The royal copper wedding

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Luciv despertó a la mañana siguiente después de un sueño profundo pero de manera diferente a las otras ocasiones, recostada en el pecho de Iulian Berycloth, el cual comenzaba a moverse lentamente, anunciando su despertar. -Buenos días, mi príncipe - dijo Luciv mirando a Iulian sonreír mientras él cambiaba de posición y recostaba su cabeza en el pecho de la princesa. -Buenos días, mi princesa - contestó Iulian abrazando a Luciv debajo de las sábanas, -por primera vez dentro de muchos días, me he privado al dormir - añadió. -¿En verdad? - rió la joven acariciando la cabeza del joven, -¿no será que llevabas mucho tiempo sin tener a alguien en el que confías a tu lado? -. Iulian levantó su cabeza y la miró a los ojos. -Me encanta la idea - contestó al acercarse a Luciv y dar un largo beso. Al exterior, las voces de la población comenzaban a notarse, y ambos lo escucharon. Iulian se asomó por la ventana y miró a los pobladores enfurecidos, gritando las injusticias que habían ocurrido. -Al parecer ha surgido un problema - dijo Iulian aun mirando a la ventana. -Señor - John entró por la puerta algo agitado, -las personas están furiosas y debe de venir a ver el problema - añadió.

Huge Macquoid miraba el relieve de Antartea por última vez antes de partir hacia Ferranon, donde esperaría a todos sus invitados para la boda real, una alianza entre su reino con el reino de Bulgymnus. -Nosotros partiremos el día de mañana hacia Ferranon - comentó Miklos parándose a un lado de Huge, -recuerda que manejar un reino no es cualquier cosa - dijo. -Me gusta mucho el paisaje junto con el clima costero de Antartea - dijo Huge al continuar viendo las maravillas de la naturaleza, -es una lástima perderse de todo esto viviendo en el norte. Espero que tu hijo haya recibido la ceremonia adecuada - Miklos se molestó por dentro al saber que no pudieron asistir a la ceremonia por miedo a volver a Bulgymnus. Huge caminó hacia su caballo, donde Sebastian y los hombre con los que venían, lo esperaban para partir de nuevo a Ferranon. -El invierno está llegando, y el frío comienza a resentirse en todo el continente. Será mejor que en Ferranon lo menos que falte sea calor. Y sabes a lo que me refiero ¿eh? - Miklos rió con su acostumbrada voz grave, creando un gesto de disgusto en la reina, su esposa. -No se preocupen, nunca sufrirán de algo mientras yo esté al frente - contestó Huge entendiendo la referencia del rey y mirando a Janine. -Si claro, esperamos no sufrir como lo está haciendo ahora tu gente después del ataque de Santartia - Huge sonrió a Miklos de manera forzada, -buen viaje - dijo, dando comienzo al largo camino que tenían por recorrer.

Mientras tanto, en Decron, Giselle preparaba sus cosas para partir de regreso a Ferranon. Gabriel pasaba por el pasillo, llamando su atención la presencia de la joven, la cual continuaba de manera distraída de quitar las pocas arrugas de su largo vestido con el que huyó. -No creo que sea correcto el espiar a una dama - dijo Giselle borrando totalmente la mirada que mantenía Gabriel hacia ella. -Solo quería avisarle que la carroza está lista. Podremos partir por la noche para asegurar un viaje tranquilo, ya que ha estado nevando en las mañanas - contestó el capitán, al quitar su hombro del marco de la puerta. Gabriel la continuaba mirando y no podía creer que aquella persona que vio insignificante e inalcanzable en un principio, ahora sea alguien que lo marcó de manera exponencial en tan solo unas semanas. -¿Continuará mirando por el resto del día? - Giselle lo miró a los ojos con furia; una furia que no comprendía ni ella misma, pero con la noticia de contraer matrimonio con Sebastian Wantheft no le molestaba en lo absoluto y, ahora, sentía una impotencia indescriptible. Gabriel Ronsten continuaría su camino pero, la voz de Giselle diciendo su nombre lo obligaba a regresar. -¿Crees que podamos tener otra noche de charla como la vez pasada? - preguntó la joven al recordar la noche que pasaron en vela por contar sobre sus vidas. -Mandaré a pedir el chocolate caliente, mi lady - Gabriel sonrió de verdad esta vez y se retiró de la habitación.

-Hemos esperado al día de hoy para entregar las riquezas que obtuvimos en Ferranon - comentó John bajando las escaleras del refugio, dirigiéndose hacia el problema. -¿Y? - preguntó Iulian esperando una mala noticia a cambio. -Y, apenas alcanza para menos de la mitad de la población - contestó el capitán, -las personas en Centrum están acostumbradas a recibir la mayoría de los materiales y objetos para vender en el reino, y al escasear sobre eso, se convierten en monstruos - John abrió la puerta del refugió y vio a la multitud furiosa, exigiendo sus pertenencias a cambio, mientras algunos guardias trataban de evitar el asunto con sus escudos formados de tal manera que interponen su paso. -¡Queremos lo que nos fue arrebatado! ¡Queremos justicia sobre lo que pasó! ¡Queremos nuestras pertenencias! ¡¿Dónde está la seguridad en este reino?! - las personas gritaban sin parar mientras empujaban con fuerza sobre la pared de escudos. -La mina de la ciudad es lo suficientemente extensa como para devolverles todo, pero tardará algunos días - dijo John mirando al príncipe. -De acuerdo. Hablaré con la gente para tranquilizarlos y explicarles que todo volverá a su normalidad en unos días - dijo Iulian caminando hacia el balcón que daba a la calle principal, donde parte de la población estaba manifestándose.

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