Capítulo V

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Aún no habían comenzado las distintas pruebas que acompañaban a la celebración de festival, todos los Lairds, o la persona designada para representar a su clan se encontraban en la reunión previa al inicio de las pruebas. Era tradición que al clan ganador el último día del festival se le concediera una petición, lo que comenzó como apuestas, acabó siendo algo oficial, para dejar constancia de las peticiones de celebraba una reunión. Cada clan podía solicitar lo que más desease y no se le podía negar, las peticiones siempre eran muy variadas, desde grano o ganado, hasta sementales para cruzar, curanderas para enseñar el arte de la sanación,... Y en alguna ocasión la formación de alianzas entre clanes.

- Da comienzo la reunión previa al inicio de las pruebas del festival- alzó la voz el Laird Stuart para hacerse oír entre las voces que el resto de Lairds presentes, al ser el anfitrión debía de dirigir la reunión- Tomen asiento, comenzaremos a anunciar nuestras demandas para que quede constancia de todas, y el último día del festival proclamaremos al clan vencedor y la demanda que solicitó delante de todos los clanes.

- El clan Chattan solicita como premio 100 hombres para trabajar en la reconstrucción de la muralla durante 3 meses.

- El clan Macnab pide como recompensa 3 sementales Comyn para la cría equina.

-El Comyn pide 20 kg de grano como premio.

-El clan Stuart pide 30 cabezas de ganado como recompensa por ganar el festival.

-El clan McDougall solicita una curandera para instruir a nuestras mujeres.

-El clan Lennox solicita la mano de la hija del Laird McDougall- un silencio atroz se hizo en sala, momento antes de que Angus McDougall saltase por encima de la mesa para coger por cuello al Lennox.

-¿Con qué derecho os creéis para solicitar a mi hija como premio? ¡Antes os mató por esta afrenta!- gritaba el Laird mientras mantenía suspendido en el aire al Lennox.

-Viejo amigo- medio Jamie Stuart- recuerda que cada clan puede solicitar lo que desea como premio, es la costumbre.

-¡ Me importa bien poco la costumbre! Es mi hija, y no será tratada como ganado, además el no es Laird, no puede pedir nada.

-En realidad- intento hablar el Lennox , pero le resultaba difícil con dos manos entorno a su cuello- aquí traigo una carta sellada por mi Laird en la que me autoriza para solicitar lo que considere necesario para nuestro clan, y en este caso solicito una señora para nuestras tierras.

- ¡Jamás!- volvió a bramar Angus- ¡No lo permitiré! Antes os mato.

-Angus recapacita, sabes que no puedes negar una solicitud- medio en esta ocasión el Laird Comyn.

-¿¡ Qué estáis diciendo!? ¿Qué regalé a mi hija? Antes prefiero verla en un convento inglés. Mi hija no se casará.

-¿Y si no se casa?- interrogó el Macnab- ¿Y si fuera un  handfasting? Tu hija solo tendría que estar casada por un año y un día en caso de que no cambiase de opinión.

-¡No! Y es mi última palabra, mi hija no se casará y si para ello es necesario   derrotaremos a los Lennox en todas las pruebas.

Kenna ajena a lo que ocurría en la reunión de Lairds, paseaba el patio central, viendo como cada guerrero presumía frente al resto de sus excepcionales dotes, lo cual le hacía bufar, ella sabía que podría ganar en más de una prueba, pero no pensaba enfadar más a su padre participando, bastante milagro era que le hubiese permitido quedarse, no pensaba tentar a la suerte. Se fue acercando a sus hermanos, que no estaban exentos de bravuconería, y se regaban con otros guerreros, ¡hombres!

-¡Hey pequeña!- la llamo su hermano mayor Keitan- ¿Por qué no nos ayudas a demostrar a estos Chattan quienes son los mejores arqueros de todas las highlands? ¡Incluso las mujeres McDougall son capaces de ganaros!- Kenna sonrió a su hermano, no tenía remedio, le encantaba presumir ante cualquiera, y en más de una ocasión se había metido en problemas por ello.

-¡Vaya hombres que tienen los McDougall! Que necesitan que una mujer los defienda- respondió el aludido de los Chattan.

Esta vez los tres hermanos McDougall estaban enfadados, nadie podía dudar de su masculinidad, pero fue su hermana la que contraataco.

-¿Qué te parece si vemos quién más puntería? Una pobre mujer o un bravo guerrero como afirmas ser- Kenna estaba enfadada, no soportaba que por ser mujer la considerarán inferior, o que como en este caso pensaban que era muestra de debilidad que sus hermanos la apoyasen.

Unas horas después aún se oían las risas y las bromas que hacían hacia el clan Chattan, por la enorme derrota que habían sufrido a manos de la menor de los McDougall, que había demostrado una pericia asombrosa con el arco, dando siempre en el centro de la diana incluso en la ronda que hicieron con los ojos vendados.

La rosa escocesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora