*Dedicado a mis princesas sin corona, gracias por apoyarme y por darme ánimos para seguir.
Un ruido asquerosamente familiar me despierta de mis profundos y dulces sueños, el despertador, como no. Las 7:45 de un viernes frío de invierno. Como odio las mañanas de viernes, cuando a primera hora tenemos educación física. Me pongo la ropa deportiva más cómoda y abrigada que encuentro y me voy a la parada de autobús, dónde me esperaba mi amiga Irene, con quien voy todos los días al instituto.
-¡Buenos días chicos, hoy tendremos clase alternativa!-dice la profesora, a la que odio inmensamente-. Viene el equipo local de fútbol a dar una charla, tendréis media hora de clase oral y la otra media, clase práctica.
Con aquel frío, es lo que más agradecería en ese momento. Me dejaría dormir en medio de la charla y cuando tuviésemos que jugar a fútbol, diría que no me encontraba muy bien.
Entramos en la sala, donde se estaba de maravilla. Mi sorpresa fue que frente a esa mesa, no había otra persona para dar la charla más que Alberto y su entrenador. ¡¿Qué?! No podía ser. Despierto repentinamente. Mi cara de adormilada se esfuma en cuestión de un par se segundos, y le miro con cara de odio, a lo que él me responde con un guiño y una de sus sonrisas perfectas. Me encanta, no puedo negarlo.
-¡Esther! ¿Qué haces ahí parada? Muévete, te he dicho que te sientes ahí delante en primera fila.
Resoplp. Él me mira con cara de satisfacción y de victoria, y me saca la lengua.
-Tía, está muy bien el futbolista eh.. Mira que ojazos y que sonrisa.
-Irene, calla que asco. Es un idiota.
-Te está mirando, te pone ojitos, mírale.. En serio, creo que me acabo de enamorar -dice mi amiga poniendo los ojos en blanco.
-Ya te he dicho que no tengo interés ninguno en él. No pienso mirarle.
-Oye tía, esta noche abren una nueva discoteca, es para mayores de 16 años pero bueno, a ti te quedan cinco meses y a mí ocho para cumplirlos, conozco al que está en la puerta así que nos dejará pasar seguro.
-No me apetece mucho salir pero bueno, lo haré por ti. Llama también a Paula, quedamos a las 11 en la puerta de tu casa. No seas tardona, y no te pongas muy guapa, deja algo para las demás -saco la lengua.
Las dos comenzamos a reír, olvidando por completo que estamos en mitad de una clase.
-Señoritas, ¿algún problema?-dice la profesora enfadada-. Decidnos que os hace tanta gracia, todos queremos reírnos.
Alberto esboza una sonrisa y se tapa la boca con la mano para evitar que le vea su entrenador.
-No es nada profesora, simplemente empecé con la risa floja y Esther también, se nos contagió.
-Sí profe, simplemente eso. -digo mientras aprieto con fuerza la mano de mi amiga, intentando aguantar la risa.
-Siempre igual.. Vamos, acompañadme fuera, jugaremos un partido.
-La chica morena de la risa y aquellos de allí formarán parte de mi equipo, y los demás al de la profesora-dice Alberto mientras pasa su brazo por mis hombros.
Me remuevo incómoda bajo su brazo, pero no le aparto de mí. Le miro desagradablemente y murmuro en voz baja.
-Imbécil-digo con una pequeña sonrisa.
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No me digas que me quieres
Genç Kurgu{COMPLETADA} -Soñaré contigo entonces, princesa. ¡Te quiero!-grita. -No me digas que me quieres o me veré obligada a besarte hasta que digas lo contrario-digo intentando parecer seria, aunque no puedo aguantar la risa más de dos segundos. Esther...