-¡Enhorabuena por la futura paternidad Laird Lennox!- dijo Evan, pero no miraba en ningún momento a Rhys, su mirada estaba clavada en Kenna, y algo en la forma de mirar a su esposa le daba mala pinta a Rhys, la miraba con fijación, hasta juraría que con deseo, pero eso no podía ser ¿no? Se conocían de toda la vida, se podría decir que eran hasta amigos, nunca le haría algo así, además tenían entendido que también era muy buen amigo de los hermanos de su esposa, y se había casado hacía poco también. Debía de estar paranoico, pero juraría que su esposa estaba tensa, incómoda ante Evan. Tendría que averiguar por qué.
-Gracias Evan, seguro en poco tiempo tu también recibes buenas noticias por parte de tu esposa- en ese momento Evan dejo de observar a Kenna para mirar a Rhys, ¿con lo que parecía rabia?
-Si, claro, seguro que mi esposa no tardará en quedar en cinta- tras estas palabras se retiró, dejando a Rhys algo molesto, no esperaba esa reacción.
-¿Querida te encuentras bien? No tienes buen aspecto- dijo Rhys abrazando a su esposa preocupado, desde que se enteró de su estado un instinto de protección despertó dentro de él.
-Si esposo- dijo Kenna acariciando la cara de Rhys- solo estoy un poco cansada, será por la emoción.
- Ve arriba y descansa, debes cuidarte por los dos- dijo Rhys acariciando su aún no abultado vientre.
Kenna salió del salón, pero quería ver a su yegua antes, estar con ella le recordaba a su antiguo hogar y tal vez así se calmase, no le gustó nada como la había mirado Evan. Desde la última vez que lo vio algo había cambiado en él. Ya no le parecía ese guerrero perfecto, si no más bien una vil alimaña. Prefería dejar ese rumbo de pensamientos, no le hacían bien. Quería centrarse en la gran noticia, cada vez estaba más enamorada de Rhys, su marido a pesar de ser un gran Laird, en la privacidad era un marido atento y cariñoso, y eso había hecho a Kenna quererlo cada día más, pero no sé atrevía a confesarselo, ¿y si él no sentía lo mismo? Aún no estaban casados de forma permanente, en unos meses su unión finalizaría. Sin saber cómo llego a la cuadra donde estaba su yegua y comenzó a cepillarla, necesitaba despejarse, por un momento centrarse en otra cosa que no fuera la situación en la que se encontraba.
De repente alguien le tapó los ojos mientras se pegaba a su espalda.
-Hola preciosa, ¿como has podido entregarte a ese inútil? Debías ser mia- dijo mientras besaba su cuello.
-¡Sueltame ahora mismo!- gritó Kenna.
-Te aseguró que lo último que querrás será que te deje- decía mientras la apretaba contra su pecho- vas a disfrutar como nunca antes- de un movimiento la aprisionó con la pared mientras la besaba.
Kenna sin saber que hacer el mordió el labio, apretó con todas sus fuerzas hasta que noto el sabor de la sangre en su boca. Evan gritó a la vez que abofeteaba a Kenna.
-¿Cómo te atreves puta? Te crees una señora y no eres más que una sucia gitana, te iba a conceder el honor de calentar mi cama y me atacas- levanto a Kenna del cuello y comenzó a apretar.
-¡Evan Stuart o sueltas a mi señora o yo mismo te mataré!- ninguno de los dos había oído a Arthur entrar a los establos, pero Kenna agradeció a Dios su presencia.
-¿O que me harás mequetrefe? No eres nadie, ¡lárgate!
- O la sueltas o te mato- anuncio Arthur desenvainando su espada.
- Ya veo- dijo mientras soltaba a Kenna, la cual cayó al suelo e intentaba respirar con cierta dificultad- ¿Tú afán por defenderla no se deberá a que el hijo que espera es tuyo? He oído que pasáis mucho tiempo juntos- Arthur ardía se la rabia, cuando vio como Evan seguía a su señora algo le decía que debía ir a protegerla, Kenna llevaba todo el día tensa desde que el Stuart llegó a sus tierras, la conocía bien, le preocupaba. Pero cuando vio lo que ese infeliz planeaba deseo matarlo, y encima ahora lo acusaba de engañar a su señor con su esposa.
-Dejalo Arthur, que se vaya- dijo levemente Kenna, le dolía la garganta como si tuviera cristales en ella. Arthur empujó a Evan fuera de allí y se aproximó a auxiliar a Kenna.
-¿Por qué no me dejas que lo mate? O al menos que lo haga Rhys.
-Nunca deben saberlo, no quiero que piense mal de mí, sería mi palabra contra la de él, y el además de ser un futuro Laird es un hombre, todos pensarán que yo me lo busqué- cogió la mano de Arthur- ¡Por favor Arthur no digas nada!
Lo que ninguna sabía es que alguien más los observaba, tramando un plan para destruir a su enemiga, lo tenía todo a su favor para deshacerse de Kenna.
Buenas, os dejo una foto de Kenna pidiéndole silencio a Arthur, siento haber tardado tanto, pero es que estoy hasta arriba. Creo que se nota que ganó complicado pero feliz.
Si todo va bien quedarán unos cinco capítulos para llegar al final de la historia.
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La rosa escocesa
Historical FictionSiendo la menor y única hija del Laird McDougall, Kenna, es apartada del mundo. Recluida en las tierras de su padre y solo teniendo contacto con sus tres hermanos, los súbditos de su padre y sus guerreros de mayor confianza, pero esto cambiará cuan...