Desde ayer no podía dejar de pensar en el momento en el que Marceline había apoyado su mano contra la mía y nos habíamos quedado mirando la una a la otra como si el tiempo se hubiera detenido por un buen rato entre ambas. Lo que había restado del día, volvimos a intentar fingir como si nada hubiera pasado tal y como había sucedido durante la noche de su fiesta. ¿Qué pretendía...? Estaba más que claro que ambas sentíamos una atracción hacia la otra y quizá, algo más. Pero entonces, ¿Porqué seguir ocultándolo?
Aquella mañana trascurrió tan rápida y normal como cualquier otra, incluso más de lo que hubiera deseado, aunque tan solo esperara el momento para poder encontrarme con ella frente a la puerta de su casa.
Esta vez, había sido capaz de escuchar el despertador madrugando a la hora correspondiente y había llegado a tiempo. Como ya he mencionado, todo ocurrió de la forma más cotidiana y aburrida posible, excepto por un pequeño detalle: Marceline no sacó ni un solo cigarrillo en ningún momento del día. O, por lo menos, no que yo supiera.
-Estás muy callada hoy-comentó con una de sus típicas sonrisas que buscaban chincharme-.
-Y tu muy ecologista-contra-ataqué indirectamente mientras íbamos de camino al trabajo-.
-¿Ecologista?-cambió su inocente expresión de alegría a una de confusión-¿A qué te refieres?-. Respondí buscando mi rosado mechero perdido en alguna parte de mi bolso a juego con su color mientras lo encendía para mostrarle sus llamas tras haberlo encontrado un par de minutos después.
-Oh, ya lo pillo-sonrió al captar la indirecta-No siempre fumo, ¿sabes?-.
-¿Ah, no?-pregunté con curiosidad-Creía que si-.
-Bueno...Sí-se corrigió llevando una de sus manos por detrás de su nuca para rascarse de forma nerviosa-Pero no cuando me siento tan...-.
"¿Feliz?", me hubiera gustado terminar de completar su frase, pero aún no me sentía ni preparada ni del todo segura con ella como para hacerlo, así que me limité a preguntar en su lugar:
-¿Embobada?-.
-¡Sí! No, ¿Qué?-no pude evitar reírme por su repentino cambio de expresión, a lo que ella respondió con un leve sonrojo de molestia-. Era raro ver ese rojo en sus mejillas en ella, pero cuando lo hacía no podía negar que se veía de lo más tierna.
-Era broma-respondí finalmente tras dedicarle un guiño de ojo para intentar ablandar la situación entre ambas-.
-Si tu lo dices-fingió despreocupación mientras continuamos poniendo rumbo hacia la empresa de su padre-.
El resto de lo que quedaba de día había trascurrido tan normal como había empezado; Comenzaba a acostumbrarme a mi nuevo trabajo. Incluso aunque me hubieran asignado un piso diferente al que trabajaba Marceline, pues en cierto modo siempre solía terminar agradeciendo el hecho de que si no hubiera sido así, ambas nos la pasaríamos más distraídas de lo que ya lo estábamos cuando nos poníamos a chatear por mensaje y apenas podríamos avanzar en nuestros respectivos trabajos. Además, que cada piso constara con un guardia de seguridad personal que se encargaba de vigilar el comportamiento de cada uno de nosotros lo hubiera dificultado todavía más, aunque eso no quitara el hecho de que no pudiéramos seguir mandándonos mensajes de vez en cuando.
Cuando cayó la tarde y estaba por recoger y ordenar los papeles de mi oficina para guardarlos, mi teléfono volvió a vibrar una vez más. Lo revisé para ver de quien se trataba antes de abandonar mi puesto y dejarlo limpio para la mañana siguiente. Como era de esperar, era un mensaje de Marceline:
-¿Podemos hablar antes de que te vaya a buscar Mentita?-. A primera vista, su invitación me resultó algo sospechosa de procesar proviniendo de alguien como ella, pero finalmente acepté:
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Starbucks Coffe © #Bubbline
Teen FictionMe dirigía hacia Starbucks como hacía cada mañana para pedir una taza de café con mi nombre. Normalmente, no tenía tiempo para quedarme a tomarlo allí mismo, por lo que solía encargarlo para llevar. Sin embargo, la chica que me atendía, casualmente...