Que curioso es el destino, cuando fue a tierra Lennox solamente deseaba volver a ver a su familia, librarse de ese matrimonio a la fuerza, y ahora volvía con su amada familia, a su tierra natal con el corazón destrozado, llorando por un amor que la había destruido. ¿Como el hombre que se había convertido en parte fundamental de su vida le podía hacer tanto daño? ¿Acaso en todo el tiempo que compartieron juntos no aprendió a confiar en ella? Pero la falta de confianza en ella quedaba en segundo lugar frente a un mal mayor, mientras Kenna acariciaba su aún inexistente barriga no podía evitar hervir de rabia en su interior, había llamado a su hijo bastardo, cuando era la muestra de su amor, él había matado cualquier sentimiento que Kenna pudiese sentir, sólo dolor quedaba dentro de ella, pero ella era fuerte, una guerrera, y con ayuda de los suyos saldría adelante, debía pensar en el bien del hijo que llenaría sus días de amor. Sería su único verdadero amor. Esa era la promesa que Kenna entre lágrimas se repetía como un mantra mientras volvía a su antiguo hogar.
Rhys aún seguía en la que fue su habitación, bebiendo para olvidar el dolor de la traición. Él que nunca había sentido un amor así por ninguna mujer, y ahora sentía como un puñal clavarse en su corazón. La dicha que sintió al enterarse de su futura paternidad quedo borrada por la duda de una posible infidelidad, ¿y si Kenna estuvo con otro hombre? No podía ser, el juraría que solo lo amaba a él, pero entonces ¿porque no le contó lo que había pasado con ese imbécil? ¿Y porque esas marcas? ¿Y si estaba equivocado? Pero Margareth los había visto, y aunque no era la mejor mujer nunca le mintió en sus años de amantes. Rhys no sabía que pensar, pero cuando Kenna defendió a Arthur, sus instintos le pedían sangre, la que había sido su mujer se ponía de parte de otro hombre, desenvainaba su espada contra él. Rhys estaba volviéndose loco, cual fiera enjaulada, y el alcohol no le ayudaba, no podía vivir sin ella, pero la duda lo estaba matando.
-¿Por qué no le contastes la verdad a Rhys?- pregunto Arthur intentando mantener una conversación con Kenna, desde que había abandonado tierras Lennox no había dicho ni una palabra y ya llevaban media jornada de viaje, empezaba a preocuparse- Rhys te quiere, es solo que esa mujerzuela lo enveneno.
-Arthur no le dije la verdad para evitar una matanza, no quería ninguna muerte en nombre de mi honor- dijo cabizbaja- y si Rhys no puede confiar en mi amor por él, sería mejor no habérselo entregado en primer lugar, pero ya no me duele por mí, me duele por nuestro hijo, lo llamó bastardo delante de todos. Esa es una etiqueta que ya llevará de por vida- unas lágrimas cayeron por sus mejillas, Arthur siempre había visto a su señora como una mujer fuerte y verla así lo dejaba perplejo, no sabía como actuar, como ayudarla.
-¡Yo reconoceré a vuestro hijo como mío! Ese niño tendrá un padre- Kenna levantó la mirada, era un hermoso gesto, pero no podía permitir eso, por mucho que quisiera no lo veía de esa forma.
-Arthur te lo agradezco, y quiero que sepas que te apreció mucho, pero no puedo verte de esa forma, eres como otro hermano para mí.
-Lo se, y tu también eres muy especial para mí, pero no de esa forma- dijo colorado.
- Siendo así, entiende que no puedo permitir que lo reconozcas como tuyo, pero si podrás formar parte de nuestras vidas como un tío más. Este niño necesitará de alguien que le enseñe a defenderse, y aun más en el caso de que sea una niña, no creo que quieras que los muchachos anden a su alrededor como moscones.
-¡¡NUNCA!!- y ambos comenzaron a reír, aún en el destierro se tenía el uno al otro, porque la familia no solo la une un lazo de sangre, la familia es aquella que está contigo en las adversidades.
Rhys yacía en su cama cuando unas manos acariciaron su piel, su cabello acariciaba su pecho y sus labios besaban su cuello, por un momento su corazón volvía a estar vivo, su amada Kenna volvía a estar junto a él, en el olvido quedaba todo lo ocurrido, pero de repente el recuerdo de el día anterior lo golpeó, como se había comportado con su amada, como la había desterrado, y la duda que lo había abandonado en sus sueños volvía a estar presente. Pero lo peor era que los labios que lo besaban no era los que él deseaba, sino de Margareth.
-Querido al fin despertarte- le susurró con voz melosa.
-¿Qué haces en mi alcoba?¿Por qué has venido?- decía a la vez que se quitaba a esa mujer de encima.
-Ahora que se ha ido esa mujer- pronunció la palabra con ácido en la voz- había pensado que tu y yo podíamos volver a divertirnos como en los viejos tiempos.
-Margareth, ¡lárgate ahora mismo de mi habitación!- Rhys estaba que echaba fuego por los ojos, como podía insinuarsele en ese momento.
-Querido- Margareth confundía la mirada de Rhys con deseo, se fue desnudando mientras se acercaba a Rhys- ahora que ya no esta esa sucia gitana puedes volver a tenerme a mí, a disfrutar como seguro llevas tiempo sin hacer.- Rhys estaba haciendo un gran esfuerzo para no ahogarla, ¿como se atrevía a hablar de esa forma de Kenna? Kenna era una mujer maravillosa y ella no tenía ni derecho a estar en la habitación que le había pertenecido, por ello Rhys la cogió del brazo y la echo de la habitación, para a continuación cerrar de un portazo en su cara, dejándola desnuda en medio del frío pasillo.
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La rosa escocesa
Fiksi SejarahSiendo la menor y única hija del Laird McDougall, Kenna, es apartada del mundo. Recluida en las tierras de su padre y solo teniendo contacto con sus tres hermanos, los súbditos de su padre y sus guerreros de mayor confianza, pero esto cambiará cuan...