Capítulo XI.

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La vendedora de flores le sonrió con ternura cuando se despidió con la mano, llevándose el ramo de crisantemos rosas y blancos al pecho mientras se adentraba en el solitario y melancólico cementerio.

Cada dos meses repetía la misma rutina: escapar con cualquier boba excusa, comprarle a la única señora que vendía crisantemos dentro de las cercanías del cementerio y entrar a este para visitar a su ser querido.

Con una tenue sonrisa en los labios, caminó por el bien cuidado camino hacia el lugar de siempre, haciendo reverencias a las personas que le miraban y le sonreían débilmente.

Era consciente de que su desbordante alegría no podía estar presente en aquel lugar, donde todos los difuntos descansaban en sus sueños eternos.

Llegó a la sección que buscaba, pegando brinquitos hacia la colorida tumba con una lápida llena de dibujitos de tortugas y post-it de variados colores.

—Buenas tardes, papá.

Alcanzó el jarrón que yacía con los crisantemos marchitos, dejándolos a un lado para reemplazar el agua y poner los frescos dentro.

—Espero te gusten enserio estas flores, porque si no me sentiría demasiado ridículo al seguir comprándotelas y que a ti te desagraden.

Una vez cada dos meses Luhan iba a visitar a su padre al cementerio, dejando atrás su personalidad aniñada y juguetona para volverse un adolescente normal, un vacío reemplazando el brillo excepcional de cada mañana y una sonrisa triste apoderándose de sus labios al recordar las viejas historias que su Hyoyeon alguna vez le contó acerca de Lu Jin.

— ¿Sabes, padre? Me gusta un hombre.

Sacó un bolígrafo y una hoja color rosa pastel de su mochila, dibujando esta vez patos sonrientes y palabras en Kanji.

—Sehun hyung es un gran hombre, me trata muy bien y soporta que sea un chico inmaduro todo el tiempo. Jamás había conocido a semejante ser que me sonriera tan genuinamente sin la necesidad conseguir algo a cambio.

Firmó la hoja e hizo un último dibujo: un corazón gigante con las iniciales "S&L".

—Le enseño japonés, pero pudo haber escogido a alguien mucho más experimentado y que supiese el idioma al revés y al derecho. Me escogió a mí de entre tantas personas, pá.

Siguió contándole sus pensamientos, desahogándose y prolongando la paz interna que albergaba en lo profundo de su ser. En un momento dado cerró los ojos y se imaginó sentado frente a su padre, la misma situación, sólo que en diferente lugar, diferente momento y con él vivo.

Luhan daría todo por haber conocido a Lu Jin y que este lo hubiese sostenido entre sus brazos a la hora de nacer, susurrándole suaves "Shh" con tal de que dejase de llorar como lo hacen siempre los bebés en los primeros minutos de vida.

El sol comenzó a descender por el cielo, el color anaranjado siendo señal para emprender nuevamente su camino, de volver a su esencia y sacarles sonrisas a todos con su genuina inocencia y ternura.

—Prometo seguir sonriendo dentro de estos dos meses sin importar qué.

Adhirió su dibujo a la lápida junto a los demás, tirándole un beso a la tumba cuando se levantó y caminó hacia la salida.

—Nos vemos, papá.

Corrió a velocidad normal y salió del cementerio, frenando en seco cuando su móvil comenzó a sonar con una canción de Apink.

—Hola~. —puso la voz más melosa que pudo y respondió con su típico tono cantarín.

Ángel mío, ¿Te falta mucho para llegar a casa?

Cute and pervert » hunhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora