βαΩ |||

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¿En qué demonios se metió y como se lo explicaba a Kasuga?

Se planteo y replanteo la idea de comentarle al castaño miel su situación actual con el pelirrojo —que por broma del destino o ha lo que sea que crean— termino por ser el fundador de esa secta. Mientras caminaban por los pasillos el nudo en su estomago se acrecentaba y sus manos sudaban; en varias ocasiones su verdugo se volvió a verlo con desconcierto. Se vio tentado a decirle, pero algo lo impedía. Fue justo a un par de puertas que lo decidió.

Akashi Seijūrō no tendría el remordimiento después de hacerle algo por su apasionado encuentro en el balcón de aquella fiesta; en cambio, si Ryuhei lo perdonaba incluso podría excusarse por él y ya no tendría que vivir con el tormento. Con eso en manos actuó. A pocos metros de llegar sostuvo su mano, le indico con un ademán de que guardara silencio y lo obligo a regresar sobre sus pasos —Extrañado le siguió hasta la habitación—

— ¿Kōki? —Pregunto. El morocho trabo la puerta con seguro y se aseguro debidamente que nadie pasara por el pabellón. — ¿Qué sucede?

Furihata lo miro por breves segundos antes de repetir su acción y guiarlo al pequeño cubículo sanitario que se creo en el despacho. Se espanto de sobre manera al verlo colocar una toalla a la fisura entre el piso y la puerta. Lo creyó loco.

—Kōki. —Lo detuvo esta vez. — ¿Qué esta sucediendo?

La mirada que le lanzo no le dio buena espina; tuvo un retroceso en el tiempo, cuando Kōcchan era niño y realmente lograba hacer algo malo acudía a sí con esa mirada. Con los lapsos y algunas riñas de por medio consiguió que su revoltoso niño se calmara, empero ahora, tenía que ser muy grave para que acudiera de nuevo a su presencia.

—Lo insulte. —Fue lo primero en escuchar. Desorientado junto las pocas piezas del rompecabezas, inclusive si faltaban muchas y no comprendía nada. Furihata al ver su ceño fruncido aclaro su duda, con creces. — Lo llame Alfa arrogante.

Con la palabra en clave logro terminar su acertijo de un golpe, vaya que golpe.

— ¿Qué? —Articulo, pasmado.

—S-Sucedió en la misión a cargo mía; Me asusto y lo ignore pero insistía en que era un Omega con agallas.... —Su cuerpo flotaba cual pluma cayendo a la sublime tierra, su mente se encontraba divagando entre las palabras a gran velocidad, no entendía nada por la manera en la que las decía además tampoco quería conocerlas. —... Me olfateo, por dios Ryuhei, ¡Paseo su nariz por mi cuello! Y me gusto. —Susurro lo último.

Eso si que lo capto.

— ¿Qué? —Paseo sus manos por el rostro aun estupefacto. No podía creer todo lo que decía. — Kōki... ¿Te gustó?

Avergonzado de pies a cabeza no le quedo más que asentir con la mirada desviada; como pudo Furihata se dejo caer en el retrete, cubriendo sus mejillas.

—No lo sé. —Contesto. — Me recorrió un ansía enorme por que me mordiera.

— ¿Te refieres a una mordida cualquiera? ¿O a un lazo?

Furihata tuvo miedo de esa pregunta. Con un lado irracional miro esperanzado a su leal amigo, si él causaba la misma sensación que lo lleno entonces no sería instinto, ¿Verdad?

—Ni lo pienses. —Antes que todo le interrumpió. —No lo haré.

—Por favor. —Rogó. Kasuga suele ser débil cuando le ruega. — Ryuhei.

El mayor trato de centrarse en otra cosa que no fuera en la figura que Kōki reflejaba; si lo veía de reojo si quiera terminaría como una madre cumpliendo el capricho de un hijo mal portado celoso de un hermano mayor recompensado. Fallo miserablemente.

SencillamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora