⇝Capítulo 24.

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Después de un amor, no queda más que la sal de las lágrimas.

Joël Dicker.

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— Chicos, armen grupos para el siguiente trabajo. — Dictó el profesor mientras copiaba las actividades en la pizarra, claramente sería un trabajo forzoso pero era más que obvio que ya me haya olvidado que no tengo tantos amigos. — ¡Tienen quince minutos para armar los grupos! — Exclamó por última vez antes de que todos comenzaran a charlar con sus amigos.

Caminé hacia donde se encontraba Hyun Joo para hacer el trabajo con ella, pero los amigos de Dak Ho y sus novias me cubrieron por completo dejándome fuera del grupo, miré a Jungkook y estaba solo en su pupitre, probablemente dibujando. Me acerqué disimuladamente hacia su sitio lentamente, noté que estaba súper concentrado dibujando el cabello de una chica sin ni siquiera iniciar el rostro, sólo saqué su auricular de su oreja y aclaré mi garganta antes de hablar.

— ¿Quisieras hacer el trabajo conmigo? — Pregunté cerrando mis ojos con nerviosismo, abrí los ojos mirando hacia su dibujo, di un leve suspiro al decir esas palabras, no quería mirar a su rostro por miedo a que los nervios me jueguen una mala pasada.

— Yo...

— Bebé, ¿Lo harás con nosotras? — Preguntó Yun Dae empujándome con su hombro hacia atrás, tenía miedo de oír su respuesta ya que probablemente él diría que si a su novia, sólo me hacía ilusiones sin sentido.

— ¿Puede estar Woo Hee con nosotros? — Preguntó levantándose de su silla y colocando sus manos sobre la libreta donde él estaba dibujando, alzó una ceja mientras una sonrisa se asomaba a su rostro y un hoyuelo salía de su lado izquierdo.

— Me parece extraño que quieras a la torpe en nuestro grupo. — Se cruzó de brazos para mirarme de una manera no tan discreta y juzgarme con la mirada de arriba a abajo.

— ¿Podemos hablar un minuto? — Tomó su mano dejándome ahí parada viendo como ellos salían del salón, sin embargo, sus gritos no se escuchaban pero sí los movimientos de furia de cada uno.

Yun Dae siempre conseguía todo lo que quería, desde al chico más guapo de todo el instituto, hasta el vestido más hermoso así su padre tuviera que cruzar continentes. Siempre me gano en todo, hasta en los concursos de inglés cuando se daban en el instituto, era el único idioma que manejaba a la perfección.

Mi autoestima siempre fue baja, nadie nunca ha podido levantarlo, así como las lindas palabras que Jungkook alguna vez me dijo y sólo fueron para engañar, nadie puede reconfortarme después de todo, debo soportar cada insulto y cada golpe con el fin de recuperarme algún día. Sabía que perdería a Jungkook por culpa de mi torpeza y todo lo que define mi personalidad.

— Sé cuándo nadie me quiere cerca. — Susurré para mí misma sin dejar de mirar la libreta de Jungkook, mientras él seguía discutiendo con Yun Dae fuera del salón, me senté en mi pupitre a escribir las consignas de todo lo que había que hacer.

— Puedes estar en nuestro grupo. — Murmuró Jungkook apoyando sus brazos sobre mi pupitre, su afilada mirada estaba apoderada de mis ojos, mientras yo sólo analizaba la posición en que él estaba.

Asentí en forma de agradecimiento, él entendió ese gesto y volvió a sentarse para seguir dibujando, lo miré sobre mi hombro desde lejos, quizás mirarlo era mi forma de reconfortarme.

𝙏𝙄𝙀𝙍𝙍𝘼... ¡𝙏𝙍𝘼𝙂𝘼𝙈𝙀! | 𝙟.𝙟𝙠  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora