Capítulo 6: Dilema

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Limpió sus lágrimas y sonrió amargamente. Tenía que ser fuerte, por él y por su mamá. No podía abandonar tan fácil sus sueños, debía mantener la frente en alto y luchar contra todos los retos que se le cruzaban. Se miró en el espejo del baño, sus ojos enrojecidos delataban lo mucho que sufría, y sus ojeras que apenas estaban apareciendo mostraban lo mal que había estado esos días.

Tomando aire profundamente y soltándolo con lentitud se armó de valor para lavar su rostro con el agua del grifo y salir del baño. Pese a que el dolor le estaba quemando la garganta, que sentía que su estómago lo haría regresar todo lo que desayunó y que su cuerpo se estremecía tan sólo de recordar aquella conversación prohibida, siguió.

Fue a su salón de clases, tratando de ignorar todo aquel dolor que lo carcomía y que lo hacía sentir vulnerable. Inconscientemente a su cabeza llegaron ideas de lo que posiblemente pensaban sus compañeros de clase. ¿Acaso lo estaban viendo a él disimuladamente? Porque sentía sus vellos erizarse y una mirada fija sobre él que no lograba identificar. Y las risas, ¿eran por él?, ¿acaso sus compañeros se reían de su persona? Y qué había del hecho que, hasta ahora, ninguno se había acercado con intención de entablar una amistad, ¿tanto los asqueaba por el simple hecho de tener gustos diferentes?

Bueno, no es que fueran diferentes, al contrario, incluso la naturaleza había estipulado su normalidad considerando la existencia de los donceles. Tomando en cuenta eso como un punto aparte, la verdad era que nadie elige a quién amar, sin importar lo que dicte o no la biología, en el caso del corazón las cosas se vuelven más complejas y no se puede mandar.

La pesadez de su ser se hacía mayor, su cuerpo estaba tenso, era incapaz de pasar al lado de las personas sin creer que era el motivo de sus cuchicheos o de sus carcajadas, tampoco se animaba a acercarse a alguien para poder entablar una conversación o iniciar una amistad. Simplemente no se sentía capaz de hacer un nuevo amigo.

¿Qué pasó con el Goku amigable, que le agradaba a todo mundo?, ¿dónde quedó ese niño alegre que hacía amistades en todos lados? Ahora sólo quedaba un niño solo, arrepentido por un error y desliz que tuvo y que perdió a sus mejores amigos, un joven pelinegro que llevaba ya muchas noches que dormía tras haber llorado por horas y que había sido abandonado por su propio padre.

La hora del receso, al igual que el día anterior, la pasó en soledad. Su cuerpo tembloroso por las ráfagas de aire casi impedían que disfrutara de su almuerzo. El delicioso sabor de la comida preparada con mucho amor por su madre alivió un poco su alma, agradeció a Kamisama el tenerla a su lado y terminó de comer.

A lo lejos veía ocasionalmente a Yamcha, su exmejor amigo. No pasó desapercibido para él que el chico, pese a que estaba con sus amigos, de vez en cuando miraba hacia su dirección por fracciones de segundos antes de volver su mirada hacia otro lado. Le causaba un intenso dolor interno aquella situación, el ya no tener a su amigo y apoyo junto con él, ser señalado por muchos que pasaban a su lado y, además, ser el blanco de las burlas de aquellas personas que no se preocupaban por su estado emocional.

El resto de las clases fueron igual, él solo y sin que nadie quisiera formar equipo con él en algún proyecto. Y, por si fuera poco, el maestro a cargo no hacía nada para remediar la situación, como si estuviera completamente consciente de que nadie querría pasar tiempo con él debido al incidente de esa fotografía, incidente del que todos en esa escuela ya tenían conocimiento.

Sonó el timbre de salida y todos salieron corriendo despavoridos. Tomó aire y se colgó la mochila, para salir del aula. Evitaba a toda costa levantar la mirada, sus ojos se perdían en el suelo sin encontrarse con los de alguien más. Sentía los choques de hombros de quienes pasaban atrás de él, sabía que eran intencionales. Sentía su agresión completamente directa, pese a que intentaban disimularlo ante el resto del mundo.

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