Acerca de una novela llamada "Así persiste el océano"

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Mi amiga Julie y yo charlábamos muy animadamente aquella noche. Ella, artista ocasional, me había mostrado un dibujo que hizo basándose en un videoclip. En él, un rockero de cabello largo come despreocupado su sushi con audífonos puestos, ignorando que en la cocina el chef ha sido asesinado por la sirena que intentaba cocinar, la cual se arrastra por la barra, por fin libre.

 En él, un rockero de cabello largo come despreocupado su sushi con audífonos puestos, ignorando que en la cocina el chef ha sido asesinado por la sirena que intentaba cocinar, la cual se arrastra por la barra, por fin libre

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Me gustó mucho el dibujo, era uno de los más elaborados que había visto de su parte. Poco rato después, y ahora con ese dibujo como tema de conversación (y también el videoclip musical en el que fue basado), Julie me lanzó la premisa: "¿Y si escribes una novela sobre esto? Un hombre va a un restaurante donde come sirena, pero lo clausuran y él debe conseguirlas en otro lado, pero termina enamorado de la que compra".

Leer eso fue como recibir una descarga eléctrica, una dosis de inspiración directa en la vena. Una premisa simple pero hasta cierto punto original si lograba manejarla sabiamente. Hasta ese momento yo había escrito historias de amor en entornos realistas y uno que otro romance mediocre en historias sobrenaturales o fantásticas. La fantasía no es mi fuerte, y tampoco me había interesado mucho.

Esta premisa me empujaba a salir de mi zona de confort, y acepté el reto con una convicción que no experimentaba desde hacía tiempo. A la brevedad armé personajes, afiné detalles y torcí la idea inicial hasta que me convenciera del todo. Los personajes principales fueron llamados después de dos de mis cantantes predilectos: Gustavo Cerati y Marina Diamandis.

¿De dónde tomé el apellido Sandoval? Bueno, la gran mayoría aquí ya lo sabe.

Escribí un capítulo tras otro como una posesa. Estaba a menos de seis días de volver a la universidad, me creí capaz de terminar la historia en ese tiempo y luego reanudar "Nuria", la cual había dejado en el capítulo 64. Ya tenía planeado hasta el desenlace, uno donde Gustavo decidía suicidarse por fin luego de ser descubierto por Marla en pleno amor con Marina. Él tomaba el cutter, se lo pasaba por el cuello y Marina, fiel a su instinto, se lo comía.

Un final miserable para un personaje miserable.

Él no necesita desarrollo, pensaba. Su encanto radica en sus tragedias y su felicidad fugaz.

Pero ese no es el final que ustedes conocen. Y esta historia tardó poco más de dos meses en finalizar.

¿En qué momento decidí desechar ese final y llegar a la conclusión de que 5 días no bastaban para concluir la novela?

Esto pudo haberse limitado a una historia de amor poco convencional con un final gore, pero conforme me adentré a todo el tema de las sirenas (artículos, libros, películas y arte) me percaté de lo mucho que tenían para ofrecer como personajes. Terminar las cosas así sería desperdiciar mucho potencial. Por si fuera poco, cada vez me fascinaba más el contraste entre Gustavo e Iñaki; ambos eran hedonistas y obtenían su placer de las mismas criaturas, pero uno solo alimentaba los deseos de su carne y el otro no solo eso, sino también los de su alma.

La saga Watersong de Amanda Hocking (la cual todavía no termino, actualmente estoy a mitad del libro 3) fue de mucha ayuda. Ambas manejamos el tema de las sirenas de forma distinta, pero fue de gran ayuda para poder describir a estas criaturas y la sensación de estar dentro del mar.

Mención especial merece el compositor Peter Gundry, cuyas canciones escuché una y otra vez (¡sobre todo el álbum Aurora!) así como I Monster con su sublime Daydream In Blue. Esa canción fue la que me hizo estrechar el lazo entre Marina y Gus, y crear el mar de los sueños. La película The Lure me ayudó a la hora de definir ciertas características de las sirenas en este universo.

Evoco todos aquellos lugares en donde esta novela fue tejiéndose poco a poco: mi siempre amada biblioteca de la universidad con su silencio acogedor; la cafetería, con un frappé y dos galletas de chocolate a un lado; los salones de clases vacíos en las horas muertas; mi habitación desordenada; el comedor de mi casa. Horas y horas tecleando mientras, al mismo tiempo, sorbía con una pajilla mi café negro o té de canela.

Esta novela ha sido una entrega total. Marina y Gustavo poseen retazos de mí, una virtud y un defecto.

Estoy más que satisfecha con el resultado final, sigo sin creer que fui capaz de crear algo tan distinto a mi narrativa habitual y además en tiempo récord. Esto no hubiera sido posible sin ustedes, por supuesto. A lo largo de esta travesía estuvieron al pendiente de este humano y esta sirena, además de que me obsequiaron muchos dibujos preciosos, más de los que esta humilde autora merece.

"Así persiste el océano" me hizo reflexionar constantemente sobre la felicidad, el placer y el concepto de amar. Al igual que el mar de Marina y Gustavo, ahondé cada vez más y más profundo en mí misma. Y espero que haya pasado lo mismo con ustedes.

No creí que lograría fascinarme tanto por las sirenas, sin duda debo escribir sobre ellas en alguna otra ocasión. Esta no será la primera y última novela al respecto.

Qué bien se siente llegar hasta aquí.

Siempre encantada y agradecida,

Aria Veil

20 de marzo de 2019

20 de marzo de 2019

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