Capítulo XLVII.

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La casa de los abuelos Kim estaba llena de globos y decoraciones de esos robots que tanto le gustaban al pequeño moreno juguetón que corría por el patio en compañía de sus amigos de clase. Los padres de los invitados alababan la hermosa casa ubicada en un lugar tan natural a las afueras del centro urbano, rodeada de completa paz y armonía. Jeonghoon y Jiwoo eran unos anfitriones excelentes y todos envidiaban todo lo que hacían por su primer nieto, realizándole aquella fiesta ante la ausencia de Hyoyeon y Kibum por sus exigentes trabajos.

Un pequeño castaño con ojos de cachorro veía a la multitud de niños corriendo y frunció los labios: no le gustaba. Sus abuelos, quienes trabajaban con Hyoyeon, le habían insistido demasiado en ir al cumpleaños del hijo de ella y que era una buena oportunidad para hacer amigos.

«Patrañas» bufó. Él era tres años mayor que Jongin y ya no se sentía a gusto jugando con robots y esas cosas.

―Vamos, Baekhyunne ―el abuelo Byun tocó su hombro, a lo que el pequeño le regala un tierno mohín que provoca una risa en el anciano―, aunque sea ve a dar una vuelta por allí. El terreno es inmenso y más allá puedo ver un pequeño bosque.

Aquella idea le agradó al menor, por lo que de un saltito se paró de la silla y comenzó a caminar por el patio delantero, no sin antes de que su abuelo le dijera que se cuidara. Observó la sonrisa y el ademán del hombre mientras se alejaba y gracias a que no miraba hacia el frente, no vio cuando un contundente robot de plástico se estrelló contra su cara, no lo suficientemente fuerte como para dejarle un moratón, pero si cómo para que sus ojos lagrimearan por el dolor del impacto.

Jongin abrió los ojos cómo dos platos y dejó caer el juguete, levantando las manos en señal de inocencia ante la mirada cristalizada del castaño.

― ¡Lo siento, lo siento! ¡Fue sin querer, Baek!

Baekhyun asintió, alejando la mirada de Jongin para que no viese las lágrimas que comenzaban a escaparse de sus ojos. ¡Estaba tan avergonzado de estar llorando por un golpe tan chiquito! A duras penas murmuró un "No te preocupes, Jongin" y entró a la casa, dirigiéndose al baño al final del pasillo para lavar su rostro.

Cuando iba pasando, divisó una cabellera rubia no se le pasó desapercibida en la sala de estar, por lo que retrocedió unos pasos para poder ver la imagen completa del pequeño que se encontraba allí.

El pequeño rubio de nariz respingona y piel pálida miraba por el ventanal que daba hacia el patio con un semblante triste mientras en sus manos un pequeño oso de peluche era apretado contra su pecho.

Baekhyun se acercó en silencio, curioso por saber qué hacía el pequeño allí y no fuera con los demás niños, pero justo al dar un paso la madera del piso sonó y el rubio pegó un respingo para voltearse a verle con una cara de espanto, la que sólo se acentuó cuando el estruendo que hizo un jarrón contra el suelo resonó por la habitación.

El niño comenzó a agitarse y Baekhyun entró en pánico al no saber qué le pasaba.

―Hey, tranquilo ―logró decir y levantó dos de sus dedos en signo de paz―, no quise asustarte, lo siento.

―M-me van a regañar por esto... ―lagrimeó, viendo con pena el jarrón destrozado.

El pequeño Byun fue empático y se puso en los zapatos del pequeño, quizás le aterraba que le reprendieran o algo así, pero no estaba comprendiendo por qué las manos del otro temblaban y se aferraban con una fuerza desmedida a su oso de peluche, lágrimas comenzando a caer por sus mejillas con un puchero en sus labios.

Cute and pervert » hunhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora