23. Regalo

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Darren

Regreso a casa luego de haber estado en la universidad, tiro el morral sobre el sillón, voy hasta la cocina para preparar unas tostadas y agarrar un yogurt, entonces vuelvo con una bandeja, apoyándola en la mesa del living.

Sonrío al ver a Seyn salir del baño.

—Hola, guapo.

—Es bueno que ya no te tengas que ir a esas clases de gimnasia, te tengo más temprano en la casa, mariposa —Me agarra de la cintura y siento su cuerpo mojado acercándome hasta él, porque acaba de salir de la ducha y al parecer no se secó, solo tiene puesta una toalla en su cintura —. Hagamos cosas malas —susurra en mi oído y se me eriza la piel.

Me alejo.

—Aunque este espectáculo me tienta mucho —Lo miro de arriba abajo —muero de hambre, primero a comer —Alzo el puño y me dirijo a sentarme en el sillón, agarrando una tostada calentita de la bandeja.

Hace puchero.

—Me dejaste con las ganas.

—No comí nada, te aguantas —Tomo mi vaso con yogurt y comienzo a beberlo.

—Vale, me voy a vestir.

Bufa y se pone una mano en la cabeza, dándose la vuelta, yendo a la habitación. Al regresar con su ropa, yo estoy revisando mi mochila, entonces se sienta a mi lado.

—¿Qué haces? —cuestiona curioso.

—Escuché un ruido distinto entre mis cosas y quiero averiguar de qué es —explico —¡Ajá! —exclamo cuando encuentro una cajita —¿De dónde salió esto? —Alzo una ceja.

Abro el objeto y encuentro una cadenita. No, son dos. Ambas combinan, las piedritas es un corazon que se forma cuando las unen. Son muy bonitas.

—Hay una nota —Señala Seyn la cajita, aunque no muy conforme, porque sus celos están activados —¿Un admirador? —expresa molesto.

«Perdón por comportarme como un idiota hoy, no tuve un buen día. Les dejo este regalo a ti y a tu novio, como muestra de arrepentimiento. Otra vez mil disculpas, Arien». Leo la nota y sonrío.

—¿No es un amor? —expreso alegre y le doy uno de los collares a Seyn —Toma, este es tuyo.

Lo agarra y lo mira detenidamente.

—Ese tipo me agrada —opina —pero no me gusta que ande alrededor tuyo y menos que te regale cosas.

Me río.

—Pero si también te lo dió a ti, mira es nuestro corazón —Uno mi piedra con la de él —. Es un hermoso detalle, para evitar confusiones, nos regaló a ambos.

—No confío en nadie, menos en los que te revolotean —expresa mientras aleja la piedra, guardándola en el bolsillo —. Me molesta —Gira hacia un costado su cabeza y bufa —no me gusta —Hace puchero.

—Cielos —Río —esa inseguridad.

Rein

Regreso a casa con las voces caminando detrás de mí, aún no sé qué le hicieron a la madre de Darren, aunque no me importa mucho. Abro la puerta de mi casa y veo a Emmet, así que me sobresalto, giro mi vista hacia atrás y la mujer ha desaparecido, entonces el alivio llega a mí, porque no las descubrió. Cierro la puerta detrás de mí, luego avanzo hasta el vampiro.

—Al fin solos —declara y me río.

—¿No te gustó que Max estuviera en casa la otra vez?

Da dos pasos hacia mí y toca mi mejilla despacio, cierra los ojos al acercar su rostro.

—Tu aroma siempre me vuelve loco —Apoya sus labios debajo de mi oreja —. Eres tan tentador, Rein —Su boca desciende a mi cuello mientras siento su recorrido suave —. Me lo haces muy difícil.

Me quedo quieto hasta que reacciono cuando me clava los colmillos, entonces me agarro fuerte de su chaqueta. Mi sangre se derrama, escurriéndose por mi cuello hasta mi ropa y cierro los ojos. Es doloroso pero trae un extraño sentimiento también. Cuando se separa, tan solo un poco, puedo ver su gesto de excitación mientras me observa. Se relame los labios sin dejarme de mirar. Cuando termina, toma mi barbilla, sintiendo sus dedos, luego une sus labios con los míos en un tierno beso, aunque siento el sabor metálico de la sangre y me aparto un poco de él. Me sonrojo bajando la vista, pensativo.

—Viniste con la intensión de hacer eso ¿Quién te abrió?

—Entre por la ventana —Me agarra de la cintura y me gira hacia la mesa, mi trasero choca con esta —. Hoy no pude dejar de pensar en ti —Se acerca a mi rostro —. Te extraño, ahora y siempre.

—Nos vimos hace poco —Saco la lengua y la meto cuando roza su nariz con la mía, entonces siento mis mejillas arder —. Ya sé a dónde va esto, pero no tengo ganas —Apoyo un dedo en su chaqueta y lo alejo tan solo un poco.

Pone las manos a ambos lados de mis caderas masculinas, entonces vuelve a acercar su cara a la mía.

—¿Me estás evitando? Me tienes en abstinencia y no sé por qué.

—¿Qué... ¿Qué dices? —Mi sonrojo va en aumento y mis corazón palpita rápido —No es cierto.

—¿Ya no te gusto? —Me agarra ambas mejillas —Yo te amo demasiado —Une su boca con la mía —me vuelves loco —Se muerde el labio inferior —. Dime qué debo hacer, por favor.

—¿Tú me lo preguntas a mí? —digo confundido.

—¿Te gusto o no te gusto? —insiste y vuelve a acercar su rostro.

—Su... supongo.

—¿Entonces por qué me rechazas?

—¿Qué uno no puede tener ganas de no tener sexo? —Alzo una ceja.

—No es eso —Niega moviendo la cabeza —es que estás distante.

—Imaginaciones tuyas —Me río aunque tiene algo de razón.

Paso demasiado tiempo con las voces y me olvidé de él. Bueno, no es que me olvidé, es que desde que están aquí, les presto más atención a ellas. Y teniendo en cuenta que estoy sobre la mesa en donde tuve sexo con las voces, esto aun es más incómodo.

—Si son imaginaciones mías, ¿por qué tu mente está en otro lado? —Me mira atentamente.

—Tú no sabes lo que pienso —Saco la lengua otra vez pero rápido la vuelvo a meter, cuando otra vez acerca su rostro al mío —¿Q... ¿Qué?

—¿Me lo dirías?

Me río.

—Claro que no.

—Me gustas mucho —confiesa otra vez y me besa. Sus dedos pasan a la herida de mi cuello, hago un quejido y posa la sangre en su boca, manchando su piel clara, poniéndose a centímetros de mi rostro de nuevo —. No quiero separarme de ti nunca, pero tarde o temprano tú morirás y yo quedaré aquí, necesito saber si te gustaría permanecer conmigo.

¿Es una propuesta?

—¿Me estás ofreciendo ser un vampiro? —digo disconforme.

—Quería decírtelo de otra manera, en otro momento, en un lugar más lindo, pero me desesperas —Sus ojos brillan porque la sangre sigue manchando su piel.

—¿Y yo qué te hice? Tú eres el obsesionado, no yo.

—Yo estoy enamorado —me corrige —si quieres que no insista me iré, por eso te estoy preguntando.

—Lo siento, pero tu ofrecimiento es muy complejo, eso significaría que debería dejar de comer, que horror.

Sonríe.

—Sabía que dirías eso, pero me conformo con que no has dicho que no, todavía tengo oportunidad.

Ellas están aquí #7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora