Miércoles

90 13 0
                                    

Una vez más, fue ella esta vez quien no apareció por el Starbucks en cuanto intenté buscarla con mi mirada por todo el local aquella mañana. 

Me acerqué al mostrador para intentar localizarla más de cerca, pero fue inútil. Si hubiera llegado, ya estaría pendiente de cada pedido. Lo más extraño, fue cuando me puse en la cola mientras miraba la hora: 9:15 Hrs AM. Y esta vez, sí que había tanta gente como solía haber de costumbre; ¿Le habría pasado algo?

Otros quince minutos después, al fin llegó mi turno de pedir. Casualmente volvió a tocarme con el joven del otro día. Entonces, se me ocurrió que podría aprovechar esta casualidad para intentar preguntarle y averiguar sobre la ausencia de su compañera de trabajo, si es que sabía algo.

No perdía nada por intentarlo.

-Oh, eres tú-me sonrió en cuanto me reconoció-¿Qué vas a pedir?-.

-Pues...Un capuchino-intenté no apresurarme para que no se notara mi desesperada urgencia por ella-.

-¿Para tomar?-me preguntó mientras iba a buscar uno de los vasos con el logo del local-.

-Oh, esta vez no-intenté devolverle la sonrisa-Para llevar-. Mientras me lo preparaba, volví a mirar mi hora: 9:33 Hrs AM. A este paso. también terminaría llegando tarde a mi trabajo. Empezaba a las 10:00. 

Y ella seguía sin aparecer. 

-Aquí tienes, tu capuchino recién he-...-.

-Espera-le espeté antes de que diera paso a otro cliente-.

-¿Si?-su repentino cambio de expresión facial hizo que se notara que no se esperara mi inesperada interrupción-.

-¿Sabes si...-no estaba segura de cómo preguntarlo-Si tu compañera, la del pelo rosa, ha llegado?-terminé de formular apoyando esperanzada mi mirada hasta la suya antes de llevarme el café y salir del local-.

-Hmm...¿Quieres decir, Bonnibel?-. Intentando fingir saber su nombre con un cambio de expresión a confusión y curiosidad, afirmé levemente con la cabeza.

Bonnibel. Su nombre empezó a resonar por el interior de toda mi cabeza. Ahora sabía como se llamaba. 

-Pues no, no ha venido hoy-me interrumpió perdida entre mis pensamientos mientras se fijaba en unos papeles con la cabeza gacha-¿Porqué lo...?-pero en cuanto volvió a elevar su cabeza para mirarme, esta vez fui yo quien lo interrumpió por segunda vez:

-¡Gracias!-.

(...)

Tuve un sueño muy raro. En él, no dejaban de llamarme por teléfono. Ring ring ring. Todo el maldito tiempo. Parecía sacado de una película. 

Hasta el momento en el que desperté.

Fue entonces cuando me di cuenta de que todas aquellas llamadas no habían sido un sueño, simplemente se habían mezclado entre ellos con la realidad. Y también, fue cuando me di cuenta de que eran las doce del mediodía. Me quería matar. Además, había sido Mentita quien había estado llamando todo este tiempo mientras me esperaba en el coche en vano. 

Por lo menos, esperaba que esta vez no me fueran a despedir por esto. 

-¡Voy para allá!-le avisé por el móvil bajando por las escaleras a una velocidad tan rápida que parecía que en cualquier momento resbalaría-. Viviendo en el séptimo piso, solía tomar el ascensor, pero esta vez ya no me quedaba ni tiempo ni para esperarlo.

Acelerada, subí al coche abriendo y cerrando la puerta con fuerza en cuanto llegué. Mentita se me quedó mirando, estupefacto:

-¿A qué esperas?¡Arranca!-le ordené aún medio dormida y sin haber desayunado nada-.

Maldita sea. Todo había sido por culpa de "ella", pensé molesta mirando por la ventana una vez más mientras permanecíamos callados rodeados por un incómodo silencio gran parte del viaje hasta llegar a mi trabajo.

-¿A las cinco?-me preguntó dubitativo antes de despedirnos-.

-Sí-afirmé cerrando con la misma fuerza de antes la puerta del coche en cuanto me bajé de él y empecé a caminar hacia el Starbucks-. Sin embargo, cuanto más me acercaba, más pánico sentía; ¿Me despedirían? Esperaba que no. Aunque lo que sí me esperaba era una buena regañina por parte de mi grosero y mal oliente jefe barbudo. 

Antes de entrar, resoplé nerviosa, esperándome lo peor. 


[...]  *Cinco horas después*


-¿Otra vez tarde?-Oí una voz en cuanto salí por la puerta trasera del local al finalizar mi turno-. Por suerte, todavía no me habían despedido, pero con la condición de que si volvía a llegar tarde por tercera vez, ya no habría vuelta atrás y podía ir despidiéndome de la cafetería donde había estado trabajando por más de varios años desde que mi padre nos abandonó.

Pero esa era otra historia.

-¡Tú!-la miré tan sorprendida como ayer al no esperarme su inesperada presencia-¿Q-Qué estás haciendo aquí ahora?-. La peli-negra se encogió de hombros antes de responder. No tenía ningún cigarrillo entre sus dedos esta vez. 

-Quería poner un reclamo sobre falta de personal en el local-.

-¿Falta de...-no terminé mi pregunta, indignada por lo que oía-¿Te refieres a mí?-.

-Hmm...-se encogió de hombros una vez más-¿A quién más sino?-terminando de dirigir su divertida mirada hacia la mía con una sonrisa-. Esa sonrisa que había provocado que por un breve momento de tiempo me sonrojara levemente.

Mierda, esperaba que no se hubiera dado cuenta.

Starbucks Coffe © #BubblineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora