Martes

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No tenía ganas de volver al Starbucks esta vez. No después de lo de ayer. Ni si quiera madrugando para no tener que encontrármela. Simplemente, no tenía ganas. Así que decidí levantarme un poco más tarde y desayunar en mi casa esta vez. No podía dejar de suspirar sintiendo un vacío en mi interior mientras el té se cocinaba. 

Entonces, acumulando mi desgano de aquella mañana, preferí apagar el agua antes incluso de que se pusiera a hervir. Salí de mi casa sin desayunar y con otra cosa en mis bolsillos que no fueran los cigarrillos. Caminé directamente hacia el subterráneo mientras me encendía uno. 

Iba a ser un día muy largo.

(...)

-¿Se encuentra bien hoy, señorita?-Me preguntó Mentita mientras conducía de camino al Starbucks donde trabajaba cada mañana-. No me molesté  en mirar por el retrovisor esta vez para devolverle la mirada o si quiera averiguar la expresión de angustia que llevaba.

Por lo menos, hoy no había tanto tráfico como ayer. Pero la peor parte del día  había sido cuando descubrí que, a pesar de que había llegado temprano esta vez, ella no había aparecido en ningún solo momento del día por el café.

Lo poco que me quedaba de ánimos, terminó desapareciendo en cuanto se hicieron las cinco de la tarde y mi turno finalizó. Aquel día se había vuelto más eterno de lo que realmente esperaba que se hiciera.

No obstante, para mi sorpresa, el resto de lo que sobraba de día empezó a cambiar en cuanto al salir por la puerta trasera del local, me la encontré a ella de pie y apoyada en la pared mientras se fumaba un cigarrillo que se estaba por acabar entre sus manos.

-Hola otra vez-me saludó en cuanto se percató de mi presencia-. 


MARTES 2.0 (el mismo día) 


-¿Has estado esperándome aquí hasta ahora?-me preguntó en el mismo tono de indignación que solía ponerme siempre, aunque se notaba que también se había sorprendido de mi presencia-.

-Si y no-me encogí de hombros disimulando despreocupación para ponerme a su nivel-.

-¿Qué...-Al principio, parecía como si las palabras no pudieran salir de su boca-¿Qué quieres decir?-.

-Pues que yo también trabajo, ¿sabes?-di una última calada a mi cigarrillo y  luego lo tiré al suelo para terminar de apagarlo con la suela de mis botas negras que llevaba puestas-. 

-Y...¿Y qué tiene que ver eso conmigo, porqué...Me estás siguiendo?-su asustada expresión facial empezaba a confundirme tanto como a preocuparme-.

-¿Siguiéndote?-mantuve mi rudo tono de voz con firmeza-Yo no te estoy siguiendo-le aclaré mirándola a los ojos, intentando buscar aliviar lo que sea que estuviera sintiendo en aquel momento-. 

-Sí, claro-ironizó con fuerza sus palabras en una media sonrisa que por alguna extraña razón, me enterneció-Por eso me estabas esperando a la salida del...¿Y cómo sabías que salgo de trabajar a esta hora?-cambió repentinamente de tema expresando sospecha en su mirada-. Esta vez, fui  yo quien esbozó media sonrisa antes de responder:

-Un poco tarde para darte cuenta de eso ahora, ¿no crees?-. La peli-rosada, avergonzada, permaneció callada; Pero su visible sonrojo en sus rosadas mejillas respondieron por ella.

Indignada, al fin se decidió en volver a soltar algunas palabras:

-No tengo tiempo para esto, mi chófer me está esperando-.

-Losé-volví a sonreír sin más esperando a que ella me volviera a mirar tan sorprendida como antes, al mismo tiempo que detuvo su repentino andar-. 

La parte más graciosa, es que lo volví a conseguir.

-¿Qué?-.

-Él me dijo que terminabas de trabajar a esta hora-la miré con picardía-. Ella se limitó a guardar tanto silencio como antes, anonadada por lo que escuchaba.

-¿Y cómo sabes tú quién es...?-.

-Tengo mis métodos-la interrumpí en un tono burlón volviendo a esbozar otra sonrisa-.

Sin entender nada, una vez más, la peli-rosada se mantuvo sin decir nada por un par de segundos que se volvieron eternos entre ambas hasta que, finalmente, decidió emprender paso hacia el otro lado de la calle.

-Ey, eh-eh,¡espera!-la detuve antes de que se alejara lo suficiente como para que se pusiera a cruzar-Vale, te lo diré-cedí con sinceridad-. Ella, aún con la misma expresión de indignación, me miró con molestia cruzada de brazos esperando a mi respuesta:

-Es el único coche rosa en toda la redonda-le expliqué-Supuse que...Como te gusta el rosa...-hice una breve pausa para dirigir mi mirada hasta su teñido pelo y luego continué encogiéndome de hombros-No sé, me arriesgué y al final acerté-terminé apoyando mi mirada en la suya, apenada-Sonará ridículo, pero es la verdad-. La chica, aún callada, se quedó ahí parada por un par de segundos más penetrando profundamente su mirada contra la mía debatiendo entre si creer en mis palabras o no, antes de coger uno de los cigarrillos que me quedaban visibles en el paquete que sobresalía de mi bolsillo y después sacó su propio mechero para encenderlo frente a mí mientras se disponía a cruzar de una vez por todas al otro lado de la calle donde su chófer la estaba esperando.

-¡Oye!-Le reclamé exclamando en cuanto lo hizo, pero la peli-rosada ni se inmutó ante mi queja-. Le sonreí por eso mientras la observaba dar la primera calada al cigarrillo tras despedirnos.  No sabía porqué, pero que se hubiera atrevido a hacer algo así frente a mí, me había gustado tanto que me terminó provocando escalofríos de cabeza a pies.

Qué mujer.

(...)

De camino a mi apartamento mientras me terminaba de fumar el cigarrillo de la peli-negra con la ventana bajada del coche, Mentita permaneció callado luego de nuestra cortante y breve conversación:

-Señorita, no creo que sea correcto que se ponga a fumar en el...-.

-Calla y abre la ventana-le ordené en cuanto arrancó el coche-Tampoco es correcto ponerse a hablar con extrañas y darles información sobre mis horarios de trabajo-.

En cuanto llegamos, decidí esta vez entrar con paso firme hacia mi piso luego de apagar el cigarrillo contra el borde de la basura que ofrecía el apartamento y arrojarlo allí mismo.

Lo primero que hice al llegar, fue dejarme caer sobre el sillón de mi comedor. Entonces, mi mente empezó a divagar, otra vez. ¿Porqué estaría "Marcy" (O por lo menos, ese era el nombre que solía escribirle en sus vasos de capuchino del Starbucks) tan interesada en mí? ¿Y porqué no habría venido aquella mañana a pedir su habitual desayuno que solía prepararle pero se había quedado esperándome en la salida? Y esa sonrisa...Pensé recordándola antes de despedirme de ella. ¿Acaso le gustaba? ¿Acaso me gustaba? Suspiré dándome media vuelta y cogiendo uno de los colchones del sillón para presionarlo con emoción contra mi pecho. Sin darme cuenta, poco a poco me fui quedando dormida allí mismo; Sin cambiarme, sin cenar, sin poner el despertador...Sin nada.

Simplemente pensando en ella. 

Starbucks Coffe © #BubblineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora