9:30 Hrs am.
Ambas nos encaminábamos hacia la empresa donde empezaría mi nuevo trabajo. Mentita se había encargado de llevarme hasta la casa de Marceline y ella, de llevarme hasta su trabajo. Según me había contado, durante el día de ayer (domingo) había conseguido convencer finalmente a su padre de que yo me pudiera incorporar a su empresa, pero con una condición, claro está: Su padre en persona iba a entrevistarme antes de cerrar oficialmente mi contrato junto al resto de sus empleados.
No podía negar que desde aquella mañana mi estómago apenas pudiera digerir lo poco que había desayunado a causa de los nervios que se habían apoderado de mí.
Desde entonces, ni Marceline ni yo volvimos a mencionar lo sucedido en su casa la noche de la fiesta del sábado por la madrugada.
-¿Nerviosa?-me preguntó casi en un tono burlón sentadas en unos asientos del subterráneo rumbo a su trabajo-.
-Cállate-me limité a responder apretando con fuerza mis sudadas manos-.
-Jajaja Tranquila, lo harás bien-intentó animarme restándole importancia a la situación-. Ambas permanecimos calladas en lo que quedaba de viaje hasta que nos detuvimos en la estación donde nos teníamos que bajar y decidí sacar a flote mis dudas en cuanto la pillé encendiéndose un cigarrillo de camino a las calles que nos faltaban por caminar antes de llegar.
-¿Desde cuando fumas?-. Cuando terminó de encenderlo mientras ingería su primera calada y metía su mechero en uno de los bolsillos de su chaqueta de cuero, me ofreció una expresión de confusión que terminó respondiendo a mi pregunta con otra pregunta:
-¿Quieres uno?-. Pero por alguna extraña razón, su desviado y repentino cambio de tema junto a su atrevida insinuación, me ruborizó.
-¡Claro que no!-me defendí, aunque no estaba muy segura de qué-Es solo que...-mis pensamientos y mis palabras al salir por los labios se trabaron por un breve momento de tiempo antes de continuar-Ya sabes, curios-...-.
-¡Cuidado!-me interrumpió apartándome del borde de la acera con intención de cruzar hacia el otro lado de la calle mientras un coche a todo trapo excedía su límite de velocidad-¡Mira por donde vas, imbécil!-intentó gritarle, en vano, mientras el conductor sacó por su ventanilla del coche ya bajada su dedo medio a modo de ofensa y respuesta al mismo tiempo-Capullo-terminó susurrando más para sí misma que para mí-¿Estás bien?-.
-S-sí-tardé en responder tras reincorporarme a lo que acababa de suceder-Gracias-. Ella se reincorporó conmigo tras una débil sonrisa mientras con otro calada a su cigarrillo, volvió a hablar:
-Te estaba bromeando-volvimos a intentar cruzar cuando la calle estuvo libre de coches "atropella-Bonnies"-Sobre lo de fumar-aclaró en cuanto percibió una expresión de confusión en mi rostro-Lo hago desde hace un par de años-.
-Oh-pero mis ganas de saber más sobre el tema llevaron a mi curiosidad a ir más allá-¿Y porqué?-. Antes de responder, terminó su cigarrillo dándole una última calada y apagándolo contra la suela de sus botas negras al arrojarlo en la última calle que nos faltaba por cruzar.
-Larga historia-pero su nostálgico tono de voz no la hizo dudar en cambiar de tema-¡Hemos llegado!-.
Al caminar un par de metros más hacia adelante, las espectativas que había tenido sobre la apariencia de la empresa se habían echo totalmente añicos; Era el doble de grande de lo que me había podido imaginar y constaba de un millar de pisos uno encima del otro cristalizado de un color rojo intenso que dejaba mucho que desear, junto a un peculiar nombre que lo describía en lo alto del todo: "Bienvenidos a Noche-empresferas S.A"
-Noche-empresferas-deletreé su nombre mirando hacia arriba-Menudo nombre-.
-¡Oye! Mi padre la fundó-se encogió de hombros-Será mejor que no lo juzgues-. Acto seguido, ambas decidimos entrar con paso firme hacia la entrada de la empresa de su padre. Desvié por un segundo mi mirada hasta el reloj de mi móvil: 10:00 Hrs am.
Había llegado la hora.
(...)
Aunque intentara ocultarlo, era casi imposible ignorar lo nerviosa que seguía estando desde que nos habíamos encontrado en la puerta de mi casa para llevarla hasta la empresa de mi padre. Sin embargo, tenía un presentimiento de que le iría bien. Después de todo, siempre la había visto más carisma como para terminar trabajando en un sitio así que en una simple cafetería...Donde yo debería de haber terminado trabajando. Incluso ese trabajo me pegaba más a mi que a ella. Además, trabajar en una empresa donde tu padre era el jefe y controlaba hasta el más mínimo detalle, no era lo que se llama del todo "agradable". Pero con el paso del tiempo, tuve que terminar acostumbrándome y no había sido tan malo como esperaba, pero aún así, seguía sin sentirme del todo cómoda sabiendo que tenía cerca su presencia allá a donde quisiera que fuera mientras me encontrara en horarios laborales. Incluso en los lavabos solía sentirme observada...Y eso ya era demasiado.
-Bueno, yo estaré en el décimo-séptimo piso-intenté ofrecerle mi mejor sonrisa mientras la acompañaba hasta la oficina de mi padre antes de despedirnos-Lo harás bien-.
-Espera-me detuvo antes de que pulsara el botón del ascensor-¿Cómo...-aún podía notarse algo de nerviosismo en su tono de voz-¿Cómo se llama tu padre?-.
-Hunson Abadeer-dije señalándole la placa de oro con su nombre incrustado en él por encima de la puerta de su oficina-Llámame si necesitas algo-le ofrecí una última sonrisa antes de cerrar por completo las puertas del ascensor mientras formaba con mi mano derecha la seña de "call me" al pulsar el número del piso hacia donde me dirigía para llegar hasta mi puesto de trabajo rutinario-.
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Starbucks Coffe © #Bubbline
Novela JuvenilMe dirigía hacia Starbucks como hacía cada mañana para pedir una taza de café con mi nombre. Normalmente, no tenía tiempo para quedarme a tomarlo allí mismo, por lo que solía encargarlo para llevar. Sin embargo, la chica que me atendía, casualmente...