Before I fall | «Yoonmin».

32.

Apoyó su cabeza contra la puerta mientras su mano sostenía el pomo de ésta, sin moverlo en absoluto, sopesando la idea de que quizás la puerta se encontraba cerrada con llave. Tal vez debía tocar primero. Suspiró mientras se daba la vuelta y apoyaba su espalda contra la madera. Y si la puerta estaba abierta, ¿qué diría una vez que entrara?

Aún se encontraba agitado. Todo era tan confuso, incluso aunque supiera exactamente qué significaba aquello, era demasiado necio y orgulloso como para admitirlo, incluso para sí mismo.

Pero necesitaba hablarlo.

Se giró y determinado, sin pensar en nada por un par de segundos y antes de arrepentirse, tocó la puerta y esperó una respuesta.

—¿Sí? —escuchó su voz responderle del otro lado.

Se armó de valor y volvió a tomar el pomo de la puerta para abrirla y rápidamente adentrarse en la habitación antes de acobardarse y marcharse. Una vez dentro, miró la cama frente a él vacía y se sorprendió, y antes de poder preguntarse dónde se encontraba le vio de pie frente a lo que parecía ser un closet y una maleta a su lado.

Carraspeó para evitar que su voz se cortara a media frase.

—Tengo que hablar contigo —anunció.

—¿Qué pasa?

Guardó silencio. ¿Qué debía decir? ¿Cómo podía ponerlo en palabras? Estaba avergonzado.

—Yoongi, ¿qué pasa? —insistió.

Inhaló lo más que pudo de aire y comenzó a prepararse para hablar. Debía sacar valor de donde no tenía y comenzar a hablar de una buena vez.

—Yo...

—¿Tú... qué? ¿Qué pasa? Me estás asustando.

Yoongi vio como soltó lo que tenía en sus manos y comenzaba a acercarse a él a un paso tan lento que lo estaba matando.

—Estoy avergonzado —admitió.

—¿De qué?

La habitación se encontraba casi en penumbra, alumbrada por una pequeña lámpara que irradiaba una diminuta cantidad de luz al lado de la cama, y estaba sonrojado. Sabía que no se veía, pero eso no hacía a la sangre bajar de sus mejillas.

—Tuve un sueño.

—¿Conmigo...? —le escuchó preguntar con temor en un susurro.

—Con Jimin.

Yoongi vio como la boca de la morena se abría lentamente y una sonrisa comenzaba a formarse en sus labios.

—¿Qué soñaste?

—Estoy avergonzado —repitió el verdementa en un susurro.

—Dime qué soñaste, Yoongi —pidió Melissa, sonando tan burlesca que estaba logrando que se arrepintiera de haber tocado la puerta en primer lugar.

Yoongi escondió su cara entre sus manos, ahogando un suspiro y quejándose como si hubiera sido lo peor que le pasó en la vida.

—Le dije que me gustaba... —la morena escucho en un susurró tan bajo que hasta pensó que estaba alucinando.

La sonrisa comenzaba a borrarse del rostro de Melissa.

—¿Eso era? Tu subconsciente lo sabe, yo lo sé, todo el mundo lo sabe, que no lo quieras admitir es otro problema —musitó mientras volvía a tomar lo que había tirado en el suelo—. Hiciste que me asustara, imbécil; pensé que había pasado algo malo.