Capítulo IX

11.9K 1.1K 56
                                    

El día amaneció nublo y frío, parecía que el clima se había puesto de acuerdo con su estado de ánimo. Hoy emprenderían el viaje a las tierras Lennox, el trayecto solamente les llevaría un día de viaje si no realizaban muchas paradas, por suerte para Kenna le encantaba montar a su yegua chocolate Neart (fuerza). Sabía que cuando llegase al salón y se encontrase con su familia no sería capaz de contener sus lágrimas, ese viaje significaba decir adiós a todo y a todos los que conoce, despedirse de su familia sin saber cuándo los volverá a ver y sobretodo un viaje hacía lo desconocido ¿que podría esperar en tierras Lennox?

Se aproximaba a la mesa en la que estaban sus hermanos cuando vio como la miraban estos, entonces se dio cuenta de lo que sucedía, tras su reciente matrimonio Kenna debía ocupar un lugar en la mesa presidencial junto al resto de Lairds y sus esposas. Durante el desayuno Kenna no quiso participar en las conversaciones que a su alrededor de desarrollaban, no tenía ánimos para fingir interés por esas conversaciones triviales y frívolas que sus compañeras se empeñaban en sacar a colación.

Intentó retrasar la despedida lo máximo posible, pero era algo inevitable, no podía partir sin antes despedirse de su familia, un pedazo de su corazón se quedaba allí junto a ellos. Entre abrazos, besos y palabras de cariño, Kenna llegó junto a su yegua y una vez encima de la misma tuvo que ocultarse bajo su capa para evitar que su familia viese la pena con la que se alejaba, ¡ojalá pudiesen viajar junto a ella! Pero sabía que no era posible, su padre como Laird tenía la obligación de estar junto a su clan, Keitan como heredero debía de estar junto a su progenitor, ayudándole en lo que fuera necesario para demostrar el gran líder que sería en un futuro, los gemelos también tenían sus obligaciones que atender, pero a pesar de todo decidieron escoltar a su hermana hasta su nuevo hogar, así por lo menos, y a pesar de estar en una tierra extraña tendría a sus dos hermanos de apoyo.

-Marchemos pronto, con un poco de suerte esta noche estaremos durmiendo en nuestros lechos- gritó Arthur, iniciando la marcha de camino a su hogar.

La comitiva emprendió la marcha, Kenna escoltada por sus hermanos Kieran y Niall viajaban rodeados de Lennox, era extraña la situación, a pesar de ser su nueva señora se sentía como una forastera entre esos hombres, aunque bien visto ella era una extraña para esa gente. Sus hermanos comenzaron hablar con los hombres que los acompañaban, ella sin embargo no dejaba de pensar en las amargas palabras que salieron de la boca de Evan al despedirse, no podía creer que hubiese estado enamorada de ese subespecimen de ser humano.

-Kenna podemos hablar antes de partas- Kenna aún sabiendo que estaba mal, no pudo evitar emocionarse de tenerlo tan cerca- ahora que eres una mujer casada, ¿Qué te parecería que cuando tu marido parta te visito? Sé que te gusto, ¿A quién no? Podría hacer más amenas tu soledad - Kenna no creyó lo que estaba oyendo, le estaba ofreciendo que se convirtiera en su amante, si no fuera porque sus hermanos se acercaban en ese momento lo abofetearia.

- Por el aprecio que te tienen mis hermanos, olvidaré esta conversación.

- Sabes que no serás capaz, vamos, eres una mujer, y a mi ninguna se me resiste.

Idiota, idiota, idiota, había sido una idiota por haber llegado a sentir algo por él. Ella que creía que era un hombre perfecto, y en su hogar había cerdos con más honor que ese baboso. ¿De verdad pensaba que ella aceptaría ser su amante? ¿Ese aspecto daba? No era buena para ser mujer pero si para retozar.

Sin saber cómo, una flecha paso entre ella y sus hermanos, un gritó de guerra se oyó a su alrededor, era una emboscada, los estaban atacando. Los hombres Lennox comenzaron a luchar contra sus atacantes, mientras los McDougall permanecían juntos, para combatir a cualquiera que se acercase, Kenna sacó de la alforja de su hermano su espada, no pensaba esperar a que la defendieran.

Kenna pudo observar como los Lennox iban acabando poco a poco con los asaltantes que se les acercaban, sus hermanos tampoco se quedaban atrás, pero pronto tuvo que centrarse en su propia lucha.

-¡Pero mirad que hermosa palomita! Ten cuidado con eso no te vayas a cortar- dijo el hombre mientras se acercaba a ella.

- Yo de vos me preocuparía más de mi mismo- dijo Kenna mientras se lanzaba al ataque, tras varios choques y paradas, Kenna consiguió deshacerse de su contrincante justo a tiempo para ver cómo otro hombre se acercaba por la espalda a Arthur, el cual quedó sorprendido al girar hacia su atacante y verlo caer desplomado. De su espalda asomaba una daga, la cual había sido lanzada por su nueva señora. Cada vez estaba más seguro de su decisión.

Os dejo una foto de Kenna sobre su magnífica yegua Neart

La rosa escocesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora