12. Energía

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Darren

Despierto aturdido, abro los ojos viendo que estoy en un sillón, y sentado al lado de mí se encuentra Seyn, es entonces que veo que estamos en el salón.

—¿Me desmayé? —pregunto adolorido, se me parte la cabeza.

—Sí —contesta Arien acercándose hasta nosotros —por suerte tenías la dirección de este lugar en tu morral y pude traerte.

Seyn se levanta del sillón y lo mira de mala manera, luego suspira.

—Aunque no me guste admitirlo, gracias, que bueno que seas su compañero.

—Tu debes ser el famoso novio —Sonríe tranquilo —Darren me ha hablado muy bien de ti.

El rubio se sonroja.

—¿En serio?

—Sí, me dijo que de vez en cuando le gusta verte contento.

Seyn se queda mudo mientras Ace se acerca hasta nosotros.

—Veo que ya está todo bien ¿Puedo hacer una pregunta? —expresa el adivino tocándose la cabeza —¿Ustedes no sienten energía negativa? Me estoy estresando mucho, y no sé de dónde viene.

—Debe ser de ese loquito —Xia señala a Leik que está sentado sobre una mesa y me sobresalto.

—¡¿Qué haces aquí?! —grito alterado levantándome del sillón —¡¿Qué quieres?!

—Mariposa, no te pares —me pide Seyn preocupándose por mi salud.

Leik se encuentra en su forma humana, supongo que porque Arien está presente. El demonio cruza sus piernas y nos mira tranquilo.

—Yo estoy porque quiero, además no pude hacer trato con Eliza —La señala —. Ahora ya es normal, no me interesa mucho.

—¿A qué has venido? —insisto.

—Solo pasaba a saludar, que mala —Se ríe —. Además me caen bien todos ustedes, sobre todo tú —Le guiña el ojo a Aradia y ella corre detrás de Jovan.

—¡¡Pervertido!! —le grita la brujita.

Y no sabes cuánto.

—Nadie te quiere aquí —le aclaro —¡Así que ya lárgate!

—No te pedí permiso, Darlene —Me tira un beso al aire y me agarra un escalofrío.

Rein

Mientras Darren discute con Leik, aprovecho para hacerle una señal a las voces o como se presentaron ante todos "Arien", y me siguen hasta el baño. Me aseguro de que nadie nos vea, cierro la puerta, entonces me giro para retarlas.

—¡¿Se puede saber qué están haciendo?! —grito alterado.

—Te van a oír —aclaran y mueven la mano, el cuarto se llena de magia, luego sonríen —. Listo, ahora nadie escuchará, ni siquiera tu amado Emmet, con su super oído de vampiro, que tanto te encanta —expresan de manera molesta.

—No empiecen con sus celos otra vez —Bufo —y díganme, ¿qué planean haciendo esto? —refiriéndome de traer a Darren hasta aquí con ellas.

—Se nos pasó la mano de energía negativa —dicen sin importancia.

—¿Y por eso se comportan con imprudencia? —Alzo una ceja.

—De hecho no, tenemos todo calculado, después de todo somos más de uno, incluyéndote.

—Sí pero...

—¿Qué pasa? —Se acercan y retrocedo —¿Tienes miedo que tu Emmet te encuentre mirándonos de más? Porque vimos como nos observabas.

—Imaginan cosas —Ruedo los ojos —ustedes son las que me miran demasiado y... ¡Ay! —Me sobresalto cuando dan dos pasos más y me choco contra la pared que tiene magia. Puedo sentir como si estuvieran detrás de mí también —Y... y no me gusta, es raro —opino.

—Eso ya lo dijiste —Apoyan ambas manos a cada costado de mi cabeza y se acercan a mi rostro —¿Por qué no admites que te molesta que juguemos con Darren y no contigo?

—No sé de qué hablan —Giro mi vista hacia un costado.

—Explotaste de celos cuando te hicimos pensar que nos gustaba Darren, ¿o nos equivocamos?

Me sonrojo.

—Bueno sí, pero es distinto.

—¿Por qué? ¿Valemos menos para ti porque no estamos en tu cabeza?

—¡Claro que no! Es que nunca pensé que las tendría en frente y es difícil acostumbrarse, han sido muchos años juntos —explico —y de repente están aquí, es confuso.

—Para nosotras no es nada confuso, está muy claro —Me agarran ambas mejillas masculinas, me besan un momento, luego apoyan su frente con la mía, entonces veo el universo a través de sus ojos, es hipnotizante y agradable —nosotros...

—¿Rein? —Oígo dos golpes en la puerta y las voces deben apartarse de mí —¿Estás ahí? —pregunta Emmet.

De repente la magia desaparece y Arien ya no está en el cuarto cuando Emmet abre la puerta.

—¿Q... ¿Qué? —pregunto cuando el vampiro se me queda mirando.

—¿Tienes calor? —Toca mi frente.

—No, ¿por? —digo avergonzado.

—Tienes la cara roja.

Me toco los cachetes.

—Que verguenza.

—¿De qué? —Alza una ceja.

—¡¡Nada!! —Salgo corriendo del baño.

Me quedé con la intriga ¿Qué iban a decirme? Se fueron antes de confesar algo, aunque no sé el qué.

Ellas están aquí #7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora