Jueves

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Por suerte, hoy comenzó a volver todo a la normalidad como desde el primer día en cuanto volví al Starbucks a la misma hora de siempre y ella cumplió con su horario laboral también. A diferencia de que, esta vez, nos teníamos más confianza que al principio.

Y eso me gustaba.

-¿Muchos pedidos hoy?-le mensajeé con una sonrisa mientras esperaba en su cola a ser atendida por ella-.

Como era de esperar, entre tanta gente casi no encontraba el tiempo para sacar su móvil (con una funda rosada, por cierto) y responderme, pero en cuanto pudo y lo hizo mientras preparaba un pedido, me buscó con la mirada entre aquella enorme fila en la que esperaba hasta que, finalmente, me divisó; Su mirada, de chica mandona y ocupada (pero divertida al mismo tiempo, ese era su encanto) me provocó otra sonrisa. 

Ayer antes de despedirnos a la salida del local nos habíamos pasado nuestros números. Le prometí que no se arrepentiría. 

-Buenos días, Bonnibel-mantuve mi sonrisa cuando, más tarde, llegó mi turno de pedir-.

-Buenos días, Marc-...-Pero al percatarse de mis últimas palabras, se detuvo-Espera, ¿cómo sabes mi nombre?-. Abrí la boca para intentar responder algo, pero el chico joven que ya conocía y que, al parecer, oyó nuestra conversación mientras atendía a los clientes de al lado, contestó por mí:

-Yo se lo he dicho-confesó sin dejar de atender a sus pedidos tan ajetreado como lo solía estar su compañera-Ella preguntó por ti ayer, ¿verdad?-nos dirigió por un segundo su mirada a ambas-. Afirmé con la cabeza, levemente sonrojada, mientras Bonnie (la abreviatura que me había inventado para su nombre y acabó gustándome) me miraba. Esa mirada que, desde el primer día que la vi, me había tenido tan hipnotizada. 

Pude notar como sus mejillas se volvieron a ruborizar por unos segundos una vez más.

-¿Capuchino?-cambió de tema intentando disimular su visible sonrojo-.

-Capuchino-volví a afirmar con mi cabeza mientras la miraba preparándolo como si fuera la primera vez que lo hiciera, recordando aquel momento-.

Podría decirse que aquella mañana había sido una buena mañana.

(...) *horas más tarde*

-Eres una caja llena de sorpresas-le mensajeé con una sonrisa en cuanto estuve libre de clientes-. Esperé su respuesta por un par de minutos, ansiosa, pero nada me había llegado durante los próximos diez minutos antes de que se acercara otro cliente al mostrador. Supuse que, siendo casi las dos de la tarde, ella estaría trabajando tanto como yo. Después de todo, ella misma me había dicho que trabajaba aunque aún no supiera dónde y en qué. Ahora que la conocía más, me picaba la curiosidad saber más sobre ella. Además, sería lo justo, pues desde un principio ella ya sabía eso de mí y gracias a eso es que nos habíamos podido conocer. Aunque pensándolo y analizándolo mejor, por una sola vez, agradecí haber tenido este trabajo. 

Otros diez minutos después, mi móvil volvió a vibrar. Por fin había respondido, incluso cuando supuse que se tardaría más en hacerlo:

-Tan sorpresiva como el cigarrillo que me debes-sonreí sonrojada al leer aquello junto a un emoji guiñando uno de sus ojos-. Apoyé mis dedos en el teclado para responder algo pero se me adelantó con un segundo mensaje:

-¿Nos vemos a las 5?-.

-Claro-Tecleé rápidamente junto a un emoji con una sonrisa-. Y al igual que el emoticono, sonreí mientras volvía a guardar mi móvil en mi bolsillo para seguir atendiendo más pedidos.

Por una vez en mucho tiempo, podría decirse que había sido una buena mañana. 


Starbucks Coffe © #BubblineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora