Te rompere la nariz

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Nota de autora: Créditos en la corrección del capítulo @VaniSisters

Al fin había llegado a la casa de Eva. Estaba frente a aquella contrapuerta blanca eléctrica del cual la rubia a veces se escapaba conmigo para ir a comer o ir a alguna fiesta  del colegio.

Esos recuerdos me pusieron sentimental, pero hoy no podía permitirme sentir así porque hoy ella tenía que escucharme, entender de una vez por todas que ella no tiene el derecho de exponer mi vida privada.

Me acerqué lentamente al portón, sin embargo, no dudé ni un segundo en tocar. Miré hacia la cámara que había arriba de la puerta y saludé con la mano por si la señora Deina me miraba. El aparato se abrió haciendo un ruido chillante. Pasé por el jardín repleto de flores  que permanecían mojadas por la lluvia suave que cayó sobre ellas hace unos minutos. Llegué a la puerta, no sin antes haber respirando profundo.

—Tara—susurró—, hola —. Eran los ojos de Eva que me miraban apagados.

¿Soy yo o a esta perra loca le pasaba algo? Como sea, no me interesaba ni un pepino con sal.

—Pasa. —Se apartó de la puerta y me extendió la mano.

Ah, no. Eso sí que no.

—No vengo a hablar, Eva. Ni tampoco a tomar el té —le dije firme, aguantando las ganas de darle un manotazo en esa nariz respingada.

—Oh, Ty —suspiró recostandose en la puerta—. Hoy no tengo tiempo para escucharte. De verdad no necesito tus jodidos dramas.

¿La golpean ustedes o le doy una patada yo? Detesto esa actitud de Eva, siempre cansada de oírme cuando ella es la que nunca para de hablar de sus dramas.

—No te hagas, Eva. ¿Por qué demonios le contaste a Francis que yo era amante de Eduardo? ¿Y por qué le contaste a la esposa? —pregunté acercándome más a la rubia. Estaba lista para darle el primer puñetazo en su labio.

La chica me miró y negó mordiéndose los labios, pero era como si estuviera ocultando sus ganas de llorar.

—¿Qué? ¡Ahora vas a lloriquear para que vea que eres inocente!  —La tomé de la muñeca para tirarla hacia mí. Eva no habló y bajó la mirada—. ¡Habla! ¡Habla idiota! ¿Por qué cuentas cosas que no te interesan?

—Tara. Lo siento, de verdad lo siento. Solo que estaba cansada de que Francis no paraba de hablar de ti. Cada que estamos a solas pasa hablando lo bien que te llevas con su hermana y que eres una chica extraña.

¿Hablando de mí? Estaba anonada, no sabía si sentirme feliz, rara o continuar con la masacre de las rubias parte I. Le solté la muñeca y continúo hablando.

—No es justo que andes contando mi vida privada. —Miro hacia el cielo buscando una respuesta—. Eres la peor persona que he conocido. Confié en ti porque éramos amigas. —La miré, pero ella solo mantiene su vista en un punto fijo—.  Pero una amiga nunca contaría un secreto mío.

—Ty…

Permanecí en silencio, alejándome un poco de la chica de labios secos, solo escuchando mi propia respiración, mi latir del corazón y el ruido de las motocicletas pasar. Si le daba un golpe no valdría la pena, pero tenía tantas ganas de hacerlo.

A continuación, la adrenalina subió al tope, mis músculos se pusieron tensos, mis manos se pusieron heladas y comencé a caminar a paso rápido para terminar a lo que venía: dejarlo un recuerdo a Eva.

Ok, hagamos una pausa por aquí.

Imagínense estar frente a la chica más odiosa del mundo, que estés preparada para sembrar terror en tu víctima, pero de pronto salga la mamá de la chica y te diga lo siguiente:

No Me Llames GordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora