Lunes

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10:00 am.

 Al final decidí ir de camino hacia mi puesto en la empresa del padre de Marceline, lo cierto es que pagaban bastante mejor que en el Starbucks y antes de tomar cualquier decisión precipitada, no dejaría que el motivo de ayer fuera una razón para desperdiciar mi nueva situación económica.

-Buenos días, Bonnie-me saludó Ricardo como de costumbre-¿Cómo ha ido tu fin de semana?-.

-Pues...-entre que no tenía ganas de sacar el tema y su presencia me incomodaba de vez en cuando, no estaba segura sobre qué decir-No gran cosa, ¿Y el tuyo?-.

-¿Ah no? Qué pena, he oído que habías cumplido y...He traído un regalo-dibujó esa deformada sonrisa en su rostro que solo conseguía que su presencia fuera aún más incomoda de lo que ya era-.

-¿Qué?-la verdad es que me tomó de sorpresa-.  ¿Cómo se había enterado?

-Es una rosa, de color rosa...Como tu pelo-me mostró aquella flor en mitad de la oficina y en horarios laborales, sin mayor reparo alguno-.

-Oh...-A este punto ya me había quedado literalmente sin palabras, así que simplemente me limité a intentar ser lo más amable posible-Es preciosa, gracias-.

-Como su nueva dueña-comentó por lo bajo y se retiró hacia su butaca de trabajo-. 

Oh, no...Como si los problemas con Marceline no hubieran sido suficientes ahora tengo a un compañero de mi misma oficina enamorado de mí. Pff. 

Sabía que Ricardo siempre había actuado de una forma un tanto peculiar conmigo... Pero aquello era lo último que me podría haber esperado en un momento tan crítico como este.

Típico.


(...)


Tomé el primer vuelo hacia la ciudad de regreso tan pronto como pude. Bonnie me había bloqueado de sus contactos y no podía llamarla ni mandarle mensajes de texto. Joder, ni que fuéramos novias peleadas... Esta mujer me iba a explotar la cabeza tan fuerte como un volcán. 

La verdad es que lo último en lo que podía pensar ahora mismo era en ir al trabajo, pero conociéndola, ella seguramente ya estaría allí desde las 10h... Eso si es que no había renunciado, todavía. Espero que su dramática personalidad no la hubiera hecho llegar tan lejos. 

-¡Hija! ¿Porqué no has venido con Bonnibel? Llegas tarde-me habló mi padre en cuanto me vio a punto de tomar el ascensor-.

-¡Luego te cuento!-alcancé a decir antes de que se cerraran las puertas-. Presioné el número del piso donde se ubicaba la oficina que le habían asignado a Bonnie, el mío podía esperar. Tenía que asegurarme de que al menos estuviera ahí y hubiera llegado bien.

En cuanto se volvieron a abrir las puertas, salí del ascensor a la misma velocidad que un rayo estalla en la tierra tras soltar un sonoro relámpago.

Entonces, pude divisar su figura tras los cristales de su oficina. Sin embargo, verla me causó el efecto contrario al que pensé que me causaría: Dolor. Un joven muchacho (que me resultaba extrañamente  familiar) estaba de pie frente a ella entregándole una Rosa que ella elogió (por lo poco que se podía escuchar) y le devolvió la sonrisa; Luego él le dijo algo que no alcancé a oír del todo y se fue hacia su mesa, igual de contento.

Había estado deseando poder ver a Bonnie desde que aterricé para poder sacarme un gran peso de encima y aliviarme con su presencia...Pero aquella escena con ella aceptando el regalo de una rosa con su mismo color de pelo, simplemente me había devastado lo suficiente como para ya no querer saber más nada sobre la chica de la que me había enamorado aquel día en el Starbucks. 

Starbucks Coffe © #BubblineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora