****
Pov Tara
Había llegado a una discoteca cerca de las afueras de la ciudad. “Bar Mirador del Cerro” era el letrero grande que había en la entrada. Unas motos adornaban el local, al igual que unos chicos fumando marihuana y otras chicas llorando, quizá por un mal amor.
No sabía de Miranda desde hace cuatro días, no me contestaba ni respondía mis mensajes, seguro estaba harta de mí como cualquier persona. Guardé mi móvil y me acerqué a la entrada del bar.
—Pase —me dijo el guarda de seguridad que usaba un saco negro.
—¿No me va a pedir la cédula? —pregunté sacando la cartera de mi abrigo rojo.
Aquella pregunta causó gracia en el hombre esa cara de simio con tres días de malestar estomacal.
—¿Qué le causa risa, señor? —Tensé mis mandíbulas para evitar no decirle algo grosero.
—Es que hace mucho no conocía a una señora tan simpática —sonrió estirando su mano para tomar mi identificación.
Fruncí el ceño cuando su rostro se iluminó. Apartó la mirada de mi ID y me sonrió con pena.
—Perdón señorita…solo que pensé que usted era más… —Se quedó callado poniéndose sonrojado —. Lo siento.
Era lógico que ese chimpancé pensara que era una mujer mayor. Una a las que no se les pide cédula ni pasaporte. ¡Ahh! Gordo baboso y panzón.
No me había dado cuenta de que había fila detrás de mí, y cuando al fin pude entrar al lugar, los de atrás se comenzaron a reír y a aplaudir.
Me abrace para caminar más rápido entre la multitud de jóvenes que bailaban sin parar en la pista. No sé ni para qué me vine para acá. Si antes me sentía sola ahora me sentía como una gotita de grasa en el sartén.
Me apresure a caminar a toda prisa hasta que crucé toda la pista y pude salir a la puerta que daba a la azotea. Es lógico pensar que las chicas gordas nunca tendremos la atención de chicos guapos que nos saquen a bailar. Tonta, eres Tara Walker, una gordita que no controla sus estupideces.
Cuando crucé la puerta la música cesó y di gracias al cielo.
—¡Joder! —exclamé al ver lo que tenía a mi vista.
Era el lugar más hermoso que había visto en mi vida. Era un balcón con barandas de metal y un vidrio que cubría para no caer al barranco. Las luces de la ciudad se podían ver por medio de la cubierta. Estamos a cielo abierto, y a los lados del lugar no había más que oscuridad, era como tener de frente las luces de un arbolito de navidad.
Antes no sentía frío, pero ahora mis manos estaban comenzando a enfriarse.
—Es hermoso —susurré acercándome con cuidado hacia el frente para poder ver más de cerca el vacío y las calles de Palos Bee.
Sentí un bajonazo en mi corazón, después de tantos días sin llorar, estar aquí tan sola, me hizo llorar en silencio.
—Yo cuando vengo aquí también lloro… —Escuché una voz conocida.
Sabía que era él, pero no quería verlo. Seguro también me había juzgado como todos.
—¿Francis?
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No Me Llames Gorda
Teen Fiction"Ser adolescente es una mierda, porque eres demasiado niño para opinar pero demasiado mayor como para no hacerlo. Entonces es ahí donde queremos mandar al adulto para la mierda. "¿Vergüenza? Vergüenza es lo que deberían de tener ellos, que una vez...