—Hijo, eso no tiene nada de malo...—el menor la vio con dolor—. Incluso es obvio, te brillan los ojos cuando hablas de él. Y hace unas horas no dejabas de verlo, te delatas demasiado, pequeño.
—No... ¡no puedo dejar que se entere! ¡No quiero que las cosas cambien entre nosotros!—volvió a estremecerse.
—Kakarotto, no te preocupes por eso. Quizá él se sienta de la misma manera contigo, o...
—Mamá, Vegeta es heterosexual. A él le gustan las chicas—ella mordió su labio inferior—. Estaré bien, sólo... sólo debo mantener el secreto. Es lo mejor para ambos.
—Goku...
—Mientras lo tenga a mi lado, no importará qué tipo de relación tengamos—mostró una sonrisa antes de volver a bajar la voz—. Iré a mi habitación a descansar un poco, estoy agotado.
Gine dejó que se fuera, sin encontrar alguna palabra para hacerlo sentir mejor. Entendía perfectamente el estado de su pequeño, incluso a ella en su adolescencia le había ocurrido algo similar. Y sabía que, como todo, pasaría con el tiempo. Si Vegeta realmente no era para él, su pequeño Goku lo superaría y después encontraría a la persona ideal.
El Son subió hasta su habitación, se encerró y se tiró al suelo, llorando audiblemente. ¿Qué no se sintió igual cuando sus amigos le habían dado la espalda? No, esta vez era diferente, no era dolor, era... impotencia. Temía el no poder controlarse cuando tuviera al Saiyan enfrente, tenía miedo de incomodar al mayor y que este quisiera distanciarse.
Y no sólo eso, se sentía tremendamente culpable de haberse enamorado del más bajo. Había pedido en un inicio una pareja, es cierto, pero cuando el tiempo pasó él deseó únicamente a un amigo. Y justo cuando su petición se había transformado Vegeta apareció en su vida. Se había prometido verlo únicamente en signo de amistad, pero rompió su promesa.
Conforme las semanas pasaban su interés en el Saiyan aumentaba. Ese chico tenía un enorme y puro corazón, era justo, respetaba la naturaleza y todo el tiempo procuraba ser buen ser humano. Vegeta era, ante sus ojos, el chico perfecto. Defendía a los inocentes, cuidaba de sus seres queridos y era sencillamente admirable en cuanto a sus capacidades físicas e intelectuales.
No supo en qué momento había ocurrido, pero llegó el punto en que aquella mirada molesta le pareció una mirada tierna, que aquella voz grave sonaba dulce, y que aquel cuerpo aunque era más pequeño que el suyo podría protegerlo de toda amenaza. Y su manera de ser... aquella personalidad única era el detalle que completaba sus sentimientos.
—Soy un idiota...—tapó su rostro con una mano—. Ni siquiera tiene mis gustos. A él le gustan las mujeres...
Bufó, sintiendo las náuseas llegar. Una vez más a causa de la angustia tremenda su cuerpo reaccionaba con malestar estomacal y dolor de cabeza, con una ligera paranoia desapercibida. Buscó entre las cajas su botella de licor y bebió un poco, tras haberla rebajado en un vaso con agua que llevaba varios días sobre su mesita de noche.
—Soy un idiota—cerró los ojos y se dejó llevar por el llanto—. Un imbécil...
¿De verdad era tan malo que él sintiera eso por el más bajo? Su cerebro le hacía creer que sí, puesto que cuando se reveló su homosexualidad la mayoría de sus excompañeros lo acusaron de haberla ocultado para aprovecharse de la amistad y confianza de los demás. ¿Y qué relación tenía eso con Vegeta? Él solía cambiarse frente a él o permanecer muy cerca, alegando que "no creía que él tuviera esas intenciones" y otorgándole demasiada confianza. Se sentía una basura al ver que sí se había sobrepasado en eso.
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Sexting
Fanfiction-¿Qué podría pasar?-pensó y envió esa foto. Personajes propiedad de Akira Toriyama