Capítulo VIII

11K 1.1K 28
                                    

Entre vítores de los asistentes finalizó la ceremonia, tras la cual todos los invitados se encaminaron al interior del castillo para celebrar una gran festín en honor a la pareja.

Kenna prefirió retrasarse un poco, para ella no había nada que celebrar, además quería hablar con sus hermanos. Tenía necesidad de pasar todo el tiempo que fuera posible con ellos, algo dentro de ella le decía que muy pronto se alejaría de ellos y no los vería en mucho tiempo, sólo de pensarlo su corazón se le paraba.

- ¿Chicos no pensáis felicitar a vuestra hermana por sus recientes nupcias?- preguntó Kenna a la vez que abría sus brazos, los cuales fueron ocupados en seguida por tres enormes guerreros, el amor que se profesaban entre sí no tenía igual. Los iba a extrañar y mucho.

- Nuestra pequeña ya es una mujer casada, haber si tomas nota Keitan, vergüenza tendría que darte que tu hermana pequeña se haya casado antes que tú - dijó Kieran, provocando la risa de su hermanos y un bufido por parte de Keitan.

- ¿Kenna sabes que siempre podrás contar con nosotros?- le preguntó su hermano mayor obviando la broma de segundos antes- Y en pasar el año las puertas de nuestro clan estarán abiertas si deseas regresar- los cuatro hermanos estaban igual de emocionados, está boda suponía para ellos una separación, y no sabían cómo seguir sin derrumbarse.

No pudieron seguir hablando pues el hombre de su marido, del cual no sabía el nombre, vino para llevársela a la celebración, era extraño que la celebración fuera como la de una boda normal, teniendo en cuenta la ausencia de su esposo. Mientras cenaba la curiosidad le pudo y se giró hacia su acompañante para obtener algo de información.

- Bueno, me podrías contar algo de mi reciente marido...- no sabía cómo seguir, no sabía ni su nombre, como iba a conseguir que le diera algo de información relevante.

- Arthur mi señora, mi nombre es Arthur, y en cuanto al Laird...- pensó dudoso, haciendo una pausa para ver cómo continuar- Rhys Lennox es un gran guerrero, es querido por su gente, además es un hombre honorable, cuando su padre falleció tomo el relevo a pesar de ser muy joven, se hizo cargo de todos, adora a su madre y a sus hermanas, tendríais que ver el cariño con que las trata.

A Kenna le gustó la información, no parecía un mal hombre, a lo mejor su convivencia no tenía porque suponer un calvario para ninguno de los dos. Kenna y Arthur siguieron hablando de manera amena el resto del convite, cuando esté llego a su fin Kenna no sabía dónde esconderse, estaba muerta de la vergüenza. Pues debía dormir con Arthur, o eso pensaba, al ser una boda por poderes el representante de la parte faltante debía dormir junto a la pareja, ocupando el papel, en este caso del marido. Arthur la miró y soltó una fuerte carcajada.

-Kenna no me mires así, no voy a dormir contigo, primero porque tu padre me amenazó con dejarme sin descendencia si lo hacía, y dos, si se llega a enterar Rhys soy hombre muerto- dijó mientras otra carcajada escapaba de su pecho- Sólo tendrás que dormir con este trozo de metal - señaló la espada de su esposo, la misma que había visto en la ceremonia.

Que genial noticia, en su noche de bodas no dormiría con su esposo, tampoco con su representante, solo tendría que dormir junto a un frío trozo de metal, el alivió que sintió Kenna fue inimaginable.

Una vez en la cama, no podía dormir, no dejaba de observar la claymore que compartía su lecho, era enorme y pesaba muchísimo, su marido debía de ser un guerrero muy fuerte si era capaz de levantarla y blandirla, se preguntó si también sería atractivo, de qué color serían sus ojos, cómo sería su voz,... Sin darse cuenta, pensando en cómo sería Rhys se quedó dormida. El siguiente día sería un día definitivo para Kenna, pues durante la cena Arthur le contó de sus planes para partir hacia tierras Lennox al día siguiente.


La rosa escocesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora