Capítulo 37: Gracias

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Los ojos llenos de furia la observaban con intenciones de matar. Su respiración estaba demasiado agitada y podía jurar que el corazón estaba bombeando más sangre de lo normal. Quería correr y alejarse lo más pronto posible, pero estaba congelada, no podía mover su cuerpo a voluntad; el miedo se había apoderado de cada extremidad. Podía sentir el sudor frío corriendo por su espalda. Él comenzó a caminar en su dirección, mientras más se acercaba, el miedo en Taalia se acrecentaba. Cerró los ojos con fuerza, esperando que todo desapareciera, ella misma quería desaparecer. Tuvó una respiración helada en su nuca, ella fue girando de a poco, solo para confirmar que esa persona estaba demasiado cerca. Estaba apunto de gritar cuando fue atrapada por el cuello, la enorme mano cerró sus vías vocales. Su expresión tenía un destello de burla, era claro que reía ante la debilidad de Taalia. Quería pedir ayuda. Esa mano alrededor de su cuello empezó a apretar el agarre y fue así, que el aire comenzó a faltar. Se negó a creer que ese era su final. Quería luchar, pero su cuerpo ya se había resignado. Entonces cerró los ojos, esperando a que la muerte se llevará su alma y le quitara ese sufrimiento de una vez.

Sus ojos se abrieron de golpe.

Estaba un poco desconcertada mirando a su alrededor y entonces lo entendió. Solo había sido un sueño, o más bien, una pesadilla.

Se dió cuenta de que estaba empapada en sudor, sus ojos estaban llenos de lágrimas.

¿Acaso viviría así toda su vida?

Estuvó un rato sentada en silencio, esperando que así todo su cuerpo se calmará.

Miró a su alrededor, pues aún no sabía dónde estaba.

Un extraño sentimiento llenó cada parte de su ser al darse cuenta de que estaba en su habitación, casi sintió que las lágrimas se le escapaban. Respiró hondo, la tensión que hubo antes ya había desaparecido.

Realmente no sabía cuándo habían llegado a la mansión, pero estaba feliz de que ya estuvieran allí. Ya se encontraba lejos de ese lugar.

La luna se adueñaba del cielo, era probable que hubieran llegado hace no mucho. Seguro era de madrugada.

En lo primero que pensó, fue en ir a buscar a Elizabeth, deseaba más que nada, ver por ella misma la condición de su doncella, se cambió el camisón, no estaba cómoda estando con algo sudado. Se le cruzó la idea de salir e ir a buscar a Elizabeth, pero cuando estaba por salir, la puerta se abrió de repente. Taalia casi saltó del susto.

- Oh, estás despierta - la voz de Lucas llenó el silencio, el rubio entró con una expresión de calma y una tenue sonrisa en los labios - Creí que dormirías hasta mañana - expresó mirando a la mujer que había dado un par de pasos atrás.

- ¿Por qué estás aquí? - preguntó Taalia un tanto desorientada.

- Disculpa que haya entrado sin tu permiso. Solo quería confirmar que estuvieras descansando - en parte era cierto, pero no quería admitir que después de quedarse en medio de tantos papeles por horas, deseaba ver a Taalia. Ver cómo ella descansaba tranquila, era como medicina para su cuerpo - Parece que te moleste. Lo lamento, me retiraré ahora - agregó al notar el silencio y la incomodidad reflejada en la cara de la joven.

- No - Lucas la miró un poco confundido - Yo solo estaba un poco sorprendida de verte aquí... - giró un poco el rostro, estaba algo apenada.

- Está bien - el muchacho invitó a la mujer a sentarse en los sillones - ¿Necesitas algo? ¿Tienes hambre o tuviste problemas para dormir?...

Una sonrisa se escapó de los labios de Taalia al notar la preocupación del rubio en sus preguntas - No es nada de eso... Supongo que dormí bastante y por eso desperté.

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