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⇝Capítulo 10.

❝Tenía la ternura torpe de quien nunca ha amado y debe improvisar.❞

—Isabel Allende.

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No me parecía justo tener que soportar las burlas de mis compañeros, les explico un poco lo que pasó está mañana. Yun Dae y sus amigas planearon una jugada para que yo saliera de la habitación corriendo y recibiera un pastelazo en el medio de mi rostro, adivinen quién podría tener el pastel en sus manos, así es, Jungkook.

— ¿Con qué derecho le haces esto a Woo Hee? — Gritó Hyun Joo mientras corría fuera de la habitación, se veía el enojo en su rostro, yo sólo podía agachar la cabeza por el simple hecho de que ella estaba presente.

¿Por qué tanto miedo hacia ella?, fácil, puede llegar a hacer cosas pésimas y lavarse las manos al instante, una vez ocasionó que una chica se suicidara por culpa de sus maltratos, pero como su padre es abogado y la madre de esa chica no tenía muchas pruebas, el caso se perdió. Debería tenerle mucho más miedo pero, con el tiempo me acostumbre a que las bromas sean básicas, como en las películas.

Miré a Jungkook, obviamente se estaba riendo de mi rostro lleno de crema con sus amigos, claramente la trampa la estaba armando muy bien. Quizá será bueno seguirle el juego, nadie había tratado de enamorarme, nunca, así que le seguiré el juego para no salir lastimada y que no tenga esa apuesta con Yun Dae.

No me importaba tener el rostro lleno de crema en ese momento, me sentía feliz por alguna razón, en un momento, comencé a reírme con todos mis compañeros, me reía como sí no lo estuviera odiando. Mi risa es un poco contagiosa, así que creo que todos se reían conmigo menos Yun Dae, hasta el mismísimo Jungkook se reía conmigo.

— Está rica la crema, ¿Quién la hizo? — Dije mientras metía un dedo con una pequeña montaña de crema chantilly en mi boca, todos estaban a carcajadas por las cosas que yo hacía, además, me estaba riendo con ellos.

Por lo menos la mañana no fue tan mala, logré que mis compañeros se rieran conmigo y no de mí. Hyun Joo aún permanecía en estado de shook, no creía que yo podía hacer una cosa así con mis compañeros, ella me ayudó a sacarme la crema del rostro en el lavadero.

— Oye, ¿Cómo hiciste? — Preguntó mientras me pasaba una toalla para secarme y terminar con el lavado matutino. — Digo, fue muy raro lo que hiciste. — Replicó mientras secaba sus manos y reía un poco recordando lo de esta mañana.

— Creo que por primera vez, no me sentí tan humillada. — Respondí con una sonrisa saliendo del baño, me gustaba esa sensación de poder reír junto a mis compañeros y no ser su bufón.

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Era hora de partir al instituto, primero cumpliría con mi horario de clases y luego iría a mi nuevo trabajo. Conseguí un puesto como camarera en un restaurante de alta calidad, no podría cometer ningún error sino, tendría que pagar caro, además de pasar vergüenza frente a personas muy importantes.

— Iré a trabajar después del instituto, no me esperes para cenar. — Susurró mientras metía otra cucharada de cereal a su boca, ambos no emitimos palabras, por más de que estemos frente a frente.

— Yo... También debo trabajar. — Miré hacia otro lado ahorrándome la vergüenza de mirarlo a los ojos, aunque sí se escuchó una risa por su parte.