Capítulo XXV

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Necesitaba verla, saber que estaba bien, desde que llegó acompañada de aquel desconocido y se desplomó no había tenido noticias de ella. Solo sabía que aquel hombre que había admitido profesar un amor fraternal por su hija la velaba constantemente, había pasado la noche sentado enfrente de su cama, pendiente de ella, a la espera de una señal de mejoría, pero esta no llegaba, estaba muy preocupado, su pobre niña, ¿por qué clase de penurias habrá tenido que pasar? No lo aguantaba más, pensaba ir a buscar al joven Lennox y hacerle confesar toda la verdad. Pero nada lo preparó para la escena que encontró, hay se encontraba Kenna, acostada en la cama, inconsciente, a Arthur a su lado, cogiéndole la mano, pidiéndole que fuera fuerte, ya no por ella misma, si no por la vida que crecía en ella.

-¡¿Qué voy a ser abuelo?!- Angus no daba crédito, su pequeña niña embarazada, sería abuelo y aún así esa bestia de su esposo le había permitido viajar bajo semejante tormenta, no entendía nada- ¡Tu!- dijo señalando a Arthur - ahora mismo vas a venir conmigo y contarme que diantres ha pasado con mi hija desde el día que se fue de mi lado, no te vas a dejar ni el más mínimo detalle.

Arthur estaba en un dilema, sabía que Kenna quería contar su versión de lo ocurrido, pero si no le contaba al Laird McDougall toda la verdad podía ser tarde cuando Kenna despertase. No tenía más opción, le había prometido a Kenna que lo solucionaría, y eso solamente le dejaba con una opción.

-Esta bien Laird, le contaré toda la verdad, todo lo que ha pasado desde que su hija se comprometió con mi Laird, sólo os pediré que esperéis a conocer toda la historia antes de tomar una decisión.

Y así, los dos se encaminaron a la biblioteca privada de Angus, donde este escuchó atentamente cada una de las palabras que le relataba Arthur, en un principio se alegró porque su hija se hiciera valer ante su esposo, pero no le gusto nada lo que oía sobre la amante de Rhys, ese tipo de mujeres eran muy peligrosas, y así lo comprobó cuando Arthur le contó como enveneno los oídos de su yerno. Lo que sí dejó al Laird sin palabras fue lo acontecido con Evan, sus familias eran amigas de toda la vida, y no sólo faltaba al respeto a su hija si no que se había atrevido a agredirla e intentar forzarla, le debía mucho a Arthur por intervenir para proteger a su niña. Su preciosa rosa, no podía imaginarse por lo que había tenido que pasar, y el dolor que estaría padeciendo, de lo único que se alegraba era de que ella y su futuro nieto ahora estuvieran en casa, a salvo.

-No podré agradecerte lo suficiente lo que has hecho por mi hija, por ello te invito a formar parte de nuestro clan si así lo deseas, desde hoy serás un McDougall más. Pero lo que me has contado no puede quedar así, Evan deberá responder por su crimen- Angus salió de la biblioteca en busca de un sirviente que fuera a llamar a sus hijos, debían conocer lo que había ocurrido con su hermana.

-Mi Laird, vuestros hijos no se encuentran en el castillo, partieron hacía tierras Stuart para pedir la ayuda del joven Evan y así ir a retar al Laird Lennox.

-¿Qué han hecho que?¡Han ido directos con el enemigo!-gritó Angus- ¡Qué preparen dos caballos! Debemos atraparlos antes de que desaten una guerra contra un inocente.

Mientras, ajenos a la verdad que ahora conocía su padre los tres hermanos llegaron a tierras Stuart, necesitaban hablar con Evan inmediatamente, no podían esperar ni un minuto más para vengar a su hermana, la ira los cegaba. El patio de armas de los Stuart estaba repleto de guardias, cosa que llamo la atención a los hermanos, pero más lo hizo el hecho de que su buen amigo no estaba allí para recibirlos, tal vez no los habían visto llegar, aunque siempre había soldados en las almenas patrullando.

-¡Venimos a ver al hijo de vuestro Laird!-pidió Keitan al ver que ningún hombre hacía el mínimo gesto de dejarlos pasar.

-Keitan, no me gusta esto, nunca hemos recibido esta clase de recibimiento, más parece que seamos el enemigo- susurro Niall a su hermano mayor.

La rosa escocesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora