Capítulo 33: Su verdadera identidad

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Le habían llegado cartas desde el momento en que se supo sobre lo sucedido en el matrimonio de los Michelena. Todo tipo de burla disfrazada de consuelo se podían notar fácilmente tras cada frase escrita. Esa mañana no estaba siendo nada fácil; un punzante dolor de cabeza amenazaba con volverlo loco, el cansancio se extendía por cada parte de su cuerpo y toda esa situación comenzaba a ponerse estresante.

En estos momentos, Lucas no solo era la comidilla de la alta sociedad al ser "abandonado" por su esposa, el rumor de que la Duquesa Michelena había escapado con otro hombre, comenzaba a extenderse a otras ciudades. Claro que él era el plato de segunda mesa, quien se estaba llevando la peor parte en esto, era Taalia. La mujer infiel y sinvergüenza, que había no solo dejado a su marido por andar de aventurera, para lograr su cometido había mutilado a su dama de compañía. Todo lo que se decía de Taalia era que era un monstruo.

Podría ser que el descanso no llegaría pronto.

Rick, había llegado un poco después, el hombre ya sabía que su amigo pasaba por un momento duro, pero también tenía sus propios problemas que resolver.

Se sentó frente al oji-azul y lo miró con preocupación.

— ¿Estás seguro de que quieres seguir con esto? — Rick no quería juzgar y mucho menos meterse en pleitos de pareja ajenos a él.

— ¿De qué hablas? — Lucas, aunque agotado, se preparaba para volver a salir y asegurarse de que la policía hiciera bien su trabajo, inclusive había contratado a un investigador privado para que hiciese lo que los uniformados no hacían.

— De esto — señaló los papeles esparcidos en el escritorio, todos hechos retratos del rostro de Taalia y listos para ser entregados en cada casa, en cada restaurante, en cada estación de transporte o mensajería, en toda la ciudad — Amigo, se que lo que sientes por ella es especial, pero te estás destruyendo. Si existe la remota posibilidad de que haya sido secuestrada, no lograrás encontrarla en ese estado — reprochó mirando la palidez en el rostro, las ojeras marcadas y la inminente delgadez producida en pocos días.

— Descansaré cuando sepa que ella está bien. Mientras tanto, haré todo lo que esté a mi alcance para encontrarla — respondió con calma, aunque por dentro parecía que perdería esa tranquilidad en cualquier segundo.

— Lucas.

El fastidio se remarcó en las facciones del rubio, que no hizo ni el intento por cubrirlo, era obvio que la conversación no estaba siendo del agrado de Lucas.

— Tengo que irme — comenzó a caminar en dirección a la salida, estaba listo para seguir otro día, con la misma esperanza de que apareciera algo nuevo.

Damm frunció el ceño, claramente ofendido por el trato que le estaba dando su amigo. No tardó mucho en acercarse y tomarlo del brazo para detenerlo antes de que se fuera.

— No he terminado, Lucas.

— Yo si, Damm. Suéltame, tengo mucho que hacer.

— No te irás — volvió a tirar de su brazo, está vez con la mano más firme y una mirada determinada — Vas a escucharme, aunque no quieras.

Estaba listo para rebatir a esa idea, que solo lo haría perder un valioso tiempo.

— ¿Qué es lo que quieres Damm?

— No tienes porqué hacer esto — lo hizo girar por completo, para que así se mirarán cara a cara — Ya tienes a toda la gente posible trabajando en el caso. Deberías concentrarte en la fabrica y lo que conlleva — agregó como si estuviera dando una información nueva — Entiendo que sea tu esposa y lo mucho que la quieres, pero tú trabajo también es importante.

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