Capítulo 4: Despedida

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Unos tres días habían pasado después de aquellos desastrosos encuentros con el hijo del duque Michelena y para su buena suerte, no se había vuelto a encontrar con ese joven; desde la conversación que tuvieron en el carruaje estaba más que aliviada, quedaron en un trato verbal que ninguno de los dos podría romper.

Nunca imagino que pasaría tanto el día en que visito a su hermana, estaba un poco enojada por haber pasado por todo ello, pero al menos había terminado bien, unos pocos rumores aparecieron sobre un posible cortejo del heredero de Michelena hacia su persona, aunque estos fueron opacados rápidamente por la repentina muerte de un joven Marqués y su familia.

Aparto la taza de sus labios y la coloco en la pequeña mesa circular frente a ella, se levantó de su sitio para asomarse a la ventana que daba una perfecta visión de la mansión de al lado, llevaba vacía mucho tiempo; su antigua mejor amiga había vivido ahí cuando era una niña, incluso antes de que apareciera Elizabeth, a la cual ahora podía considerar ahora como su mejor amiga. Aunque dentro de sí misma, aún guardaba la esperanza de volver a ver a lady Darla.

La estructura estaba intacta y el jardín un poco dañado, pero en general la casa se veía hermosa, el color pintoresco aún no desaparecía a pesar del tiempo pasado. Llevo su mirada hacia la ventana que daba justo con la habitación que alguna vez ocupo Darla Cattabek, y recordó que apenas se levantaba por las mañanas, iba hacia la ventana y hablaba con su amiga o planeaban salidas para jugar juntas.

Aún después de tantos años transcurridos, ella esperaba volver a ver a esa amiga algún día.

Sintió su corazón romperse cuando pensó en los rumores de que una dama viuda de la más alta sociedad se mudarían a aquella mansión, esa casa era el único recuerdo que tenía de Darla, porque poco después de que se fue perdió comunicación de las cartas que se enviaban; el solo hecho de pensar que alguien más habitaría en la pieza de su amiga le dolía.

- Señorita.

Tres toques en la puerta y la voz de su doncella la hizo volver a la realidad, dejo los recuerdos de su niñez atrás - Entra - dijo acomodándose nuevamente en la silla donde había estado.

Elizabeth hizo una reverencia al entrar y habló con su usual cortesia - El profesor Anthon se encuentra en el recibidor esperando por usted.

Hizo un gesto de sorpresa, ella no recordaba tener su clase de música aquel día, asintió con la cabeza y con pasos rápidos bajó para encontrarse con el hombre que la instruía en el arte musical; sus ojos verdes tenían un toque especial ese día, ya que logró notar que brillaban más de lo normal; su sonrisa era suave y su porte era el de una persona bien educada, era cierto que el hombre no gozaba de una gran fortuna, pero tenía una gran apariencia y siempre ha sido  reconocido en la ciudad como un excelente maestro, era alto y no muy delgado, con una tez clara, el cabello siempre lo tenía recogido en una coleta baja y en todo momento usaba aquellos lentes redondos que le daban un toque maduro e intelectual, indudablemente se había robado el corazón de varias jovencitas.

- Profesor Anthon - Taalia sonrió acercándose a él - Discúlpeme, no sabía que teníamos una clase preparada para hoy - su tierna voz salió algo nerviosa, no quería verse irresponsable frente a esta persona.

El hombre negó con la cabeza - No hace falta que te disculpes - sonrió de forma tranquilizadora - Hoy no teníamos clases, fui yo quien vino sin avisar. Debo disculparme por eso - parecía un poco ansioso, aunque no se veía en su rostro, jugaba un poco con sus dedos, cosa que nunca hacía frente a ella - He pedido a tus padres el permiso para llevarte a la laguna Iver, me gustaría escucharte tocar el violín al aire libre - termino por decir.

Taalia estaba confundida, ya que siempre habían practicado en la sala que tenían preparada para esto. Aún así, sin preguntar el porque, salieron en un carruaje acompañados de la doncella, no tardaron mucho en llegar al lago que se alzaba en medio de toda la ciudad y que resplandecía de manera maravillosa con el sol de ese día.

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