Parte 19

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Al notar que no hacia un esfuerzo por separarme de él, con un poco de prisa descendió sus besos por mi cuello hasta llegar a mis pechos, me miró y en seguida me quito la ropa, al ver la tanga se mordió los labios y me tocó por encima de la ropa interior.

—Me encantas. —susurró.

Se desvistió en seguida y me recostó con delicadeza en el sillón, saco con prisa un condón y me penetro, me aferre a sus brazos sin dejar de mirarlo a los ojos, sus movimientos eran bruscos, lo empuje ligeramente y salió de mi para acomodarse en el sillón, me coloque sobre él, moviendo las caderas, coloque sus manos en mi trasero para que siguiera los movimientos, me pellizcaba con delicadeza y al besar mis pezones, no pude contenerme y arquee la espalda, dejando que todo el placer que sentía saliera en cada gemido, enseguida acelero los movimientos y llego al clímax.

—Eso fue increíble. — me miro.

Me levante con cuidado y camine hacia mi habitación, me siguió y se paró en el umbral de la puerta.

–Creo que debo irme. —hizo una mueca.

—Me reí. —Que dramático eres, quédate no hay problema.

—Genial porque no pensaba irme. —se abalanzo a la cama, se tapó con las cobijas, me abrazo y de inmediato se quedó dormido.

Me acomodé con él y cerré los ojos, su aroma me encantaba, me hacía sentir mejor, y segura, me gustaba muchísimo estar con el.


Al sentir los rayos de sol en mi cara, me desperece y mire a mi lado, Héctor descansaba plácidamente y al sentir que me movía se despertó.

—Hola hermosa.

—Buenos días. — salí de la cama y caminé a la cocina en busca de una taza de café.

Regresé a la habitación con dos tasas y le di una a Héctor, di un sorbo y me acosté de nuevo.

—Gracias por el café, tengo un dolor de cabeza infernal. —puso una mano en su cabeza.

—Bebiste mucho anoche.

—Lo sé. —hizo una mueca mientras sobaba sus sienes.

—Pediré algo de desayunar.

Marque a un restaurante y ordene, termine el café, mientras esperaba cerré los ojos y me acurruque, el sonido de la televisión me despertó, Héctor miraba entretenido la pantalla mientras se metía un pedazo de comida a la boca.

—¿Por qué no me despertaste?

—No quería molestarte, ¿Tienes hambre?

—Si.

Se levantó y acomodo el desayuno en mi regazo, mire con él la televisión, al terminar el programa se levantó y me dio un beso en la mejilla.

—Te quiero, gracias por todo.

Apreté una sonrisa y le di un abrazo, nos despedimos y regrese a la soledad de mi casa, mire mi teléfono y tenia de nuevo un mensaje de Mauricio.


Mauricio

—Hola.

—Hola.

—¿Qué haces?

—Nada en especial.

—Entonces no podrás negarte, te invito a tomar una cerveza.

Hice una mueca y miré el día soleado.

《Bien, no quiero estar sola. 》

—De acuerdo.

—¿Paso por ti?, ¿O donde te puedo ver?

—¿A dónde iremos?

—¿Te parece la cervecería?

—Bien, te veo ahí.

—¡Genial!, ¿A las 4?

—Ok.


Mire el reloj, no faltaba mucho, me di un baño y me vestí cómoda, recogí mi cabello en una coleta despeinada y subí a mi auto, conduje al redor de 15 minutos y aparqué cerca del lugar, entre un poco nerviosa y elegí una mesa en la terraza, pedí una cerveza y papas fritas mientras esperaba y encendí un cigarro, mire mi teléfono para distraerme y diez minutos después Mauricio llego, me miro embelesado como si estuviera viendo a una artista, me reí internamente, empezamos a platicar de nosotros mientras bebíamos cerveza, era un chico extremadamente agradable y sencillo.

—Por fin aceptaste salir conmigo.

—Apreté una sonrisa. —Si.... bueno. —me alce de hombros.

—¿Quieres comer algo?

—Sí, ya tengo hambre. —mire el menú. —Una hamburguesa, ¿y tú?

—Lo mismo.

Ordeno y continuamos platicando, todo fluía muy bien, era una compañía agradable, levanté la mirada hacia la entrada del restaurante y mis ojos no daban crédito a lo que estaba viendo, parpadeé varias veces queriendo convencerme de que tenía visiones, Mauricio desconcertado miro en dirección hacia donde yo miraba, arrugó la frente y me miró confundido.

—¿Que ves?

—¿Ahh? —me mordí el labio. —Es que creo que lo conozco, es todo. —intente sonreír mientras se me hacía un nudo en la garganta.

Yo soy AlineeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora