37. Muerte

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Emmet

Me deleito con esa mirada perdida que observa por la ventana de mi casa. Rein está en su forma de chico, sentado en un banco, viendo a la calle. Ha suspirado una o dos veces, aunque sé que esos gestos no son por mí.

Camino hasta él y apoyo mis manos en sus hombros, sin embargo continua ignorándome.

—¿A qué has venido? —le pregunto.

—No quería estar solo, mi hermano salió con Eliza y el bebé, la casa estaba muy silenciosa.

—Entiendo.

Teniendo en cuenta que antes tenía voces todo el tiempo hablándole, es normal que le moleste el silencio.

—¿Ya encontraste la forma de meterlas de nuevo en mi cabeza? —pregunta con la mirada perdida.

—Ya casi, tienes que decirme dónde encontrarlas, sería más fácil.

—No puedo, mientras sigan enojadas conmigo, eso lo empeoraría todo —Suspira —. Aunque ya está peor, soy una distracción —Sus ojos se humedecen —. Todo porque soy indeciso y dependiente de ellas —lo admite y se refriega los ojos que aun así se le escapan las lágrimas.

—Quiero mostrarte algo —Le ofrezco mi mano, la mira un segundo y luego la acepta.

Se levanta del banco y lo guío hasta un mueble, abro un cajón, sacando de allí dos artefactos.

—¿Qué es eso? —pregunta confundido.

—Antes de que Max se vaya, conseguí que me diera algo.

Frunce el ceño.

—¿Para qué sirven?

Levanto el que tiene forma de cilindro.

—Este recolecta energía, las voces son energía pero tienen un cuerpo, así que solo las debilitaría, es como el collar que usó la antigua Reina Madre para atraparlas, pero en esta ocasión es un artefacto de cazador.

—Esto lo conozco —Alza la pequeña pantallita —Max tiene una en la muñeca a veces.

—Es un localizador de seres sobrenaturales.

—Sí —expresa pensativo —¿Qué piensas hacer con todo esto? —Alza una ceja —¿No irás a enfrentarlas o sí?

—Si no me dices el lugar exacto, tendré que buscarlas yo.

—Te van a matar —exclama con sinceridad.

—Tengo que intentarlo —Guardo los objetos y me dirijo a la puerta.

Me sigue.

—¡No lo hagas! —grita inquieto.

Me detengo y lo miro.

—Debo hacerlo.

—No podré ayudarte, te harán daño.

—No te preocupes, sobreviviré —digo y desaparezco de su visión al irme rápido.

Utilizo el aparato localizador, usando un cabello que le saque a Rein sin que se diera cuenta. Me sorprende toda la energía negativa que contiene tan poco ADN de él. Sin embargo es perfecto para encontrar a las voces. Quedo atónito cuando llego a la universidad a la que va Darren.

Avanzo por los pasillos y oígo mis pasos en estos, hay demasiado silencio. El aparato comienza a sonar de manera apresurada, cuando visualizo a Arien salir de un aula ¿Por qué no lo sospeché?

—Arien —digo ocultando el artefacto y él me sonríe.

—Emmet, que extraño verte por aquí —opina e indaga —¿Darren te llamó?

Ellas están aquí #7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora