Capítulo 3: Sin temor

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El resto de la tarde transcurrió con lentitud, todos estaban dentro de la casa. Los gemelos jugaban a los soldados con Jared y Taalia, muchos podían no entender porque la joven hacía cosas tan infantiles, pero a ella no le interesaba, mientras se pudiera entretener estaba bien. En una de las sillas Erika bordaba un pañuelo mirando como sus hijos y sus hermanos se lanzaban disparos imaginarios, una sonrisa apareció en su rostro, era una escena que le gustaría guardar en su cabeza por el resto de su vida.

Más tarde Elizabeth fue enviada a la casa de los duques de Ansset con ciertas indicaciones de Erika. Gracias a la hora los niños empezaron a quedar rendidos y poco después los tres pequeños cayeron en un plácido sueño luego de jugar por horas. Las hermana salieron al jardín luego de un rato; se sentaron en un banquillo de madera que su hermana había mandado a hacer para los momentos en que quisiera estar sola.

La mayor necesitaba hablar con Taalia de una idea que se le había metido en la cabeza desde esa mañana.

— Taalia — la llamo y ella quitó la vista de las rosas que estaban enfrente — Te tengo una propuesta para esta noche... — La joven la miró atenta y en silencio esperando que continuará, Erika aclaró un poco su garganta antes de continuar — ¿Escuchaste del duque nuevo que llegó hace poco...?

— Sí, algo me contó madre hace unos días... El duque de... — se cortó mientras recordaba el nombre del hombre — El duque de Michelena ¿Cierto? — su hermana asintió — ¿Y qué pasa con él?

— El está rentando la mansión Sephora mientras espera a mudarse más cerca de la ciudad — la joven de cabello cobrizo seguía sin saber a qué quería llegar su hermana mayor — Está noche va a celebrar una fiesta para presentarse junto a su familia a los ciudadanos de Valle Cristal y me llegó una invitación.

Ahí comenzó a entender lo que sucedía — ¿Y entonces quieres que cuide de los gemelos y nuestro hermano?

Erika negó con la cabeza y sin dejar de mirarla a los ojos tomó sus manos — Acompáñame a la fiesta está noche.

La joven se sorprendió, a su cabeza llegaron las palabras y al procesarlas no le pareció una buena idea, las hijas de los duques de Ansset eran fuertemente criticadas en Valle Cristal, no solo por el dinero que poseían, sino también por el rechazo que ambas tenían por las reglas y etiqueta de la sociedad, sobre todo Erika, quién era conocida como una verdadera rebelde.

— Pero, ¿Cómo acompañarte si nuestros padres no saben? No será buena idea si me presento en una reunión sin el permiso de ellos, además no traje ropa como para ir a una gala y tu ropa no se me ajusta a mí cuerpo. Solo fíjate en como me queda este vestido que me prestaste — señaló el vestido turquesa que llevaba puesto, se veía suelto por todos lados, parecía una niña probándose el vestido de su abuela — Tu cuerpo es mucho más voluptuoso que el mío.

Erika rió al ver la disconformidad en el rostro de Taalia — Bueno, es que no podías estar dentro de la casa con ese vestido mojado y lleno de lodo — comentó la mayor aún con una mirada divertida y la risa saliendo de su garganta — Además, todo lo que dices está resuelto.

— ¿Que quieres decir?

— Envié a Elizabeth a la casa de nuestros padres para que hable con mamá, ya que lo más seguro es que ella ya esté en la mansión, además le pedí que te traiga el mejor vestido de tu closet y zapatos para que puedas venir conmigo — explicó sintiendo orgullo por la idea que había tenido.

— ¿Y que pasará sí ella se niega?

— No sé negará — giró los ojos de manera nada femenina al responder.

— ¿Cómo estás tan segura?

— Conozco a la duquesa Marcela — dijo con una sonrisa confiada — Lo que más le gusta es que nosotras estemos presentes en eventos importantes, además tu sigues en edad casadera, que asistas a este tipo de cosas es lo normal — Erika tenía otro punto a su favor, no es que su madre fuera superficial, pero deseaba con todo su corazón que sus hijas vivieran felices y enamoradas tal y como ella lo hacía.

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