40. Memoria

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Rein

Avanzo por un bosque oscuro y lleno de plantas muertas ¿Desde cuando la colina en dónde viven las voces se ha convertido en esto? Las casas que están cerca se ven deterioradas. Creo que esas personas se han llenado de mala suerte, tanto que incluso han perdido el trabajo y abandonado sus viviendas. Lo disfrutaría si no fuera que estoy preocupado por Emmet. Corro por el destruido sendero con mis piernas largas de Nyx y me detengo al ver que de un lado todo es normal, pero del otro está destruido. Me acerco a la puerta lujosa y toco timbre.

Ponte determinado, Rein.

Me pongo serio, presionando los puños y frunciendo el ceño, pero cuando la puerta se abre me sobresalto.

—Miren quién viene a rogar —Ellas, en su forma de Arien, apoyan su espalda en el borde de la entrada y se cruzan de brazos.

—Delvuelvan a Emmet, sé que no lo mataron —aclaro.

—Sí, por ti —Alzan una mano y se la miran —¿Cuántas cosas te hemos perdonado ya Rein? ¿A cuántas personas no hicimos infelices por tu culpa? —Se ponen a contar con los dedos —Maik, tu sobrino, Max, Emmet ¡Mierda! Esta lista se está volviendo larga, que horror.

—Pe... pero...

—No empieces con tus lloriqueos —Me observan —¿Creés que no sabíamos que querías regresarnos a tu cabeza? Nosotras somos tú, pensamos como tú, no nos engañas, Rein.

—¡Ustedes me abandonaron! —les aclaro —¡¿Qué querían que hiciera?! Yo también estoy cansado, ¿saben? —Frunzo el ceño —Devuélvanme a Emmet y dejen esta estupidez de su venganza, me tienen harto.

Sonríen.

—¿A cambio de qué?

—¿Qué? —Alzo una ceja —No estamos negociando.

—Claro que sí, desde que esta relación terminó, todo lo que hagamos entre nosotros y tú, tiene que ser en un común acuerdo.

—Pues... no tengo nada que darles.

—Oh bueno, entonces adiós —Retroceden y me cierran la puerta en la cara.

—¡Esperen! —grito desesperado y abren otra vez.

—¿Qué?

Busco en mi bolsillo y encuentro el frasco, así que se los muestro.

—La sangre de Eloise.

—Ya somos inmortales, no necesitamos eso, de hecho tú tampoco lo necesitarías si estarías de nuestro lado.

—Bueno, si no la quieren... —Abro el frasquito y lo acerco a mi boca.

—Detente ahí —dictaminan severas y expresan con asco sobre mi acción —¿Vas a manchar tu precioso ADN con asquerosa sangre de vampiro?

Cierro la tapita.

—Solo si no me dejan opción —digo determinado —. Regresen a Emmet.

Ruedan los ojos.

—No podemos, sabe nuestra identidad.

—Bórrenle la mem... —Me quedo quieto y bajo la mano, entonces hago silencio cuando me doy cuenta —no, mejor no hagan eso.

—Que buena idea, Rein —Se ríen —. Por eso te amamos.

¡Ah soy idiota!

Ellas están aquí #7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora