Dos personas.
Dos mundos opuestos.
Una relación falsa.
Una noche de fiesta ha bastado para dar un giro impredecible en la vida de Nicole Carson y Maximiliano Dimitriou, una estudiante universitaria y un magnate hotelero.
Uno nunca se ha enamorado y...
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—Por favor déjame dormir. Mañana podemos hablar —bostezo, al mismo tiempo que deshago las cuerdas de los tacones y los empujo para sacarlos de mis pies.
En cuanto la planta de mis pies tiene contacto con el helado suelo, el dolor disminuye un poco.
Hubiera sido buena opción ir con tenis en lugar de tacones al club nocturno, al final del cabo, nadie me iba a juzgar por querer andar sexy de arriba, cómoda de abajo.
—¿Sí sabes qué hoy es domingo? —dice más como una afirmación.
—No es cierto... —Me quejo. Luego sello los labios. —. Okay, sí es Domingo.
—No puedo creer que no sepas en qué día vives —ríe fuerte. La verdad, está exagerando bastante.
—El punto aquí es que quiero dormir. Nos vemos más tarde —me levanto de la silla, dispuesta a quitarme el maquillaje, tirarme a la cama y recapitular lo increíble que ha sido la noche.
—Usted no va a ningún lado, señorita —Becca empuja mis hombros hacia abajo, obligándome a tomar asiento de nuevo.
—¡POR EL AMOR DE DIOS, SOLO SALÍ CON UN HOMBRE, NO CON EL PRÍNCIPE DE MONSTERS INC!
—En Monster Inc no hay príncipes —me observa como si estuviera bajo el efecto de alguna droga.
—Becca, por eso me quiero ir a dormir. Ni siquiera sé lo que estoy diciendo.
Mi amiga se cruza de brazos y entrecierra los ojos.
Quiere que le cuente como me ha ido con Maximiliano; la cosa es que tener esta conversación a las casi cuatro de la mañana no es lo más viable siendo que estoy cansada. Terminaría contando los detalles sin nada de emoción. No lo puedo aceptar, porque Rebecca necesita saber cómo fue todo, hasta la parte más insignificante necesita estar enterada.
—Te voy a dejar dormir, pero tú me debes una conversación, ¡y muy larga!
Me levanto de la silla, sosteniendo los tacones del tacón.
—Te daré todos los detalles una vez tenga las suficientes energías para hablar.
Entonces me meto a mi recámara, dejándola sola en la sala.
No mucho después escucho la puerta de su recámara cerrarse.
Voy al baño para quitarme el maquillaje con las toallitas húmedas especiales. También preparo la regadera para meterme a bañar.
No tomo en cuenta las horas que son, solo me pongo debajo de la cascada de agua con eso de que necesito quitar lo pegajoso de mi cuerpo. En Las Vegas el verano te hace sudar durante el día y la noche. La única diferencia es que de día sientes que te prenden fuego, mientras que de noche sientes que una ola de calor te persigue.
