Cap 3 - "James, corre"

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{19 de Septiembre. Viernes}

El pelinegro se pasaba todas las noches pensando en los posibles motivos de sus acciones, se comenzaba a sentir ansioso de saberlo todo sobre ese chiquillo, sus problemas, sus deseos, sus sentimientos....."Pero eso no quiere decir que me haya enamorado de él, además tengo novia" - Pensó William auto convenciéndose de algo, algo que él mismo tenía muy claro desde el principio, no se quería enamorar de él, este quería mucho a su novia como para dejarla, aunque sí es verdad que poco a poco se comenzaba a ganar la aceptación de ese frío rubio.

Dean salió de su pequeña habitación bastante temprano para preparar el desayuno de todos, lo último que el ojiazul quería era molestar a su padre con semejante tontería. Una vez ya servida la comida llegó su padre con aspecto cansado y grandes ojeras ya que anoche llegó bastante tarde a casa.

- Buenos días hijo - El hombre de mediana edad se sentó en la mesa y comenzó a degustar su porción de comida - No está mal - Dean suspiró de alivio ante el comentario de su padre, le alegra muchísimo el hecho de que le gustara el desayuno, James entonces apareció en la cocina y se sentó en su lugar correspondiente, al lado de su padre, con temor.

Pasaron unos minutos y el señor arrugó su nariz dejando de comer, gesto que los asustó a ambos - ¿Cuántas veces te he dicho que me des los buenos días? - Su voz daba miedo, y era la alerta que tenía de que otra vez le estaba ocurriendo lo mismo de siempre. Los hermanos se miraron y salieron corriendo de la casa lo más rápido que pudieron, aún así un veloz y enfadado padre de familia agarró a James del cuello de su uniforme.

- ¡No! ¡Déjame! - Dean corrió a por su hermano y lo arrancó de las garras de ese sujeto al que tanto detestaban - ¡James, corre! - El hermano mayor empujó a su hermano fuera de la casa como señal para que se fuera y se llevó como consecuencia una patada endiabladamente fuerte en el estómago, una patada que logró sacar todo el aire de sus pulmones para hacerlo caer al suelo en una postura fetal.

El despiadado hombre lo tomó por los pelos levantándolo a su altura y lo soltó, dejándolo caer al suelo sin ningún cuidado, un ruido sordo sonó en la casa que segundos antes estaba en silencio, ahora gritos de dolor salían de la boca del adolescente cuando este comenzó a patearle todo su cuerpo de arriba a abajo mientras reía sádicamente, allí se encontraba el loco de su padre, Henry.

Cuando una última patada asestó su estómago con fuerza el menor escupió un líquido pringoso y rojo pasión - Uf llego tarde al trabajo, cuando llegue quiero la cena lista, y limpia este desastre - Dijo con gesto burlón y divertido para posteriormente salir de la casucha dejando a Dean en el suelo moribundo.

El ojiazul no sabía qué hacer, no podía moverse por el dolor punzante que sentía en todos los rincones de su cuerpo endeblucho, quería algo que le hiciera deshacerse de su dolor. Se quedó allí tumbado sollozando intentando que el dolor se apaciguara, pero no lo hacía y de tanto apretarse el labio como lo hacía incluso se lo hirió, el sabor metálico de su sangre se metió de nuevo en su boca dándole arcadas y haciéndolo vomitar.

Se apartó un poco para no rozar el vómito y cerró sus ojos ¿por qué le tenía que pasar esto a él? ¿por qué tenía que pagar los humores de su padre? ¿por qué nadie estaba ahí para ayudarlo? La cabeza del adolescente estaba plagada de preguntas, todas comenzando por "¿Por qué?" Volvió a toser sangre, tendría una hemorragia interna, aún si llegara a morirse el único que le echaría de menos sería su pequeño hermanito James, no le importaba lo más mínimo a cualquier otra persona.

Adormilado casi al borde del desmayo unos agitados pasos se escuchaban en el exterior, la fricción de una suela de goma y los adoquines de la entrada de su casa, la puerta se abrió de un golpe y un fuerte sonido retumbó en la cabeza del malherido - ¡Dean! - Él menor abrió sus ojos con pesadez y de la misma sorpresa volvió a toser ese líquido pegajoso de color carmesí.

- Tranquilo, tú solo relájate - Él pelinegro observó la terrible escena que había dejado su "padre" tras su paso. El suelo de madera vieja estaba manchado con una mezcla de sangre y vómito que desprendían un olor no muy agradable, a su lado Dean se encontraba en el suelo echo una bolita mientras temblaba de miedo y gemía de dolor. Su bondadoso corazón se encogió al ver semejante caos delante de sus ojos.

William se agachó para quedar a su altura y con un cuidado milimétrico fue levantando poco a poco al rubio para tumbarlo en el sofá, marcó el número de la ambulancia por el simple hecho de que tenía una hemorragia interna y no quería que esta misma se agravara y lo único que pudo hacer mientras esperaban era calmarlo lo mejor que podía.

- ¿Sabes? Tú hermano vino a buscarme corriendo al instituto diciendo que estabas en peligro, James te adora - Finas lágrimas salían de los irritados ojos del más bajo, él siempre intentaba proteger a su hermanito, era solo un niño y no quiere que sufra de más, pero escuchar esto le parte el corazón en pedacitos - Oye, no llores más - Un tono dulce y cálido recorrió el cuerpo de Dean calmando un poco el dolor, sus mejillas estaban siendo acariciadas con cariño por primera vez en mucho tiempo, desde que......

El sonido de las sirenas de una ambulancia inundó todo el ambiente agradable que se había formado, Will aliviado se levantó para recibirles, pero una temblorosa manita agarró su camiseta - N..no te va..vayas - Este gesto tan tierno impropio de él hizo que el corazón del de gran sonrisa diese un vuelco. Se volvió a arrodillar y acarició de nuevo su mejilla - Me voy a quedar contigo hasta que te cures ¿sí? - Por fuera esbozaba una tranquila y calmada sonrisa, pero por dentro estaba nervioso y asustado a la par que lleno de ira ¿cómo le podían hacer eso a semejante lindura? Como pille al causante le hará pagar bien caro. Los paramédicos llegaron con una una camilla en la que subieron al chico con cuidado, mientras el más alto no soltaba su mano.

En el vehículo los especialistas le pusieron una vía en la que le conectaron una bolsa de suero, ajenos a lo demás ambos estaban concentrados en la mirada del otro, los ojos del mayor para Dean eran sencillamente hermosos  podía apreciar como su iris estaba contraído dejando notar que él tenía miedo y preocupación, y a los ojos de William los del contrario le parecía muy interesantes, eran de un gris azulado, la parte exterior grisáceo y el interior azul pálido, recreando lo que sería lo mismo a un paisaje del ártico.

Nada más llegar y con prisas los sacaron de la ambulancia y Dean regresó a la realidad, miraba frenéticamente en todas direcciones buscando a aquel moreno que le transmitía semejante tranquilidad - ¡Te estaré esperando! - Gritó el que estaba más preocupado de los dos con la intención de que este se calmara un poco, y así fue.

Se sentó abatido en la sala de espera sujetándose con las manos una pesada cabeza, todo había ocurrido demasiado rápido y le estaba costando asimilarlo, además, ¿por qué se tiene que sentir tan raro con él? Es algo nuevo y de tanto pensar un dolor de cabeza está llamando a las puertas de su cuerpo. Y para no agotarse más intentó dejar la mente en blanco y cerró los ojos mientras esperaba noticias sobre el rubio, más no lo consiguió.

Dean (+18 - Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora