CAPITULO 2

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El tiempo pasó. Las hojas cayeron, el viento soplaba con ligereza, la distancia aumentó.

Doncaster, Inglaterra; su ciudad natal.

Había llegado con su madre, quién lo recibió con sorpresa y preocupación. Louis le había contado un mínimo de detalles y le pidió que solo le dejara continuar su vida en aquella ciudad sin preguntar más sobre lo que había pasado. Ella accedió, aunque ciertamente no presentía nada bueno por como estaban siendo manejadas las cosas.

Pasó poco tiempo para tener alquilado un departamento y haber conseguido un trabajo, todo con ayuda de sus hermanas. Ellas no permanecían en la ciudad, al menos no todas, pero Lottie le había ayudado con amigos que mantenía para mejorar su estancia.

Todo iba mejor de lo que pensaba. Su familia lo apoyaba en lo que podía, tenía un lugar donde quedarse. Estaba solo en su nuevo lugar. Sólo.

Solo.

S

u mente, sentía que iba y funcionaba en piloto automático. Al hablar con sus hermanas quienes le llamaban a veces para saber cómo estaba creía resentir aquel espacio vacío en él.

No tenía conciencia del tiempo. Quizá habían pasado semanas, y tal vez cumplido meses. No lo sabía. Solo sentía aquella soledad. Solo. Estaba solo.

Hacía mucho tiempo que no tenía aquel sentimiento, y podía creer que se ahogaba poco a poco.

Conforme a los días, su estado de salud empeoró. Comenzó a vomitar constantemente y su cuerpo le respondía de maneras más pesadas, sentía que no podía más. Al inicio creyó que su cuerpo le estaba dando un castigo por no poner atención a lo que hacía desde que llegó, pero cuando ni siquiera podía mantenerse más de dos horas sin sentirse mal recurrió al médico.

En su trabajo le habían dado oportunidad de ausentarse para mejorar su estado. Y Louis lo aceptó.

Era otoño, las hojas iban y venían en las calles juntándose cerca de la acera. Vió por la ventana notando el clima y tomó su bufanda y gorro para poner ambas prendas y luego se colocó su abrigo. Entonces salió dirigiéndose a su auto.

No quería más aquellos síntomas que le torturaban, y planeó en preguntar por alguna ayuda terapéutica. Quizá todo pasaba porque no podía quitarse aquél vacío de su pecho. O tal vez eso solo se lo atribuía al moreno que no se alejaba de sus sueños.
No tardó en llegar al hospital en el que se dirigió hacia un consultorio general. No parecía haber mucha gente atendiendo y eso mejoró un poco su ánimo. Saldría de ahí rápido. Sin problemas.

Tocó la puerta de la habitación. Un hombre levantó la vista hacia él sonriendo instintivamente, levantándose de su asiento para ir a recibirlo.

—Adelante, pasa.—comenzó con amabilidad guiandole para sentarse. Louis con su rostro escondido lo más que podía en su bufanda, siguió al médico y se sentó donde le indicó.—Buenos días.—saludó mientras tomaba su asiento frente a él, el oji-azul murmuró él mismo saludo de vuelta.— ¿Cuál es el motivo de su consulta?

Respirando con profundidad alejó la bufanda y habló con ronques. Con aquél detalle notó que nunca hablaba.

—Uh, ehm...—pasó saliva.— He estado   vomitando, y mi cuerpo se siente algo pesado, me canso rápido y no entiendo el porque. He estado así durante varias semanas y me ha dificultado un poco mi trabajo.

El doctor anotó algunas cosas y dirigió su atención de vuelta al castaño.

—¿Tu apetito a cambiado en algo?—el castaño parpadeó con confusión y tomó un par de segundos para tener una respuesta.

—Yo no... Últimamente no he comido mucho.—el médico asintió y comenzó a levantarse.

—¿Podrías levantarte? Voy a checarte.

La consulto prosiguió. El doctor tomó cada uno de los signos vitales del castaño, asegurando que todo estuviera bien, buscando alguna anormalidad. Palpó su vientre buscando un indicio de lo que pudiera ser que pasara dentro del cuerpo del menor. El doctor tuvo unos segundos para asimilar una teoría hasta llevarla a cabo.

—Mantente recostado, por favor. Voy a aplicar un gel que me permitirá ver dentro de su estómago. Esto con el fin de asegurarme que su sistema esté en bien.—Louis asintió e hizo lo dicho.

El doctor puso aquel gel en su abdomen, causando en el oji-azul sentir un hormigueo al tacto de ese gel. El doctor puso un aparato en el lugar puesto del gel observando otra máquina con pantalla que reflejaba una imagen distorsionada a los ojos del castaño. Los ojos del médico se abrieron con sorpresa para luego dar una ligera sonrisa.

—Vaya.

—¿Qué? ¿Qué sucede?—preguntó alarmado el castaño. El médico parpadeó y le dirigió una mirada de disculpa. Luego tomó aire y dio un diagnóstico final.

—Usted... Está embarazado.






. . .





Shock.

Había visto en películas como las personas quedaban paralizadas ante sucesos impactantes. Creía sentirse así.

Tenía a un pequeño dentro de él.

Estaba creando a un pequeño bebé.

Ya no estaba... Solo.

No lo dejaría, lo cuidaría y se encargaría de él.

Se sentía feliz.

De algo que creía estar seguro era de quien era aquél pequeño. Mordió su labio tratando de ignorar aquello y buscó su teléfono en su mochila. Solo así se dio cuenta que sus manos temblaban.

Bajó del auto y llamó a uno de sus amigos, Liam Payne.

—¿L-Liam?—mencionó por primera vez mediante el teléfono.

—¡Louis! Hola hermano, ¿qué pasa?—contesto el oji-miel.

—Necesito que vengas a mi departamento, es algo... Importante.

—¿Por qué? ¿Pasa algo?—respondió el joven castaño.

—Solo... Ven.

—Claro.—y cortó la llamada. El oji-azul apenas y recapacitaba lo sucedido anteriormente. Liam desde que había llegado estuvo con él, nunca lo dejó. Ellos se conocieron en el trabajo, nada fuera de lo normal.

El oji-azul bajó del auto, sacó sus llaves y con dificultad abrió la puerta, aún concentrado en la respuesta del doctor.

—¡LouLou!—gritó desde la otra línea su hermana Lottie. Louis caminó de un extremo a otro de su sala y mordió sus uñas con nerviosismo. El silencio alarmó a la rubia.— Hermano, no me asustes. ¿Sucede algo malo?

—Hola...—respondió el oji-azul, su voz temblaba. Lottie suspiró.

—Okay, puedes hablarme, eso es bueno.—Louis relamio sus labios.—¿Está todo bien?

—No...




. . .





—¿Em...Embarazado?—repitió el castaño. Al igual que el oji-azul, estaba completamente asombrado. Le llegaba a asustar toda la situación, y entendía que asustaría más al portador del bebé, pero no dejaría a su amigo solo.

—Es algo... Que aún no recapacito...—dijo con la mirada baja.

—Oye... Esta bien.—Louis le vió, Liam tomó su mano y la sujetó reconfortante.— Tendrás a alguien contigo. Esto es bueno, ¿Okay?—ambos asintieron.—Aunque,—el oji-azul lo observo.— ¿quién... quién es el... padre?

El oji-azul se quedó callado por un tiempo. Sabía claramente de quien era.

Pero no lo aceptaba.

—No lo se...—sacudió su rostro y negó.—Pero eso no importa.

Ya no importa.

¿Malik? Oh... ¿Tomlinson? (Zouis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora