Betrayal and underestimation

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Iulian despertó y se encontraba dentro de una carroza que partía hacia algún lado, apenas podía mirar entre la obscuridad, que ni la Luna lo iluminaba, trataba de mirar a su alrededor pero era lo mismo. Sintió sus manos y pies atadas para que no pudiera escapar, y aunque quisiera, estaba demasiado débil para intentarlo, no sabía la razón, pero no podía moverse como el esperaba.

A la mañana siguiente, Giselle había pasado la noche en una de las tiendas de Lord Naarce, rodeada de todas las atenciones posibles para que se sintiera cómoda por el resto de los días antes de que el hombre la tomara como esposa, cosa que Giselle evitaba en lo absoluto, ya que no le parecía la idea de casarse con alguien como él. -¿Quiere más vino, princesa? - preguntó una de las sirvientas encargadas de la joven. Giselle la miró por un par de segundos y extendió su copa para que la mujer sirviera el vino. -¿Cuál es tu nombre? - preguntó Giselle por simple curiosidad. -Shanke, mi lady - contestó la sirvienta.  -¿Y cómo es lord Naarce, Shanke? - preguntó Giselle. -No creo que sea la apropiada para describirle al lord, princesa - contestó la mujer. -Yo creo que deberías decirme al menos si es bueno - la mujer suspiró. -Él es muy bueno - contestó la sirvienta. Giselle sabía que no obtendría respuestas de la mujer, por lo que caminó hacia afuera de la tienda, encontrándose a lord Naarce a unos metros de ella. -Buen día, princesa mía - el hombre besó su mejilla, la expresión de Giselle no fue la mejor, -espero que haya descansado bien, porque el gran día se aproxima, solo es cuestión de horas - sonrió el hombre. -Necesito ver a mi caballero - dijo Giselle al mirar al hombre. -No creo que sea necesario, está muy débil y en unas horas morirá - contestó lord Naarce. -Con mayor razón lo necesito ver, no quiero que muera, lord Naarce - Giselle suplicaba la ayuda del hombre, negándose nuevamente. Lord Naarce la tomó de la cintura y la llevó dentro de la tienda, no sin antes que Giselle viera el establo de los caballos a unos cuantos metros de ella.

En el reino de Santartia, las cosas parecían igual a días anteriores, el castillo comenzaba a verse más calmado, sin la presencia de Anne Marie y Iulian se respiraba una paz inmejorable. Alexander practicaba algunos movimientos con su espada en el jardín, mientras Beatrice lo miraba en acción desde el balcón del salón familiar. -Es cada vez mejor - comentó Lauren al pararse a un lado de su cuñada, -me atrevería a decir que está al nivel de Iulian -. -Es un buen muchacho, pero no creo que esté a su nivel - respondió Beatrice sin dejar de mirarlo, -Iulian recibió clases desde muy pequeño, cosa que dudo que Huge le haya enseñado a su hijo -. -Esperemos que la crueldad y la arrogancia no hayan sido heredados - dijo Lauren al verlo de igual manera. Beatrice tomó algo de aire fresco y lo expulsó con algo de ruido.

-¿Dónde está Iulian? - Luciv bajó las escaleras al ver a John Poliakov caminar en la planta baja. -En su habitación, mi lady. ¿Dónde más? - contestó el capitán, -¿está bien? - subió las escaleras rápidamente al ver a la princesa exaltada. -No, no lo estoy. No lo he visto desde anoche, al despedirme de él en la noche - Luciv se tomó del barandal de la escalera y bajó con cuidado. -No se preocupe, mi lady. Ahora mismo daré la orden para que cada guardia de la ciudad lo busque - John caminó hacia la puerta de salida inmediatamente. A Luciv le  daba un mal presentimiento al no saber nada de Iulian. Creía millones de ideas sobre el paradero de su futuro esposo, pero sabía que no eran ciertas hasta que se demostrara lo contrario.

Las cosas en Esporcand eran tranquilas desde siempre, una nación que tiene como símbolo a la paloma blanca lo dice todo. Anne Marie bajó las escaleras principales como acostumbró a hacer desde que vivía en el castillo. -Anne Marie - la joven escuchó que Gerard le hablaba al bajar corriendo para alcanzarla, -estos días he notado que eres una persona muy seria, y lo entiendo, pero sabes que si necesitas cualquier cosa, yo puedo ayudarte. Digo, en caso de que te sientas apenada o extraña al hablar con los demás - el ángel de Gerard era impresionante, tanto, que hizo a Anne Marie detenerse a esperarlo para entrar juntos al comedor. -Gracias - contestó la joven, -pero no necesito nada - Anne Marie entró al comedor, dejando a Gerard algo desilusionado por su ambición de ayudar a los demás. -¡Buenos días Anne Marie! - exclamó Gostislav al ver llegar a la princesa, -llegar a tiempo para el banquete de hoy. ¿Por qué no bajaste junto con Vladimir? ¿Dónde está él? -. -No lo sé, su alteza. Escuché que saldría de cacería a las montañas, se levantó temprano - respondió la princesa al sentarse en una de las sillas de manera apropiada, cuando escucharon llegar a Vladimir caminando hacia ellos. -Padre, madre, Gerard, Ruth - el joven saludó a todos y se sentó a un lado de Anne Marie, no sin antes darle un pequeño beso en la cabeza. Todos comenzaban a notar la indiferencia de ambos ante su relación. -¿Qué tal la cacería? ¿Ya podré ir algún día contigo? - preguntó Gerard al romper el hielo en el ambiente. -Sabes que mi padre está en desacuerdo para que vayas conmigo, pero algún día podrás ir, tranquilo - Vladimir contestó con una gran sonrisa, ocultando cualquier asunto negativo con el que estuviera lidiando. -En un par de años, cuando hayan terminado tus clases de cabalgata, podrás comenzar con la cacería, hijo - contestó Rossvett de manera gentil. El niño aplaudía mientras la comida llegaba a la mesa. Anne Marie analizaba la situación, y parecían personas honestas. Pero toda familia feliz cuenta con un integrante que no lo sea del todo, Anne Marie miró a Ruth por un segundo, su mirada de hipocresía lo decía todo. Anne Marie nunca le cayó bien a la rubia. -Mi señor, mi señora - saludó uno de los guardias reales, llamando la atención de Anne Marie, -necesito un momento de su atención para resolver un par de cosas urgentes - dijo refiriéndose al rey. -Yo me encargo, padre - Vladimir se levantó antes de que su padre lo hiciera y caminó detrás del guardia. La mirada de Anne Marie era tan directa y profunda que logró llamar una pequeña mirada del guardia, el cual se retiró de la habitación.

Iulian despertó amarrado en una silla, después de un viaje largo en el cual se quedó completamente dormido. No entendía lo que sucedía, donde estaba o quien lo trajo, lo único que sabía era que la pasaría mal. El príncipe estaba dentro de una habitación obscura, donde apenas la luz del día llegaba. -¿Quién está ahí? - preguntó Iulian al escuchar a alguien llegar hacia él, trataba de moverse pero las cadenas lo mantenían presionado en su lugar. -¿Quién eres tú? ¿Qué quieres conmigo? - preguntó al ver al mismo hombre que lo trajo al lugar, pero no contestó, sacó un cuero lleno de artefactos de tortura y los miró. -¿No planeas utilizar tus juguetes conmigo, cierto? - Iulian comenzaba a moverse pero era imposible salir de las cadenas. El hombre se acercó a Iulian y descubrió la herida del impacto que recibió en Ferranon, aquella que el príncipe tenía en el brazo y caminó hacia la misma mesa. -¿Dónde está? - por fin habló el hombre mientras miraba el cuero. -¿Dónde está quien? - preguntó Iulian al ver al hombre escoger una de las navajas, -te recomiendo bajar eso y explicarme porque estoy aquí, por favor - Iulian miraba al hombre dirigirse hacia él con el filoso objeto y se paró a un lado de su brazo descubierto. -¿Dónde está? - preguntó nuevamente el hombre. -¿Dónde está quien? En verdad no se de lo que estás hablando - Iulian miró al hombre acercarse a su brazo, haciendo un corte en donde su herida comenzaba a sanar. Iulian gritó de dolor al sentir la sangre de regreso. -¿Dónde está? - repitió por tercera ocasión. -No importa, es imposible dialogar con alguien como tú - contestó Iulian dándose por vencido, provocando que el hombre abriera un poco más la herida. Iulian resistió el dolor esta vez, evitando gritar. Sin duda alguna, sería el día más largo de su vida.

La noche comenzaba a caer en el continente, y en el norte era aun más hermosa, se podía ver a la Luna con claridad, iluminando todo aun sin luz. Giselle se encontraba en la tienda donde estaría pasando las noches, cepillando su radiante cabellera, pero con la preocupación presente, de que su padre o el reino entero no la buscaran. Sabía que su padre siempre fue egoísta, pero nunca lo sería con la vida de alguien más, y menos con la de su propia hija. -¿Princesa? - una voz susurraba fuera de su tienda, Giselle escuchó perfectamente la voz de una mujer, -¿está aquí? - preguntó la voz. La princesa se levantó del sofá y se dirigió a la cortina con algo de sospecha, tomó la cortina y al abrirla, se encontró con Shanke. -¿Qué ocurre? - preguntó Giselle al verla actuar extraño. -Lord Naarce es una pesadilla humana. Las ocho mujeres que ha tomado como esposas, han terminado muertas junto a sus hijos. Yo puedo ayudarla a salir de aquí, pero deberá seguir mis instrucciones - aclaró Shanke al ver a Giselle algo temerosa, -¿quiere ver a su amigo? Puede seguirme - Giselle recordó que no estaba sola en esta pesadilla, Gabriel estaba con ella, pero en peores condiciones. Ambas caminaron detrás de las tiendas, ocultándose de las pocas personas que caminaban sobre la aldea, hasta llegar al establo, donde entraron de manera silenciosa, Giselle buscaba en los corrales, hasta que encontró a Gabriel tumbado en el piso, de manera descuidada y con la herida de la flecha en su pierna. -Gabriel - susurró Giselle al mirarlo. El joven abrió los ojos y creía estar soñando, ya que miraba a Giselle acercarse a él. -¿Qué estás haciendo aquí? - preguntó Gabriel, apenas con poder pronunciar las palabras. -Necesitamos salir de aquí. Shanke me ha dicho que nos puede ayudar, pero tomará algunas horas más - contestó Giselle al tomar el rostro del capitán. -La boda es en dos días.. no podremos.. - Gabriel cerró los ojos. -Si lograremos salir de aquí. No te preocupes - Giselle tranqulizó a Gabriel, acariciando su sucio y sudoroso rostro con su delicada mano. -Necesito que trates de atenderlo para que podamos huir, por favor - Giselle se dirigió a Shanke, pidiendo su ayuda. Shanke asintió atrás de ella, mirando el sufrimiento por el que estaba pasando el hombre. -¡La princesa no está en su tienda! - exclamaron algunos hombres, siendo escuchados por ambas. Los guardianes de la aldea se alarmaron al no ver a Giselle en su tienda, por lo que comenzaron a buscarla en todos lados. Giselle se levantó y corrió junto a Shanke para inventar el motivo de su desaparición.

Anne Marie llegó al salón de reuniones de la guardia real en el castillo en Esporcand, mirando al capitán Dornan Holmen, el mismo que entró al comedor en la merienda, en completo silencio, escribiendo en la mesa. -¿Es mucho el trabajo o porque siempre está ocupado, capitán? - Anne Marie tomó la atención del hombre, dejando de hacer lo que hacía en ese momento. -Mi lady - el capitán de la guardia se levantó, saludando a la joven, -solo estoy resolviendo un conflicto que sucedió en South, es todo - dijo. -Me parece que es muy apegado a su trabajo, capitán. Deberían de apreciar su esfuerzo - Anne Marie caminó hacia Holmen. -Y lo hacen, su alteza. Aprecio el tiempo que se tomó para ver mi trabajo - Holmen sonrió. -Lo logro apreciar completamente, señor - Anne Marie recargó al hombre al borde de la mesa, tratando de acercarse a él. Holmen dudó por un momento, pero al no poder con sus encantos, dejó que Anne Marie hiciera lo que sea, comenzando a besar su rostro. Ya sabía como terminaría la noche, otro hombre con el que terminaría involucrada.

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