Capítulo 24: Un viaje que traerá cambios

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- ¿Patricia? - observó a la mujer acurrucada en su pecho y que no paraba de llorar.

Cuando el apenas bajó del carruaje, apareció su madrastra de la nada, solo para lanzarse a sus brazos entre llantos y quejidos - ¿Qué estás haciendo aquí?

La mujer se separó un poco y miró al jóven, no dijó nada, parecía que no estaba dispuesta a calmarse.

- Señora Patricia - de la puerta se asomó Taalia que observaba a la mujer con mucha pena, hablaba de forma suave y dulce - Entremos a la casa y podrá hablar tranquilamente con Lucas.

Desde la tarde que llegó allí se sentía muy enojada, ella no solo lloraba de la tristeza, sino también de la ira, estaba demasiado molesta con su nuera. ¡¿Qué se estaba creyendo esa chiquilla insolente?!... Nombrando a SU Lucas de forma tan cercana, ella sabía bien que su hijastro nunca quisó ese matrimonio y ahora le trataba como si fueran una pareja. Si no fuera por la buena educación que recibió desde pequeña ya habría arrastrado a la pequeña mocosa lejos, pero ella sabía guardar las apariencias. Además de que todo el día había estado a su lado pidiéndole que le contará sobre el porque lloraba tanto y se encontraba en ese estado, diciendo que quería ayudarla, ella no sabía nada y mucho menos tenía permiso de entrometerse en los asuntos familiares. Esa niña inexperta solo era un reemplazo con límite de tiempo.

Lo cierto es que no estaba ahí con buenas noticias, por lo menos eso era lo que los demás debían pensar, ya que aunque no quisiera, por dentro se sentía contenta de que todo eso estuviera sucediendo tan pronto. Y es que cuando vió partir a Lucas junto a su 'esposa' sintió que su corazón se partía en miles de pedacitos, pues se dió cuenta muy tarde de sus propios sentimientos, pero ahora parecía que había una forma de arreglar sus equivocaciones y no la desaprovecharía por nada del mundo.

Observó con fastidio a Taalia, en cuanto a Lucas se acercó a la chiquilla para decirle que entrarán a la casa, luego susurró algo en su oído que pronto la dejó descontenta, se sintió orgullosa porque la muchacha pareció entender que no debía meterse dónde no la llaman.

- ¿Podemos hablar a solas? - pidió con su mejor expresión descompuesta al rubio que accedió y la guió a su despacho.

Por su parte Taalia se encargó de que los empleados instalarán las cosas de su suegra en una habitación. A los sirvientes que les acompañaban se les trato como nuevos invitados. Ella nunca había sido una mujer que tratará mal a otros por su posición social, esa era otra de las razones por la que era mal vista por los nobles en su ciudad, los plebeyos eran plebeyos. Aún así ella seguía siendo como siempre, no tenía que cambiar solo porque un montón de ignorantes se creía mejor por tener más dinero.

- Bien, ahora dime ¿Qué es lo que sucede? - dijo Lucas con seriedad - ¿Por qué estás aquí?

- Vine a hablar de tu padre.

El joven sintió que lo que iba a seguir de esas palabras no sería bueno y la verdad es que no sé equivoco.

- La enfermedad de tu padre a avanzando muy rápido - si le dolió un poco decir aquello y es que ya había compartido varios años junto a ese hombre - Parece que ya estaba enfermo mucho antes de que llegáramos aquí y el prefirió no decirnos nada. No le queda mucho... y él... quiere verte - el rubio quedó en silencio y se dedicó a mirar la nada, ahora incluso venía a su memoria aquella vez que dijo tener un viaje de negocios a Arten y pocos días después un colega preguntaba preocupado por la salud del duque ya que no lo había visto en la dichosa junta, imaginó que tal vez solo no lo había visto por ahí y en esos momentos le interesaba muy poco lo que su padre hiciera. Ahora las cosas tenían más sentido, en el último año había estado viajando con más frecuencia y se le veía incluso más cansado - Yo también... quería verte.

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