Capítulo 40: Revelaciones

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La persona terminó de hacer su observación, corrió hasta donde había dejado oculto a su caballo y se encamino hacia la pequeña casa que había sido alquilada el día anterior.

La mujer esperaba ansiosa las nuevas noticias, el día que quisó regresar a su mansión, estaba llena de policías y caballeros contratados por Lucas, no hubo mas opción que esconderse en otro lugar, al menos tenía dinero suficiente con ella, por lo que estaría bastante bien por un tiempo.

El muchacho empezó a detallarle lo más posible sobre quienes habían salido de la mansión y que cada parte de ella estaba siendo cuidada bastante bien por los caballeros.

Emilia dejó que un suspiro escandaloso e impropio de una dama escapara de sus labios, apretó fuerte los puños. Al menos quería sacar a su sirvienta, pero estaba muy bien vigilada.

Desde esa noche, su estado de ánimo no era el mejor, debió de imaginar que Lucas no la buscaría por otra cosa, que no fuera conocer el paradero de Taalia, sin embargo, jamás imagino que tendría tan buenos instintos, como para darse cuenta de que ella estaba involucrada. Su propia ilusión le jugó una mala pasada, estaba demasiado distraída pensando en que las oportunidades con el rubio se habían vuelto altas, que no se pensó en otra posibilidades.

De alguna manera, se sentía traicionada, ella y Lucas no tenían nada que ver, y aún así, su corazón dolía como nunca antes.

Además que por las noches unas horribles pesadillas la invadían, al despertar solo tenía breves destellos de unas personas persiguiendola y sufriendo daño a manos de desconocidos. Lo que era peor, es que todo era tan real, que se levantaba no solo bañada en sudor, sino también con el rostro empapado en lágrimas.

Mandó al muchacho a investigar sobre los que estaban en la plaza. Emilia ya imaginaba lo que sucedería con ellos, no le afectaría tanto si Marian no se encontrará allí. De algún modo, tenía la sensación de que si la dejaba morir, su vida no volvería a ser normal.

Quisó convencerse de huir, pero allí estaba, arriesgándose por alguien que no debería tener importancia alguna, una mujer que podía ser reemplazada fácilmente.

Además, también quería una venganza, estaba planeando el modo de arruinar por completo a esos dos, solo que aún no tenía planeado como.

No tenía ganas de comer, tal vez dormir por un par de horas serían suficientes.

" — Mi nombre es Taalia Ansset.

La imagen borrosa y la voz infantil aparecieron frente a ella.

La pequeña se escondía tras las faldas de su madre y parecía algo avergonzada, casi no tenía amigos, de hecho, está era la primera vez que conocía a alguien de su edad.

— Soy Darla Cattabek... — salió un poco de su 'escondite' y miró a la niña que le presentaba una gran y tierna sonrisa — Es un gusto — algo indecisa caminó hasta la niña que en algún momento había estirado su mano y ambas dieron un apretón, como si fueran adultas.

— También es un gusto — ella parecía también algo nerviosa pues sus dedos temblaban un poco — ¿Quieres jugar conmigo? — preguntó algo ansiosa.

Darla le dió un breve vistazo a su madre, y después de ver el consentimiento en sus ojos, asintió varias veces mientras seguía a Taalia al jardín de los Ansset.

(...)

En el parque solo jugaban ellas dos, ese día casi no había personas cerca y la niñera estada distraída coqueteando con un guardia, como para notar que las dos niñas se habían alejado.

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