¡Avisa al doctor!

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Suspiré mirando mi mano enlazada con la de George.

-No puedo hacerlo, Brian.
-¿Por qué no?
-Pues...-lo miré-Creo que los dos tenemos claro cómo va a reaccionar y simplemente no es el momento. Ya tenemos demasiados problemas como para crear más así que...prefiero esperar un poco, ¿entiendes?
-Sí, no hay duda de que John tiene carácter pero piensa que en algún momento tendrás que hacerlo.-se sentó junto a mí.
-Ya, eso lo sé. Pero lo último que necesitamos ahora mismo es que los chicos peleen, solo espero que George despierte pronto y podamos arreglar las cosas.-lo miré, tomé mi peine que descansaba sobre la mesa de noche y lo pasé por su cabello-Hasta despeinado es muy lindo.-sonreí.
-Te vendría bien ir al hotel a dormir, aunque sea solo un día.-habló cuando solté el objeto.
-¿Qué? Ni de broma. Además, aquí duermo muy bien.
-Samala, no creas que no te vi. Anoche te despertabas cada hora para ver si seguía en coma o no.-me miró preocupado.
-Solo quería asegurarme.-me encogí de hombros.
-Baja a desayunar, anda ya me quedo yo con él.
-No tengo hambre.-negué.
-¿Me vas a hacer volver a traerte la comida?-alzó una ceja.
-Bueno...está bien, no quiero tenerte de camarero todos los días.-me puse de pie y cuando me dispuse a caminar hacia la puerta, me di cuenta de que George me tenía sujeta de la mano. Podría haberme liberado sin esfuerzo pero estaba reaccionando y eso era fantástico-¡Brian, mira!-abrí mis dedos y levanté la mano, dejando ver que la suya seguía cerrada-¡Avisa al doctor!-sonreí como si me hubiera sacado la lotería aunque aquello era mil veces mejor.
-Voy.-salió rapidamente y miré a George quien seguía inmovil.
-Gracias, Dios mío.-besé su mejilla.

En ese momento mi ateísmo no tenía lugar, le agradecí a todos los dioses que conocía.

Niñera de cuatro Beatles II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora