...no porque haya algo malo en ti

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Capítulo dedicado a Day_Coxxx gracias por tu apoyo

Les daré un consejo; nunca den un beso a la fuerza, ni sea tu novio (a), ni sea tu mejor amiga

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Les daré un consejo; nunca den un beso a la fuerza, ni sea tu novio (a), ni sea tu mejor amiga. El simple hecho de pasarte de listo o de lista con esa persona ya es una falta de respeto.

Yo como tonta no lo pensé cuando tomaba las mejillas blancas de Francis, cerré mis ojos con fuerza y lo acerqué a mí con posición. Él abrió mucho los ojos cuando estaba a centímetros de mis labios.

No vayan a creer que fue un beso rico o romántico, ¡Pff! Fue lo peor de este mundo. Fran apretó los labios con fuerza y yo hice casi lo mismo.

¿Y saben qué es lo peor? Lo que esta por pasar.

—¡Joder! Tara. ¡No! ¿qué te pasa? —Francis me empujó suavemente.

Nos volvimos a mirar y creo que él notó mi vergüenza. Además de que los dos sentíamos la risa burlona de Eduardo que nos miraba.

—Creo que mejor me voy, Tara. No sea que se peguen esas cosas de adolescentes. —se burló mientras se ponía el casco, subió sus pies en la motocicleta y se marchó a toda velocidad.

Quería llorar de la vergüenza, sentía mis orejas arder al igual que mis cachetes gordos que parecían fuego.

—Tara ¿qué fue eso? —habló Francis cuando me vio arrancar a correr.

Sali corriendo lo más rápido que pude, pero mis piernas eran tan cortas que más bien parecía un perro salchicha corriendo a mil por hora.

Doble en la esquina, una cuadra antes de llegar a mi casa.

Por qué lo has hecho, Tara” me regañaba a mí misma. “A veces creo que eres idiota

A lo lejos estaba mi perrita moviendo su colita con alegría al verme.

—Quiero morirme. No sé por qué hago solo cosas tontas. —decía medio agitada abrazando a la perra que me llegaba a las piernas. —Lo peor de esto es que ahora ese vampiro pensara que me gusta.

Imaginen cómo me siento.

Beso a un chico a la fuerza, Eduardo se burla de mí, y quedó como inmadura ante los dos.

Interrumpí el silencio de mi casa, escuchando el llanto de Emilia estaba con Federico en la cocina. Me detuve para escuchar qué era lo que decía la mujer de cabello corto.

—Ya no sé qué hacer con ella. Todo lo que hago le molesta, Federico. —Se escuchó suspirar con fuerza. — Si compro leche normal se molesta, si compro de soya, me reclama que la estoy poniendo a dietas de nuevo. — Soltó un gemido y su esposo la abrazó.

Dejé de escuchar la conversación ajena y me fui para mi alcoba con un nudo en mi garganta. Pero antes de irme a llorar pase por la despensa que estaba en la sala. Tome unas papitas, una cocacola, unas galletas de mantequilla y unos confites de limón.

No Me Llames GordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora